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Luis Moya incide en la necesidad de formación en neurocriminología para la prevención de la violencia

Luis Moya incide en la necesidad de formación en neurocriminología para la prevención de la violencia

    El Grado en Criminología y Seguridad de la Universitat Jaume I ha celebrado una jornada sobre investigación criminal en la que Luis Moya, profesor del departamento de Psicobiología de la Universidad de Valencia, ha abordado la importancia de la neurocriminología para el diagnóstico, intervención y prevención de la violencia.

    Moya ha incidido en la carencia de formación de los especialistas en violencia en aspectos neurocriminológicos. Así, ha explicado la diversidad de indicadores neurobiológicos que pueden influir en los comportamientos violentos y, por lo tanto, la importancia de que los criminólogos y criminólogas tengan un conocimiento base sobre el funcionamiento cerebral y los marcadores que regulan el comportamiento. «Sabemos mucho y se está aplicando muy poco» ha afirmado. No obstante, ha incidido en que no se puede defender un determinismo biológico sino que es un factor más que influye en la predisposición a la violencia junto con otros factores de tipo social y psicológico.

    En cuanto a los indicadores neurobiológicos, ha hecho referencia a lesiones cerebrales, anomalías en el electroencefalograma o diferencias en la respuesta cerebral frente a estímulos eléctricos, entre otros. En esta línea, ha apuntado que la neuroimagen ha permitido comprobar que no hay grandes diferencias de tipo estructural en el cerebro sino funcional con una activación distinta del circuito cerebral.

    Así mismo, ha abordado las diferencias neuroquímicas u hormonales, en las que se encuentran variaciones en los niveles de sustancias como la serotonina, testosterona o cortisol. No obstante, el profesor ha recalcado que «tener un cierto nivel no implica que la persona sea violenta, es tan sólo una predisposición». Del mismo modo, también se encuentran diferencias genéticas aunque no se trata de un «gen de la violencia» sino que se rige por polimorfismos genéticos que regulan el comportamiento violento y que, en función de los factores sociales y psicológicos, se activarán o no.

    Finalmente, ha hecho un repaso de las aplicaciones de la neurocriminología en el diagnóstico, a través del estudio de la actividad cerebral, la genética, la detección de tumores o la medición de los niveles químicos; en la intervención, con programas psicoterapéuticos, fármacos, control hormonal o psicocirugía; y en la prevención, a través de campañas contra la violencia o el fomento de la educación en empatía.

    La jornada también ha contado con la presencia del criminólogo y psicólogo Vicente Garrido el Genovés que ha hablado sobre el perfil e informe criminológico.

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