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Ni amnistía fiscal ni DUI

    El problema de tener una justicia politizada es que, del mismo modo que un padre que tiene varios hijos, si a uno le consientes, has de consentir a todos. La ley está para cumplirse. Hasta para cambiarla hay que cumplirla. Por eso estos días oír hablar de 'diálogo', 'soluciones políticas' y 'pactos', no deja de ser un brindis al sol en una sociedad saturada de conflicto político y judicial que acaba tomando esto como un Barça-Madrid, nunca mejor dicho.

    Y, por cierto, mientras todos miran 'el clásico', no prestan atención al Valencia, Villareal, Levante, Elche o Hércules. A buen entendedor, sobran más explicaciones.

    No debería caber diálogo contra quien se salta la ley, ni leyes a medida. Por mucho que algunos griten, o por mucho que algunos amenacen con defraudar impuestos, no debería caber la negociación. Ley, ley, ley. ¿Premiar a quién grita? ¿Premiar a quien defrauda? ¿Premiar a quien presiona?

    Nos encontramos ante uno de los mayores desafíos a los que se ha enfrentado la democracia española, y claro está que no existen soluciones mágicas. Pero salirnos de ley, para contentar o calmar a unos pocos, sería sentar un peligroso precedente.

    Cuando decidimos vivir en sociedad, todos firmamos un pacto con el resto de nuestros convecinos. Ese pacto es la ley, la Constitución, los Estatutos de Autonomía. No cabe abandonar el orden legal, por muy legítimas que puedan ser las aspiraciones, ante todo hay que atender a la pasta que nos une a todos. La ley.

    Diálogo, sí, post cumplimiento de la norma que nos garantiza derechos y libertades a todos.

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