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“La Festa Mare” muestra la vitalidad de las fiestas en la sociedad contemporánea

  • Museu Valencià d’Etnologia edita “La Festa Mare” que se enmarca en la colección de publicaciones Temes d’Etnografia Valenciana del centro dependiente de la Diputación de Valencia

Las sociedades de nuestra época son comunidades festivas. Y en ellas caben, atendiendo a su pluralismo intrínseco, toda clase de festividades: religiosas y laicas, políticas y cívicas, ceremoniales y carnavalescas; de calle y de ciudad, regionales y nacionales. Otras traspasan fronteras y se expanden cabalgando sobre las ondas de la globalización.

Algunas tienen raíces antiquísimas y otras son muy recientes, inventadas –como lo son todas- para celebrar identidades emergentes. El hecho cierto es que las celebraciones, los actos y las festividades, lejos de desaparecer pisoteadas por el progreso técnico y las transformaciones estructurales de nuestro tiempo, han experimentado una extraordinaria revitalización. De tales procesos –con la mirada puesta sobre la sociedad valenciana- trata La Festa Mare: las festes en una era poscristiana, volumen séptimo de la serie Temes d’Etnografía Valenciana obra de Antonio Ariño Villarroya y Sergi Gómez i Soler, que edita el Museu Valencià d’Etnologia,

Este libro ve la luz con la pretensión de registrar los cambios que se han producido en las últimas décadas y constituye una forma de reanudar una tarea empezada hace 30 años y que quedó plasmada en un libro Festes, rituals i creences, aparecido en 1988 como volumen cuarto de la serie Temes d’Etnografía Valenciana.

Creencias y vivencias
Dos problemáticas transversales constituían la estructura de aquel libro: por un lado, la descripción de lo que estaba sucediendo con los sistemas de prácticas y creencias que se manifestaban en fiestas y rituales en el proceso de transición, desde una sociedad agraria a una sociedad moderna, urbana y terciaria; por otro, la descripción de las diferencias entre el punto de vista eclesiástico (centrado en la salvación, la defensa de la ortodoxia doctrinal y el ejercicio del control social) y el punto de vista popular (orientado a la salud y la cosecha, en donde se entremezclan con normalidad absoluta prácticas y creencias procedentes de estratos culturales históricos diferentes).

Estos modos diferentes de interpretar la existencia y los distintos regímenes de acción y compromiso con el mundo que de ellos se derivan, convivían en general sin demasiadas tensiones explícitas. El acomodamiento pragmático y la resignación eran estrategias habituales. Los ritos que pautaban las transiciones biográficas eran religiosos y se celebraban dentro del marco eclesiástico; los rituales que estructuraban el tiempo social y público se asentaban también sobre prácticas religiosas en las que el sacerdote tenía un protagonismo fundamental. El lenguaje con que se interpretaba el mundo, las relaciones con las personas y con un mismo era religioso y católico.

Hoy este escenario ha cambiado radicalmente y la sociedad valenciana es una sociedad secularizada. La evolución de los rituales de transición biográfica resulta muy significativa de ello. Lo que sucede con estos rituales (que la sociedad celebra en el margen del marco eclesiástico), refleja el grado de desafección hacia la religión católica.

Pero paradójicamente, las fiestas no han entrado en una fase de decadencia, sino bien al contrario: se han revitalizado y transformado, de manera que bien puede decirse que son el fenómeno más vigoroso de la sociedad civil. Más de 5.000 asociaciones se encargan de organizar los distintos tipos de fiestas. Se trata de organizaciones autónomas que desarrollan sus actividades con independencia de cualquier tipo de control eclesiástico. Ahora bien, esta vitalidad de las fiestas no supone una recuperación de prácticas, de rituales y creencias meramente ajustados a un nuevo contexto, sino una transformación de acuerdo con lógicas y valores propios de la sociedad contemporánea.

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