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Este viernes se cumplen 600 años de la muerte de San Vicente Ferrer, patrón de la Comunitat Valenciana

    Este viernes, 5 de abril, se cumplirán 600 años de la muerte del patrón de la Comunitat Valenciana, San Vicente Ferrer, en la localidad francesa de Vannes, donde recibió sepultura.

    El santo dominico contaba 69 años cuando falleció. Después de 20 años de predicación itinerante continua por España, Italia, Francia y Suiza, se había desplazado en marzo de 1419, ya muy fatigado y enfermo, a esa zona de Francia, donde los duques de Bretaña le habían pedido que predicara y que se quedara en Vannes, según han indicado fuentes de la Orden de los dominicos.

    Llegó san Vicente “agotado hasta el punto de que la duquesa le envió su propia litera para que entrara más descansado a la ciudad francesa”. A pesar de su fatiga, insistió San Vicente en predicar cada día, según las mismas fuentes.

    Ante su falta de fuerzas, según la tradición, sus discípulos intentaron convencerle para que retornara a morir a Valencia, pero tras pensarlo e, incluso, planificar el retorno, terminó desistiendo recordando la visión que tuvo cuando estando muy enfermo, 20 años antes, Cristo le designó su apóstol y le profetizó que “moriría predicando en el Occidente, en tierras lejanas”.

    Poco después le sobrevinieron al santo unas fiebre muy altas y grandes dolores y fue la primera vez en su vida que aceptó guardar cama.

    El 3 de abril de 1419 san Vicente Ferrer llamó a un dominico para que le confesara, recibió poco después la Santa Unción. Al día siguiente, 4 de abril, sus discípulos cumplieron el encargo que les había hecho de que al entrar en la agonía le leyesen la Pasión de Jesús según los cuatro Evangelistas, tal y como lo hicieron san Francisco de Asís y san Franciso de Paula, y empezó a invocar los nombres de Jesús y de María, hasta que se quedó sin habla.

    Así estuvo también en la mañana del 5 de abril, miércoles de Pasión, hasta que pasado el mediodía, mientras le seguían leyendo la Pasión, juntó como para orar las manos y elevándolas juntamente con los ojos al Cielo, expiró. Eran las tres y cuarto de la tarde, del miércoles 5 de abril de 1419. 

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