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Per Jesús Montesinos
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Hay más paro porque no se crea empleo

    Desde que estalló la crisis en 2008 en España nos hemos metido en cinco millones de parados (sin contar los autónomos sin derechos). Junto con el drama personal y social que esto comporta lo que demuestra es la incapacidad de la economía española (gobiernos incluidos) para generar puestos de trabajo, quizá porque el modelo económico español está agotado y solo da para los que ahora trabajan. Y sin embargo seguimos insistiendo en inversiones tangibles cuando todos los países de nuestro entorno reflotan por el valor que toman las inversiones en intangibles.

    Nosotros percibimos la economía a base de infraestructuras. Nuestra cultura de desarrollo ha tenido esta base, quizá porque siempre ha sido una asignatura pendiente. Por eso cuando llegan las campañas electorales se sigue hablando de carreteras, trenes, barcos, aviones, naves industriales y ocupaciones hoteleras como si esa fuera la única magnitud contable para medir la riqueza, cuando en estos momentos tiene más futuro la inversión en aplicaciones del IPad que en componentes para la Ford, por no citar solares y viviendas.

    Ocho de las diez empresas más importantes del mundo ya no son fábricas; son industrias o servicios de conocimiento. Y lo mismo pasa en España o en la Comunidad Valenciana. Hemos entrado de lleno en la sociedad del conocimiento, aunque nos cuesta mucho abandonar las varas de medir tradicionales. La inversión en intangibles es la única que genera empleo.

    El turismo lo seguimos midiendo en visitas, apartamentos vendidos o aviones llegados, lo que no ya aporta retorno neto en las inversiones de capital físico realizadas. Y sin embargo dejamos sin contabilizar la mayor rentabilidad que tienen los servicios con valor añadido, el ocio intenso o la oferta de espacios residenciales permanentes para turistas de alga gama.

    Para diseñar aplicaciones al IPad hacen falta expertos en diseño, marketing, servicios y oportunidades de negocio, que son sin embargo los agujeros más grandes que tenemos en nuestro capítulo formativo. La educación, la sanidad o la investigación son intangibles. Y sin embargo nos preocupa e interesa el capítulo espacial de estos servicios, no su contenido.

    Seguimos montando bulla si no hay un colegio en cada barrio, pero nadie entra a valorar cómo dan las matemáticas en ese colegio. El informe PISA sobre la caída de nuestros escolares en comprensión lectora y matemáticas es demoledor y sin embargo las manifestaciones de los padres son por un colegio más bonito.

    Jonathan Hoskel, catedrático de Economía del Imperial College del Reino Unido, cuenta en el Blog del IVIE (www.youtube.com/ measuring intangibles) que hasta el aprendizaje es un intangible necesario. Y hasta Ana Maria Matute dijo cuando recogió el Premio Cervantes que “el que no inventa no vive”. Hemos perdido cuatro años, porque para generar empleo hace falta algo más que solares, carreteras, AVE, playas y sol. Hay demasiada competencia en ese terreno y deja poco dinero. Como en otros sectores, el turista del futuro pedirá una paella bien hecha, bien servida en un chiringuito limpio. Todo intangibles.

    Nos queda pendiente ese tren que debe llevar los coches de Ford a los mercados europeos, pero no está ni empezada la red de fibra óptica que nos ponga el MIT y sus patentes a un click de internet sin tener que pagar una fortuna a las operadoras o pasarse media hora para descargarse una propuesta de compra. Es todo un cambio cultural, porque seguimos entendiendo inversión como la que se realiza en asfalto, edificios o máquinas y gasto la que llega a educación, sanidad o investigación. Solares y máquinas frente a conocimiento y habilidades. Por eso hace cuatro años que generamos paro y no empleo.

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