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Los pozos de nieve nos hablan del clima de nuestros antepasados

    Reconstruir la historia del clima conlleva ciertas dificultades y requiere de numerosas fuentes y datos. La actividad de los pozos de nieve de nuestro territorio nos puede aportar datos sobre las variaciones climáticas en los últimos siglos. El profesor del departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la Universidad de Alicante, Pablo Giménez-Font, explica en un artículo publicado en la revista Mètode cómo el cese de la actividad del último pozo de nieve de la sierra de Aitana permite establecer una posible relación con el fin de la Pequeña Edad del Hielo en las montañas mediterráneas. Esta Pequeña Edad del Hielo es como se denomina al período comprendido (aunque de forma no consensuada) entre los siglos XIV y XIX y que se caracterizó, desde el punto de vista del clima, por la presencia de inviernos especialmente fríos en Europa y por un descenso alrededor de 1 a 2ºC de las temperaturas medias.

    En el artículo El último pozo de la sierra de Aitana, publicado en el último número de la revista Mètode, Pablo Giménez-Font explica que fue a partir de 1970, con los estudios del geógrafo Horacio Capel, que se destacó el valor de la industria tradicional del hielo para la demostración de un progresivo calentamiento del clima. Estas construcciones para el almacenamiento de hielo se desarrollaron, básicamente, desde la Edad Moderna hasta el siglo XIX «en altitudes donde actualmente la innivación es mucho más reducida o inexistente». Eso «plantea relaciones inmediatas entre el incremento de las nevadas en el pasado y la inviabilidad de su funcionamiento en la actualidad», explica el autor. En el País Valenciano, hay catalogados casi 300 pozos «que manifiestan también esta aparente evidencia de cambio climático en las montañas valencianas: casi el 17% se encuentran por debajo de los 600 metros sobre el nivel del mar», afirma.

    El pozo de la Torreta

    El pozo de la Torreta, de los últimos con actividad en la sierra de Aitana, «se construyó dentro de lo que se ha considerado construir dentro de lo que se ha considerado una fase húmeda y fría, con nevadas excepcionales en el mediodía valenciano, que finaliza alrededor de 1840» explica Pablo Giménez-Font. El pozo vivió momentos de esplendor entre 1860 y 1865, período en el que hubo nevadas excepcionales en Orihuela. A partir de 1878, explica el investigador, «los datos nos apuntan que el pozo entró en decadencia, en correspondencia con los últimos veinte año del siglo, caracterizados como húmedos pero con un intenso incremento de las temperaturas». Además, en 1888 abrió la primera fábrica de hielo en Alicante y el hielo de las montañas no pudo competir con el nuevo desarrollo industrial. A pesar de ello, y de forma marginal, el pozo de la Torreta permaneció activo hasta 1895, según referencias documentales.

    Estudiar la trayectoria de este pozo, bien documentado, «aporta indicios interesantes para tratar de responder cuestiones aun abiertas sobre nuestro pasado climático reciente». Aun así, matiza el autor, «se necesitan más evidencias documentales y nuevos estudios para no hilvanar erróneamente indicios tan sugerentes». La documentación aporta los datos «pero hace falta interpretarlos correctamente en su contexto socioeconómico con el fin de extraer las consideraciones adecuadas de tipo climático», concluye Giménez-Font.

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