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Cullera devuelve el esplendor a tres cuadros del pintor Ferrer Cabrera

Cullera devuelve el esplendor a tres cuadros del pintor Ferrer Cabrera
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    Cullera devuelve el esplendor a tres cuadros del pintor Ferrer Cabrera - (foto 2)

    La programación del 9 d'Octubre en Cullera ha dejado espacio también para el arte local. Este viernes, la concejalía de Patrimonio Histórico presentó la restauración de tres obras del pintor cullerense Emilio Ferrer Cabrera, todas ellas propiedad del consistorio.

    El acto tuvo lugar en la sala de exposiciones de la Casa de l'Ensenyança, con la presencia de la familia del artista; del alcalde, Jordi Mayor, la concejala de Patrimonio Histórico, Amparo Jover; miembros de la Corporación municipal y representantes del tejido social cullerense. Mayor se congratuló por la recuperación del patrimonio y aseguró que es «una muestra de autoestima porque un pueblo que quiere a sus artistas se quiere a sí mismo».

    Jover, por su parte, destacó que dos de las obras («Maja sobre fondo azul» y «Maja con mantón de Manila») fueron rescatadas por la concejalía que dirige tras hallarlas en Argentina. Estas pinturas tienen consideración de 'viajeras' mientras que la tercera en cuestión es un bodegón que ya pertenecía al municipio.

    Intervenciones

    Maja sobre fondo azul ha sido la pintura que más intervención ha necesitado. Para facilitar sus continuos traslados, se retiraron sus bastidores de manera que fuera más fácil su almacenaje, esto provocó deformaciones que durante años dejaron su marca tanto en el lienzo como en todas las capas que componen la pintura. A esto cabría añadir, rasguños y algún que otro retoque pictórico que acrecentaron el deterioro.

    Con esta intervención realizada por el ayuntamiento no solo se ha recuperado el cromatismo y la luminosidad de la pintura, sino que a su vez se ha restablecido el aspecto formal de su tamaño original.

    En la obra Maja con Mantón de Manila las grandes deformaciones hicieron necesaria una importante intervención sobre el soporte que corrigiera las alteraciones en el plano, esto junto a una delicada remoción de los barnices y una reposición de los faltantes de pintura ha devuelto unos niveles de esplendor cromático que habían desaparecido.

    Finalmente, el bodegón no sufrió las vicisitudes de los viajes, pero sí los males más comunes que la huella del tiempo deja sobre las pinturas. Una serie de deterioros tales como barnices oxidados, rasguños, suciedad ambiental, un soporte deteriorado y carcomido, todos daños de la vejez que con una intervención rigurosa hace posible que vuelven a hacerse visibles los colores, las luces y la profundidad de la obra.

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