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De Rita Barberá, mujer a ¿la mesa de las Corts?

De Rita Barberá, mujer a ¿la mesa de las Corts?

    ‘Rita Barberá, mujer’. Con este eslogan se estrenó en Política, como cabeza de cartel de Alianza Popular en las autonómicas de 1983. La alcaldesa que más victorias electorales ha cosechado en Valencia (6), ha conocido hoy oficialmente que Joan Ribó la relevará al frente de su ciudad.

    Periodista en el vespertino Jornada y en el entonces Gobierno Civil capitaneado por Fernández del Río, optó por primera vez a la alcaldía del cap i casal por la misma razón que lo hizo el pasado 24 de mayo por quinta vez consecutiva. Nadie quería dar el paso al frente, ante la temida derrota, y Rita dijo sí, por disciplina con el Partido Popular. En el 91, ni Manuel Broseta, asesinado por ETA un año más tarde, ni Leopoldo Ortiz aceptaron.

    En el despacho de María Consuelo Reyna en el edificio de Las Provincias en Vara de Quart, su contrincante, el valencianista Vicente González Lizondo, y ella misma se comprometen a que cogerá la vara de mando quien consiga un concejal más o, en caso de empate, un voto más. Barberá le sacó a Lizondo un edil de ventaja y, a partir de ese momento, comenzó a escribirse la leyenda de Rita, Alcaldesa.

    Arrolladora en las urnas, nunca olvidó que su éxito arrancó gracias a Unió Valenciana. Como gratitud, mantuvo a alguno de sus miembros más destacados en todas las listas que ella misma ha elaborado, sin intromisiones populares: Alfonso Novo, Juan Vicente Jurado, Maria Angels Ramón-Llin, Vicente Aleixandre o Mayrén Beneyto.

    Alejada permanente y voluntariamente de la fontanería del partido, su férrea lealtad a sus siglas nunca le impidió enfrentarse, siempre de frente, a todos los presidentes populares de la Generalitat, especialmente a Eduardo Zaplana y a Alberto Fabra. Aspirante a presidir el Consell en los 90, se sintió vapuleada por un Zaplana que llegó de Benidorm como un vendaval y con el que nunca se entendió.

    Defensora a ultranza de la capitalidad de Valencia, como cap i casal de los cinco millones de valencianos, y absolutamente urbana, de El Carmen y la Gran Vía, y visitante residual de las pedanías, El Saler incluido, donde dejaba hacer.

    Jugadora de mus y dominó y ex alumna del colegio Domus de Godella, curiosamente conocido por su talente progresista en su etapa estudiantil, ha mantenido su grupo de siempre, con su hermana, Totón Barberá, como principal lugarteniente de una mujer que convirtió el color rojo en su principal seña de identidad.

    De rojo se vistió la primera vez que tomó posesión como alcaldesa en 1991, con trajes de chaqueta resideñados una y otra vez por Alex Vidal, y combinados con su irrenunciable collar de perlas, heredado de su madre.

    Precisamente la muerte de sus padres (no se emancipó nunca) comienza a marcar el cambio de carácter de una mujer que supo como nadie aumentar la autoestima de sus vecinos. Campechana en la intimidad, cordial con la oposición pero altiva en la puesta en escena en los plenos, con las cámaras como espectadoras.

    Con un pronto incontrolable, la necesaria marcha de su prolongación, el vicealcalde Alfonso Grau, sacudido por el caso Noos, y en los últimos días de la mujer de éste, concejal y asesora de Rita, María José Alcón, han ahondado en el autoaislamiento de la alcaldesa, que arrancó en el congreso en el que el PP proclamó a Alberto Fabra como presidente popular. La entrada de Serafín Castellano como secretario general en 2012, la hizo revolverse, de nuevo, contra el zaplanismo.

    Y con el aislamiento, la inevitable pérdida de jovialidad y de reflejos, por ejemplo en el tristemente recordado discurso de la cridà con el inoportuno ‘caloret faller’.

    A sus 67 años, con 24 años de victorias electorales como carta de presentación, opta a sentarse en la Mesa de les Corts, como diputada más veterana electa por Valencia. El rojo alcaldesa se resiste a abandonar la Política.

     

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