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Per J. P. Enrique
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Crónica del Día del Gran Desfile de los Patriotas (año 2021)

    “Han desfilado sanitarios, investigadores, empresarios, agricultores,.. No han estado todos pero si muchos de los que ayudaron a combatir el virus en 2020.”

    El sol luce con esplendor. No hay una sola nube surcando los cielos. Cogidos de la mano Alberto y sus dos sobrinos, vestidos para la ocasión con sus trajes y zapatos más nuevos,  caminan con buen paso hacia una grada en donde miles de personas tratan de acomodarse para presenciar el  Gran Desfile de los Patriotas.

    Instantes después, por los altavoces empiezan a sonar las notas de una canción “Resistiré”, del Dúo Dinámico,  que los partidos políticos consensuaron que  fuera la música y letra del himno nacional, una decisión que apoyó  toda la ciudadanía.

    Sobre la explanada, con visible emoción que lo invade todo y que no todos pueden disimular, se inicia el Gran Desfile de los Patriotas.

    Se escuchan los primeros  cálidos aplausos. Caen las lágrimas de algunos espectadores. Entre el creciente ruido de una multitud que golpea sus manos con emoción y fuerza, abre el desfile un numeroso grupo de médicos, enfermeras, celadores y auxiliares. “Son -se dice por megafonía-  nuestros grandes héroes. Ellos y ellas, con medios materiales muy escasos, cubiertos, a veces  con chubasqueros o simples bolsas de basura, contribuyeron en el año 2020 a contener la enfermedad cuidando con cariño a los enfermos.”

    Desde las gradas se escucha un aplauso cada vez más atronador. La gente, en pie, casi se rompe las manos aplaudiendo.  Desde el lugar que ocupa, tío Alberto responde a la pequeña Ana: “Sí, sí lo es. Aquella que saluda con la mano, al final de la fila, es mamá. Debes sentirte muy orgullosa de ella, por todo lo que hizo trabajando  en el hospital sin mostrar el menor síntoma de agotamiento”. Y la niña, en medio de un estruendo que ahoga su débil voz grita con todas sus fuerzas: “¡Mamá, mamá, te quiero mucho, mucho!”

    El desfile sigue su curso y se ve ahora una delegación de repartidores de butano,  de mujeres de la limpieza, también de parados y de inmigrantes que se quedaron sin sus ingresos y que lograron sobrevivir con las pequeñas ayudas del gobierno o solos. No cesan los aplausos.

    Sigue el colectivo que representa a policías y guardias civiles, aplaudidos en agradecimiento por lo que ayudaron en el desplazamiento de enfermos, también en atender a mujeres maltratadas y en socorrer a la ciudadanía en sus problemas. También montando hospitales.

    Aparece ahora un grupo de políticos de diferentes partidos en representación de aquellos que han estado ahí al lado de los ciudadanos. Los que han puesto mucho corazón en ayudar a todos y especialmente a los más necesitados.

    Viene ahora un grupo de especialistas de la UME que montaron sin descanso hospitales de campaña y a desinfectaron residencias de ancianos y espacios públicos. Van acompañados de pilotos de aviación que fueron a China en busca de material sanitario y también soldados que ayudaron en su distribución. No faltan soldadores, montadores, etc. oficios, todos, entregados en la construcción de hospitales provisionales para atender la avalancha de enfermos, trabajando sin desfallecer.

    Otro grupo numeroso que desfila ahora, está formado por investigadores y hombres de ciencia en general, unas personas que han estado durante años olvidadas y  peor pagadas. Ahora, todos sabemos, que solo poniendo recursos suficientes en manos de la ciencia, será posible controlar las catástrofes futuras.

    Tras ellos van los empresarios que se pusieron a utilizar sus  cadenas de montaje para fabricar respiradores y voluntarios que fabricaron mascarillas de manera artesanal.

    Con azadas al hombro pasa por delante de la tribuna, en este momento, una representación de agricultores. Han sido, durante la crisis, los que se ocuparon de que no nos faltaran cebollas, naranjas, judías, melones, aguacates, tomates,…

    Todos van circulando entre aplausos y vivas. Vivas a los grandes héroes de la patria. Vivas a los que mayores derroches hicieron de humanidad y de solidaridad.

    Al desfile no han acudido futbolistas de élite, ni  jugadores de tenis, ni hábiles conductores de coches y motos. No se ha visto a ningún político de los que utilizan la mentira y  el insulto cada vez que hablan. Tampoco estrategas de la defensa y mercaderes de armamentos. El público ya lo sabe y ellos deben de haberlo entendido: nada justificaba sus altísimos sueldos y la admiración exagerada que sentimos por ellos.  Las personas ya no les consideran importantes, como tampoco lo son actores y millonarios que hasta ahora han dirigido sus vidas al banal objetivo de solo acumular dinero. Tampoco han acudido los especuladores que crearon escasez de productos y elevaron sus precios, ni quienes gastaron tiempo en difundir bulos a través de las redes, con el único fin de injuriar y desestabilizar.

    Ya la gente empieza a marcharse a sus casas. Tío Alberto, le dice a Jorge, el mayor de sus dos sobrinos: “No han desfilado todos lo que tendrían que haberlo hecho porque han faltado panaderos, transportistas, voluntarios de la sociedad civil, ONGs, trabajadores de servicios sociales, carteros, curas que se volcaron con los pobres, etc. Lo importante ha sido ver reflejados en ellos a miles de ciudadanos anónimos  que han destacado durante la epidemia por su esfuerzo abnegado y solidario a favor de  los demás.”

    Jorge solo dijo: “Yo, de mayor quiero ser también como ellos”. “Lo serás, hijo, lo serás, porque has vivido una gran crisis y has aprendido en la escuela de la vida a distinguir lo que es realmente importante. Llevarás siempre impresas en tu mente las palabras  JUSTICIA SOCIAL, AMOR Y SOLIDARIDAD”.

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