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El concierto de apertura de la Universitat de València pone de relieve los vínculos culturales entre Francia y Rusia

  • La Orquesta Filharmònica de la Universitat interpreta a Ravel, Xostakóvitx, Fauré y Borodín acompañada del Orfeón Universitario de Valencia

Un año más, la Universitat de València inicia su curso académico con un concierto de apertura de su Orquesta Filharmònica, que este año tendrá lugar en la Sala Iturbi del Palau de la Música de Valencia, el día 23 de octubre, a las 20 horas. La entrada es gratuita y con invitación, que se podrá recoger a partir de una hora antes del concierto en las taquillas del Palau de la Música.

El concierto de este año pone de relieve los vínculos culturales que han mantenido Francia y Rusia y muy particularmente estrechados desde el siglo XVIII. Estos contactos artísticos se intensificarán de finales del XIX y comienzos del XX. Dos muestras de estas conexiones son la fuerte presencia de la lengua francesa en la élite de Rusia (hasta el punto de convertirse en la lengua principal de la aristocracia) o el peso de la tradición artística rusa en el universo intelectual francés. De hecho, se establecieron una serie de interconexiones entre los músicos franceses y los rusos. Berlioz fue el primer compositor francés del siglo XIX en ejercer una influencia notoria sobre los rusos y en sus viajes propició que sus obras, y las otros compositores franceses (Saint-Saëns, pero también Debussy, Dukas, Fauré, Roussel y Ravel), se escucharon en los auditorios rusos más destacados. Esta relación ha inspirado la confección del programa del concierto de apertura de la Universitat de València.

La estructura del programa, según explica el director de la Orquesta Filarmónica de la Universitat de València, Hilari Garcia, es “simétrica”, tanto con respecto al origen de los compositores como por la forma de algunas de las obras, dado que, cada parte del concierto comienza con pavanas de compositores franceses y se cierra con piezas de compositores rusos, en este caso, de naturaleza y estilos diferente.

El concierto se abre con música del siglo XX y, en concreto, con obras de dos de los compositores más representativos de aquel periodo el francés Ravel y el ruso Xostakóvitx. La primera obra del programa es la Pavana para una niña difunta de Maurice Ravel (1875-1937), compuesta para piano en 1899, cuando estudiaba en el Conservatorio de París con Gabriel Fauré, y orquestada unos diez años más tarde. La obra está dedicada a su mecenas en aquel momento, la Princesa de Polignac, y fue estrenada en 1902 por el pianista catalán Ricard Viñas. En cuanto a la Pavana para una niña difunta, Ravel sugiere que «no se trata del lamento fúnebre por una niña que acaba de morir, sino más bien la evocación de una pavana que habría podido danzar aquella princesa, una vez, a la corte de España».

Por otro lado, Dmitri Xostakóvitx (1906-1975) compuso su segundo Concierto para piano, opus 102, en 1957 para el decimonoveno aniversario de su hijo Maxim, que fue el artífice del estreno en el recital de su graduación al Conservadoore de Moscú. Esta parte contará con la intervención de Antonio Galera López, uno de los jóvenes valores del piano español, que ha ganado varios premios, entre el que destaca el que otorga Yamaha Music Foundation, y cuenta con una intensa actividad concertística en Europa, Asia y América.

La segunda parte, la Orquesta Filarmónica estará acompañada del Orfeón Universitario de Valencia, dirigido por Francesc Valldecabres. Esta segunda parte se inicia también con una pavana, en este caso del maestro de Ravel, Gabriel Fauré (Pamiers, Francia 1845-1924). La versión coral que se interpretará, sirvió de base para uno de los famosos Ballets Rusos de Diàghilev en 1917 y Fauré la incorporó en 1918 para acabar la música de escena de su obra Masques et Bergamasques. Además, esta Pavana inspiró la Suite bergamasque de Claude Debussy y también la Pavana para una niña difunta de su discípulo Maurice Ravel.

El concierto concluirá con la música de Aleksandr Borodín (1833-1887). Después del éxito del estreno de su Primera sinfonía, empezó a esbozar una ópera que se basaba en una epopeya rusa del siglo XII, la historia del ejército de Ígor, a partir de una versión de Stassov. Cuando Borodín murió, la ópera todavía estaba inacabada y Rimski-Kórsakov y Glazuno se encargaron de completar, revisar y orquestar los apuntes. El Príncipe Ígor fue por fin estrenada en San Petersburgo en 1890, pero cuando logrará en realidad una gran repercusión y adquirirá renombre internacional será sobre todo desde el momento de su estreno en París en 1909 por parte de la compañía de los Ballets Rusos de Diàghilev. En esta versión se incluyó el ballet coral Danzas polovtsianes, que a la larga se convertirá en el extracto de la ópera que más se programará en las salas de conciertos.

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