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Victoria en el Molinón al borde del infarto

Victoria en el Molinón al borde del infarto
  • El Villarreal a un paso de la salvación que sería matemática si hoy pierde el Zaragoza

Este año hemos tenido partidos importantes, finales, finalísimas y luego está lo de ayer, que es el día más decisivo de la historia del club que marca el tener muchas papeletas de estar en primera el año que viene o tener muchas de no estarlo.

Los jugadores podían crecerse, sacar el orgullo y la casta que tan pocas veces ha salido a pasear este año o venirse abajo fruto de la presión y el decisivo momento. Por suerte para todos fue lo primero y aunque saliéndonos el corazón por la boca, dimos un golpe sobre la mesa y dejamos la salvación muy muy cerca.

Antes de su inicio, el partido tenía las notas destacadas de Jaume Costa como titular pese a estar Catalá recuperado y ante la baja por lesión de Cani apostar por Marchena.

El primero fue de lo mejor del partido, cortando balones vitales con una velocidad, contundencia y seguridad que tienen aroma de jugador que ya no se va a mover del primer equipo. Aparte de acometer peligrosas e incisivas subidas por banda.

Por su lado Marchena aportó su veteranía a la zona media junto con Marcos Senna marcándose ambos un gran partido hasta que les aguantaron las fuerzas. Esto propició que Bruno se viera con libertad de subir arriba al ataque y aportó mucho en esta faceta.

No me quiero olvidar de otro de los destacados de la noche (aunque todos en general hicieron buen partido) como es Hernán Pérez, que en los minutos que le están dando tras su gran noche ante el Málaga está siendo el hombre que más peligro crea arriba. Ayer además de hacer el gol de la victoria y tener alguna oportunidad clara, se le vió menos individualista y siempre levantando la cabeza para ver las opciones de pase a sus compañeros.

Pasando ya al análisis de los trepidantes 90 minutos, el partido empezó con un Sporting mejor que nosotros, dado que aunque nosotros parezcamos más asustados, ellos se jugaban aún más. La primera ocasión fue suya, pero poco a poco fuimos tomando el control y tuvimos más llegadas al área y al descanso nos iríamos ganando.

Corría el minuto 19 cuando Bruno subía veloz al ataque y fallaba mano a mano con el portero una ocasión imperdonable, de esas que te hace venir a la mente todo lo de partidos atrás donde la pelota no entra y el rival no perdona. Sin tiempo para que la cabeza diera muchas más vueltas alrededor del pesimismo, el de Artana cogía el rechace, se escoraba y ponía un pase perfecto para que la punta milagrosa de la bota de Mario apareciera y empujara el balón al fondo de la red.

La alegría duró menos de 20 minutos, hasta que Lora se sacaría un chute raso que inexplicablemente pasaría entre una maraña de 20 futbolistas y al que nuestro portero no llegaría a tiempo.

De nuevo todos los miedos, todos los fantasmas. Gol psicológico por el minuto, su afición venida arriba, etc etc y cuando al cielo no le había dado tiempo aún para ponerse negro, el árbitro señalaría un penalti a nuestro favor, que lo es, pero pocas veces nos han pitado y menos fuera de casa y con lo que nos jugábamos uno y otro.

Penalti señalado por un árbitro que hasta el momento permitió de todo por parte del rival, en un estadio que parecía un campo de batalla con jugadores entrando constantemente en plancha o haciendo placajes a los riñones y que solo advertía mientras veía a los nuestros quejándose en el suelo con una mezcla de dolor y rabia y a la vez veía una grada gritar, insultar, lanzar todo tipo de objetos en uno de esos días en los que a un árbitro se le pasa por la cabeza lo de "y yo por qué me metí a esto".

Menos de 10 minutos se llevaban del segundo tiempo cuando Hernán fallaría otra de esas imperdonables y cuando estábamos maldiciendo y lamentándonos por ello se sacó un zapatazo que nos dejo a todos mudos durante centésimas de segundo, lo justo para ver tocar el palo, entrar y explotar de alegría.

Faltaba mucho partido y tocaba saber manejarlo, controlarlo y dormirlo mientras pasaban los minutos de un reloj que parecía ir más lento que de costumbre.

Llegaron los últimos 10 minutos y como de costumbre fueron como estar viviendo una película de terror donde la muerte se esconde en cada esquina.

Empezaron los nervios atrás, las indecisiones y esos fallos puntuales de hombres que habían cumplido todo el partido pero que de sus errores vienen los goles que tiran por tierra todo el trabajo previo.

Pensábamos que con un colchón de dos goles podríamos estar tranquilos pero no fue así. A falta de 6 minutos para el final la distancia quedó reducida en solo un gol y un minuto después nuestro portero salvaría el empate.

Si esto fuera poco, empezaron a llover más objetos de la grada, uno impactó en César que encima fue expulsado por encararse rabioso a los que le habían lanzado algo a la cabeza y el fútbol desaparecería del césped. Todo se alargó a 98 minutos hasta que el árbitro pitó el final y todos exclamamos aliviados tras una mezcla de nervios sufridos, tensión y miedo contenido.

Parece que este año hay alguien empeñado en que la media de ataques al corazón en Vila-real (y a toda la familia grogueta que hay por el mundo) suba considerablemente. Es difícil imaginar un año con más sufrimiento y me es aún más difícil imaginar un partido más insufrible que el de ayer.

Pero hoy brilla el sol más amarillo que nunca en el cielo del azul más precioso jamás visto y los pájaros cantan: Endavant Villarreal y esta noche Matxo Llevant!

Si los granotas ganan, estaremos matemáticamente en primera, si no, dependerá de nosotros certificar una salvación que está muy cerca pero aún no se ha conseguido


2 Sporting de Gijón: Juan Pablo; Damián Suárez, Botía (André Castro, min. 79), Gregory, Álex Menéndez; Gálvez, Lora; De las Cuevas (Mendy, min. 57), Trejo, Colunga (Bilic, min. 60); Sangoy.

3 Villarreal: Diego López; Mario, Musacchio, Zapata, Jaume Costa; Marchena (Wakaso, min. 71), Bruno, Senna (Ángel, min. 62); Borja Valero, Hernán Pérez (Gonzalo, min. 88) y Marco Ruben.

Goles: 0-1. Min. 20: Mario. 1-1. Min. 39: Lora. 1-2. Min. 43: Senna, de penalti. 1-3. Min. 55: Hernán Pérez. 2-3. Min. 84: Gálvez.

Árbitro: Del Cerro Grande (Colegio Madrileño). Amonestó a los locales Botía (min. 33), Gregory (min. 41), Gálvez (min. 66), Damián (min. 89) y Lora (min. 97); así como a los visitantes Hernán Pérez (min. 31), Mario (min. 46), Marchena (min. 63), Wakaso (min. 91) y Gonzalo (min. 95). Expulsó al entrenador del Sporting de Gijón, Javier Clemente (min. 86) y al portero suplente del Villarreal César mientras estaba en el banquillo (min. 93).

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