Dani Gimeno retorna a su pasado

Retornar al lugar de los hechos siempre entraña un serio riesgo. Daniel Gimeno-Traver regresa este fin de semana a un escenario que le es conocido, las augustas instalaciones de la Caja Mágica madrileña, el Centro Multifuncional diseñado por Dominique Perrault, donde el tenis toma protagonismo durante unos días. Y lo hace, repasando excelentes recuerdos con motivo del Mutua Madrid Open 2011, que le tributó unos merecidos octavos de final, lejos de su papel de habitual actor de reparto. Reinventado su tenis, sumó la mejor ronda de su carrera profesional en un Masters 1000, conoció el reconocimiento de la prensa especializada y encontró finalmente una inspirada confianza tras los dubitativos inicios del curso.

En su muñeca tuvo la oportunidad de hacer historia, pero un elegante francés, de nombre Michael Llodra, sesgó el sueño en las postrimerías de un duelo resuelto en un “tie-break” inmerecido, al que nunca se tuvo que llegar por ocasiones desperdiciadas. Con anterioridad, el turco Marsel Ilhan, el alicantino Rubén Ramírez-Hidalgo, estos en la fase previa, y los muy sonados, el galo Richard Gasquet y el austriaco Jurgen Melzer, ya en el cuadro final, caerían ante el ímpetu del nulense, que en dicha semana gozó de entusiasmo, determinación y fortuna.

Y aunque no hollará la vetusta roja arcilla, sino una novedosa superficie azul, que según los expertos responde a las mismas características que la del templo parisino del Bois de Boulogne, los indicios de su presencia en la ronda del Parque Lineal del Manzanares, responden a idénticas premisas.

Doce citas del calendario 2012, desde el lejano Open de Australia al verano suramericano, pasando por el cosmopolita Monte-Carlo y el social Conde de Godó, se resumen en cuatro victorias y doce derrotas, corto bagaje para una raqueta que alcanzó el puesto 52 en Mayo 2011, y que vivió holgadamente en el Top 100 durante varios años. Su último revés en el Open de Estoril, ante su compañero de fatigas, Iván Navarro, siembra dudas.

Obedece el componente del CT Valencia a una constante de sorpresas, con un palmarés que le dibujó laureles en el Circuito Challenger, éxitos que otros ni siquiera contemplan, y al que se le exigieron tal vez constantes de talentoso gladiador. El talento, ese vocablo que en boca de los técnicos deportivos asemeja un comodín, se le trocó por convertirse en un excelente trabajador del tenis. Esa traza que tampoco queda al alcance de muchos, ya no se valora. Solo lucen los Nadal, Federer y compañía, tocados por esa varita mágica del éxito y la mercadotecnia.

Y a sus 26 años, 107 en el escalafón mundial, ocho como esforzado profesional, llega el momento del sólido revulsivo.

Como dura será la defensa de los ciento quince puntos que le otorgó su fantástica semana, y arduo el esfuerzo para alcanzar la hazaña, tal vez no sea el momento de bajar los brazos.