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Per J. P. Enrique
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Esta es la vida moderna

    Me acabo de despertar. Lo primero que hago, aún sin casi poder abrir los ojos, es extender la mano y coger el móvil  para ver cuántos  mensajes me han entrado en mis horas de sueño. Miro los que considero de mayor interés. Miro también en el buzón de Gmail y Hotmail para ojear los correos. Enchufo el whatsapp. Contesto lo más urgente. Mi móvil me avisa de si hoy es el santo o el cumpleaños de alguno de mis contactos, familiares y amigos. Hoy es el santo de Inés. Lo primero es felicitarla para que vea que la aprecio y me acuerdo de ella. Le he mandado una frase junto con un vídeo gracioso que he buscado en internet. Creo que le va a gustar. ¡Cómo iba a olvidarme de ella en el día de su santo!

    Tras haber pasado 15-20 minutos revisando el móvil voy con él  al baño un segundo después de escuchar las noticias de la mañana. También he consultado el tiempo que va a hacer hoy. Desayuno mirando la pantalla mientras no soy consciente de lo que mastico y voy abriendo  todo lo que mi móvil me tiene guardado. Voy escribiendo una y otra vez: “Me gusta” al ver lo que me mandan mis contactos.

    Por mi móvil leo  los titulares de la prensa y me recreo en sucesos como el reciente asesinato de la maestra de Huelva (Primera noticia de los informativos un día sí y otro también). Los detalles son tan extensos que me informan de sus hermanos, de su novio, de sus amigas, de cómo iba vestida, del asesino, del amigo hermano del asesino, de… Escucho las opiniones de todos ellos. Me informo del lugar exacto de donde la asesinaron, de lo que ha encontrado la policía, de lo que dice el informe balístico, de la manta, de… Escucho comentarios de otros internautas y aprovecho para poner mi opinión sobre lo sucedido.  Entro en Facebook e Instagram.

    Camino del trabajo coloco el móvil en el coche y por él conozco si hay alguna retención en la carretera. Me entran las primeras llamadas que contesto mientras conduzco y dejó algunas para más tarde: Mando varios mensajes de voz: “No te preocupes que cuando tenga un momento te contesto”.

    En el trabajo miro el móvil continuamente. No hay más remedio que estar pendiente de él para atender a los temas del trabajo. Las conversaciones son largas y muy largas. A veces cortas. Dejo aparcados algunos mensajes del grupo de amigos, del grupo familiar, del grupo de senderistas, del grupo de compañeros de trabajo, del grupo de la piscina, del grupo de amigos del ajedrez,  de… Los veré más tarde y pondré muchos “Me gusta”.

    Aprovecho la hora del almuerzo para ver y/o responder a algunos mensajes y borrar otros.

    Tras regresar a casa, me preparo la comida en la cocina con el móvil a mi lado. Voy escuchando sus sonidos que delatan si el mensaje que me entra es o no de algún grupo. Me da tiempo para abrir alguno de ellos y escribir “Me gusta”.

    A la hora de comer lo hago mirando la pantalla de mi móvil mientras selecciono los mensajes que no he abierto. Lo dejo en silencio en pequeña siesta en el sofá, pero lo primero que hago al despertarme es mirar qué es lo que me ha entrado de nuevo.

    Al finalizar la jornada suelo dar un paseo. El móvil me dice los pasos y las calorías gastadas. También me registra la ruta y la distancia que he recorrido. Mientras camino me van entrando mensajes. Los voy mirando y contesto algunos de ellos a veces simplemente poniendo “Me gusta”.

    Después del paseo, ya en casa o tomando una copa con unos amigos, me conecto en YouToube, Twiter, Instagram y Facebook. Reunidos en una mesa nos seguimos enviando mensajes unos a otros “¿Has visto lo que te acabo de enviar?”

    He recibido videos de los muchos grupos a los que pertenezco. Quiero destacar que hoy me han mandado una foto antigua de lo que era el pueblo en mi infancia; he recibido imágenes de las travesuras del hijo pequeño de un compañero de oficina; una foto de Luisa con su sobrino; un video de lo bien que se lo pasaron en un viaje a Madrid Pedro e Inés. Sé lo que comieron. He recibido fotos mías de los años de colegio que también tengo en el álbum en casa y que nunca abro. He informado a  mis contactos de la frutería que suelo visitar.

    Se hace tarde. Voy a cenar y mientras ceno miro mi serie favorita con el móvil encima de la mesa, atento también por si alguien tiene algo que comunicarme. He cenado de rutina, casi sin saber lo que he comido. Finalmente me acuesto no sin antes echar un vistazo a todo lo que me ha entrado en las últimas horas. Abro algunos mensajes y contesto escribiendo “Me gusta”.

    Mañana, por fin es viernes. Será otro día. Con dos días por delante, buscaré en mi móvil para programar mi tiempo de ocio. También a través de él buscaré propuestas y ofertas.  Posiblemente vaya a algún concierto. Allí tendré mi móvil en silencio pero lo pondré en mi bolsillo dejándolo en  modo avión para estar pendiente por si me llega algo urgente que deba atender. Si me reúno con mis amigos  tomaremos unas cervezas mientras nos pasamos mensajes unos a otros y nos decimos cosas a través del móvil.

    No podría vivir sin mi móvil. Cuando no lo veo cerca me estreso enseguida. Con el móvil puedo hablar con mis amigos y saber todo sobre ellos. Con el móvil estamos siempre en contacto. Es el nexo que nos une. Es la vida moderna.

     

    PD Este artículo está dedicado a los nuevos seres humanos que han añadido a sus extremidades una nueva. Una extremidad que sirve para ir pegados a un móvil y alojar  en internet todo: gustos, aficiones, recorrido diario, lugares visitados, tiempo de paseo, de relax, de diversión, libros leídos, temas que nos interesan, afinidad política, etc.etc. Una extremidad que sirve para que, desde unas nubes desconocidas en donde se almacena toda esa información, nos controlen al milímetro y nos bombardeen con publicidad personalizada.  Internet sabe más de nosotros de lo que sabemos nosotros y saben nuestros amigos más íntimos. Internet nos tiene ocupados en unos temas de actualidad y nos aparca otros.

    Con toda esa sabiduría en su poder, internet nos lanza las ofertas de los productos que necesitamos y nos lanza los mensajes que queremos escuchar con el fin de orientar nuestro voto hacia algún líder político. El siguiente paso será que ya no sea necesario perder el tiempo votando. Alguna plataforma lo hará por nosotros, mientras nosotros nos ocupamos de mirar el móvil y nos entretenemos con él faltos de tiempo para la reflexión y la crítica.

     

    ISRAEL SIGUE EL EJEMPLO DE JEHOVÁ

    El dios de Israel castigó a Adán y Eva y extendió su castigo  a todos sus descendientes por una falta de desobediencia. Israel va por el mismo camino y si ya lleva tiempo derribando casas de palestinos que se enfrentan a ellos por la ocupación, ahora se dispone a dar un paso más y está elaborando una ley para expulsar a las familias palestinas en las que  ellos piensen que hay algún miembro de la unidad familiar haya sido autor de algún ataque en Cisjordania.

     

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    comentaris 2 comentaris
    Lirondo
    Lirondo
    30/12/2018 07:12
    Ben cert

    Hi hauràs d´aprendre a escriure millor, si vols que se t´entenga.

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