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Alfonso Gálvez gana el XV Premio de Poesia 'César Simón' de la Universitat de València

Alfonso Gálvez gana el XV Premio de Poesia 'César Simón' de la Universitat de València

    Alfonso Gálvez gana el XV Premi de Poesia 'César Simón' de la Universitat de València. El pasado 5 de noviembre se reunió en Valencia el jurado de la XV edición del Premio de poesía 'César Simón', convocado por el Vicerrectorado de Cultura y Deporte. Esta edición ha destacado de nuevo por la gran calidad de los ejemplares recibidos. El jurado formado por Concha García, Antonio Méndez Rubio, Luz C. Souto, Andrés Navarro, Luci Romero y Begonya Pozo, en calidad de secretaria, decidió otorgar el galardón a la obra 'Decir un mundo'. Su autor, Alfonso Gálvez (Madrid, 1979), hasta la fecha ha publicado la plaquette 'Nictálopes' (Ed. Sol y Sombra) y ha realizado el libro de poesía experimental 'Manual de instrucciones'.

    El jurado ha considerado que el poemario de Alfonso Gálvez transita desde la elegancia y sencillez hasta fluir en la necesidad de resistencia y calma, destacando por su cuidado de la palabra y los detalles. Mediante un discurso fragmentario, muestra una visión de texturas que parecen obstaculizar la escritura, y sin embargo, es a través de las mismas como esta se revela. El sujeto casi desaparece, borra el yo, busca su raigambre en las raíces de la palabra, dando la sensación de que el poema es una larga secuencia de certezas que se desvanecen ante la imposibilidad de revelaciones más allá del merodeo o la búsqueda.

    'Decir un mundo' propone una poesía esencialista, que prescinde de las convenciones del género y hasta de la sintaxis ortodoxa, o que más bien subvierte esos códigos a su favor. Concebido de forma unitaria más que como una colección de poemas, los textos se dirigen a un tú dotado de la ambigüedad suficiente como para que el lector se sienta siempre aludido.

    Se trata de una obra innovadora a nivel léxico y visual. El juego con el espacio acompasa la fragilidad del sujeto al que solo le resta la palabra "mundo" para recobrar el tiempo y el espacio donde el "tú" desaparece, y es con esa falta donde también "la vida se arranca de lo orgánico". Es, con ello, un poemario donde el cuerpo de la escritura y el cuerpo del poeta se encuentran en tensión con la disolución provocada por la pérdida.

    La desmembración impera en la puntuación anárquica, sin mayúscula, pero también lo hace en la voz que enuncia: las manos, los músculos, el corazón, las vértebras, el abdomen, las vísceras, "la piel acribillada", la clavícula e incluso la osamenta se vuelven inmateriales, se desdibujan en la intemperie de un recuerdo que cada vez tiene menos pulso y que se vuelve, como el cuerpo, como el mundo, inorgánico.

    Con un sentido musical de la escritura que se abre a lecturas atentas de la actualidad y a los límites del mundo, el resultado es un poemario donde lo sensual y lo alegórico confluyen en una voz personal, conscientemente alejada de las modas o las corrientes literarias.

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