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Un estudio del Oceanogràfic demuestra por primera vez que los animales marinos pueden sufrir el síndrome descompresivo

Un estudio del Oceanogràfic demuestra por primera vez que los animales marinos pueden sufrir el síndrome descompresivo
  • La también llamada embolia gaseosa es similar a la que podría sufrir un buceador si no realiza las paradas de descompresión

Un estudio realizado por el Oceanogràfic de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y dirigido por Daniel García y José Luis Crespo, dos de los veterinarios del centro, ha demostrado por primera vez que los animales marinos pueden sufrir el síndrome descompresivo, condición similar a la que podría sufrir un buceador si no realiza las paradas de descompresión, cuando se suponía que son especies que han evolucionado a lo largo de millones de años para evitar este problema. La ejecución del proyecto ha sido posible gracias a la colaboración con la Conselleria Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, así como a la ayuda de los pescadores

Desde hace un par de años los técnicos del Oceanogràfic empezaron a observar que algunas tortugas bobas que recibían en el ARCA del Mar para ser tratadas, después de ser entregadas por pescadores tras su captura accidental, presentaban signos compatibles con embolia gaseosa o síndrome descompresivo. Además de demostrar por primera vez que un animal marino puede padecer este síndrome, se ha conseguido salvar a las tortugas afectadas mediante terapia hiperbárica.

Los síntomas observados en las tortugas recuperadas en el Oceanogràfic ya habían aparecido en cetáceos, con evidencias bastante contundentes, tras unas maniobras militares en Canarias y otras zonas del planeta. Sin embargo, no se había podido demostrar del todo ya que la "prueba" definitiva se obtiene mediante el tratamiento en cámara hiperbárica de un animal vivo y observar si remiten los signos clínicos producidos por las burbujas en sangre y otros tejidos. Esto resulta prácticamente imposible en el caso de los cetáceos ya que el tamaño y la severidad del proceso hace que los animales mueran antes de poder ser asistidos.

En el caso de las tortugas, la ventaja que presentan es que son extremadamente resistentes y mucho más pequeñas que un cetáceo lo que ha permitido que lleguen vivas a las instalaciones del Oceanogràfic y hayan podido ser tratadas adecuadamente por parte de los veterinarios. La comunidad científica a pesar de haber realizado múltiples estudios al respecto desde finales de los años 60, consideraba que este síndrome no podría ocurrir en vertebrados buceadores, por lo que este descubrimiento supone un cambio de paradigma importante a la hora de entender mejor la fisiología del buceo de estos animales.

El descubrimiento de los veterinarios del Oceanogràfic ha obtenido el premio de Conservación durante su presentación en el 34 Congreso Internacional de Biología y Conservación de Tortugas Marinas celebrado en Nueva Orleans y que en esta edición ha contado con más de 700 asistentes de más de 70 países. Esta nueva condición implica revaluar los actuales protocolos de intervención así como las estimaciones sobre el impacto de las pesquerías sobre las poblaciones de tortugas marinas a nivel mundial. A este congreso asisten grupos muy potentes de investigación y agencias de gran relevancia como la NOAA de Estados Unidos, además de universidades de prestigio de Estados Unidos, Europa, Australia o Japón.

El siguiente objetivo del estudio es comprobar si este proceso se da en otras regiones del planeta y ver qué medidas se pueden tomar para evitarlo o minimizarlo en la medida de lo posible. A raíz de la presentación de los resultados del estudio en el congreso, diversas organizaciones internacionales ya se han puesto en contacto con el Oceanogràfic para colaborar y establecer estrategias de conservación para preservar estos animales que se encuentran en peligro de extinción.

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