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Dos misas en rito hispano-mozárabe conmemorarán la fiesta de San Vicente mártir

  • Continúa así la tradición, después de más de 700 años de la desaparición del rito en Valencia

La ciudad de Valencia continúa la tradición de celebrar misas en rito hispano-mozárabe con motivo de la festividad mañana, viernes, del patrón de la ciudad de Valencia y de la archidiócesis valentina, San Vicente mártir, “que era el utilizado por los cristianos valencianos que permanecieron bajo la dominación musulmana”.

Así, mañana, viernes, a las 20 horas, tendrá lugar la tradicional misa en rito hispano-mozárabe, presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en la parroquia de Cristo Rey de Valencia, primitiva basílica sepulcral del santo, conocida como “La Roqueta”.

Igualmente, hoy, jueves, en la víspera de la fiesta, el purpurado presidirá, a las 19:30 horas, otra misa en rito hispano-mozárabe, organizada por la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” en la cripta visigoda construida en el lugar donde estuvo encarcelado.

A mediados del siglo XI el papa Gregorio VII extendió el rito romano a toda la cristiandad europea, y el rito hispano-mozárabe se fue extinguiendo a medida que avanzaba la reconquista, según ha indicado hoy a la agencia AVAN Jaime Sancho, presidente de la comisión de Liturgia del Arzobispado de Valencia.

Después de más de 700 años de la desaparición del rito en Valencia, el 22 de enero de 1993, el entonces arzobispo de Valencia, el cardenal Agustín García-Gasco, ofició de nuevo en la primitiva basílica sepulcral de San Vicente Mártir una misa según el rito hispano-mozárabe, una tradición que se repite desde entonces.

Estructura de la misa hispano-mozárabe

La estructura de la misa hispano-mozárabe “se forma a partir de un esquema fundamental común: liturgia de la palabra, plegaria eucarística y comunión”, según Sancho. Uno de los rasgos que caracterizan esa estructura es la parte que se introduce entre la liturgia de la palabra y la plegaria eucarística, y que comprende otros elementos como el ofertorio, los dípticos y el signo de la paz, que se sitúa antes de la Eucaristía, y no antes de la comunión como en el rito romano.

Además, la fracción de pan consagrado es en forma de cruz recordando los misterios de la vida del Señor. Además, la recitación del Padrenuestro la realiza únicamente el celebrante, si bien los fieles se unen a cada frase respondiendo “Amén”.

Igualmente, la misa por la fiesta de San Vicente Mártir incluía, en la primitiva Iglesia, la lectura de la pasión del santo antes del Evangelio, ocurrida en el año 304 y que era escuchada también con los fieles puestos en pie.

Según Jaime Sancho, el relato de la pasión de San Vicente Mártir, que comprende el interrogatorio y los tormentos hasta la muerte por el prefecto romano Daciano para intentar en vano que abjurara de su fe, es obra de un autor anónimo del siglo IV, que narraba la “muerte heroica del diácono Vicente”. El relato comenzaba con la expresión introductoria “Pasión del santo y muy bienaventurado levita Vicente, mártir de Cristo, sufrida por él en la ciudad de Valencia, a 22 de Enero”.

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