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Un guardia civil en excedencia, sacerdote en la iglesia de San Juan del Hospital en Valencia

Un guardia civil en excedencia, sacerdote en la iglesia de San Juan del Hospital en Valencia
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    Un guardia civil en excedencia, sacerdote en la iglesia de San Juan del Hospital en Valencia - (foto 2)
    Un guardia civil en excedencia, sacerdote en la iglesia de San Juan del Hospital en Valencia - (foto 3)

    La iglesia de San Juan del Hospital de Valencia cuenta, en su equipo de sacerdotes, con Pablo Lucena, cordobés de 51 años de edad y teniente de la Guardia Civil en excedencia.

    Lucena, que es presbítero del Opus Dei, sintió su vocación sacerdotal mientras servía en activo en la Benemérita, según explica en una entrevista en el semanario diocesano PARAULA.

    Aunque su vocación también a la Guardia Civil era “absoluta”, Lucena descubrió otra vocación, la sacerdotal, ya que “Dios me pidió un cambio de planes: que fuera sacerdote ministerial, algo que no se entiende si no partimos de la llamada que Jesús me hizo al Opus Dei como numerario cuando tenía quince años y a mi respuesta afirmativa”, precisa.

    De esta forma, siendo teniente de la Guardia Civil “sentí esa nueva llamada de Dios, le dije a monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei en ese momento, que mi entrega a Dios quería ser total, incluso por delante de mi vocación profesional, y tras sopesarlo con calma, finalmente fui ordenado sacerdote el 1 de septiembre de 2002 en Torreciudad”.

    Lucena, natural de Baena (Córdoba), ejerce su ministerio en la iglesia de San Juan del Hospital, en Valencia, acompañando principalmente a jóvenes y personas enfermas, y lo que más valora del sacerdocio es “la misa y también es muy satisfactoria la confesión, porque estás cara a cara con las profundidades de la otra persona, una labor muy delicada pero muy bonita”.

    De las reacciones en su entorno cuando comunicó su decisión de ser sacerdote  recuerda que “algún compañero me dijo que era una pena, con la carrera que llevaba en el Cuerpo, lo que me hizo sonreír, y en la Comandancia me aconsejaron tomarme más tiempo porque me veían disfrutar en mi trabajo” y su familia -sus padres y sus nueve hermanos- “no se lo esperaban pero me apoyaron, felices”.

    En sus años en activo en la Guardia Civil, Lucena tuvo como destinos el País Vasco, en los cuarteles de Murguía y Llodio, en Álava, entre 1993 y 1995, y Algeciras, donde pudo “conocer de primera mano las miserias del terrorismo y del narcotráfico”, respectivamente. 

    Según ha destacado el sacerdote, lo mejor del trabajo como teniente de la Guardia Civil “fueron mis compañeros, tengo la suerte de haber hecho muy buenos amigos en el Cuerpo”, al que define como “una familia en la que vivimos juntos, con las puertas abiertas, y con un orgullo tremendo”.

    Respecto a su vida como sacerdote, Lucena señala “la libertad, la paz y la secularidad” como “tres claros acentos del carisma del Opus Dei” donde  “cada uno es diferente y busca vivir con Jesús su día a día” y defiende que “nadie ha hablado tan claro como san Josemaría Escrivá -fundador del Opus Dei- sobre la libertad individual en la Iglesia y en la sociedad, sobre todo en materia política”.

    Por último, respecto al planteamiento que pueda hacerse hoy en día algún joven al sacerdocio, Lucena comenta que “le diría, con admiración, que lo piense tranquilamente, que lo hable con Jesús en la oración y con quien le pueda ayudar, que confíe en el plan que Dios Padre tiene para su vida, que experimente la felicidad de darse a los demás con generosidad.

    Y que decida, sin miedo, en un sentido o en otro, intentando no agobiarse porque, al final, nadie está a la altura de esa misión, por eso el sacerdocio es una vocación que da alas y hace tan feliz”.

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