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El nuevo pulmón verde Hnas. Ferrer Bou

    En este pleno de mayo y si no ocurre nada extraño, el ayuntamiento de l’Alcora ratificará el convenio de colaboración con la Diputación de Castellón para realizar las obras del parque público Hermanas Ferrer Bou, incluidas en el PAI Ciudad jardín con una superficie de 4600 m2. Quieren además construir unas gradas que conformen un anfiteatro, áreas de descanso, recreo para los niños, etc. En definitiva una buena noticia para esta población con un casco urbano asfixiante, conglomerado y poco amable para el relax interno, lo que invita a pulular por las afueras y lejanías.

    Me gustaría aportar mi granito de arena para esta zona verde, por la que he transitado desde la niñez y que he visto cambiar en todas las estaciones del año, desde la ventana de la casa de los abuelos maternos que de frente da al colegio de los Hermanos, y por su parte trasera al huerto de “les Pures” , o lo que es lo mismo de las mentadas hermanas Ferrer Bou. Éste ha sido siempre un rincón verde, con huertos trabajados y cuidados, con toda clase de verduras y frutales. Un entorno amable que a modo de gran golfo natural, se adentraba por la zona este de la población, suavemente escalonado y sazonado por la acequia mayor, que lo ciñe por los cimientos de las últimas casas del arrabal del Peiró, y calles de Poador y Agua. Es sin duda un enclave mágico, donde han proliferado toda clase de arboledas y no sólo frutales, sino otros de mayor porte como almeces, olmos, nogales, higueras, laureles, saúcos, algarrobos, almendros, palosantos, moreras y hasta palmeras. También plantas olorosas como buganvillas, jazmines, madreselvas, jacarandas, hiedras, etc. confiriendo todo un jardín botánico abstracto y natural, que se oteaba a través de las tapias y portalones con un aire de misterio aristocrático, y se saboreaba con el olfato, inundando con su perfume las calles y plazas colindantes, cosa muy de agradecer en la época.

    Con la urbanización de esta zona hace años y paralizada por problemas entre propietarios, nada de este pequeño vergel ha quedado en pie. Algún alma sensible ha llorado por la tala de las gigantescas nogueras que aún quedaban. Yo también, cada árbol derribado es una derrota del alma humana, y hay muy pocos resueltos a plantarlos, al menos a plantarlos convenientemente para que vivan crezcan y fructifiquen con los años. Plantar para la foto y despreocuparse, es lo que se lleva; lo otro es más costoso y por ello, es lo que al final sobrevive.

    Así que visto lo visto y recogiendo el envite del concejal Vicente Mateo por nuestra amistad en el Face, sería de muy buen proceder, el que recuperara la variedad de los árboles que ya existían allí. Primero porque demuestra que se adecúan al suelo. Segundo porque son los autóctonos de nuestros bosquetes y jardines, antes que imperara la dictadura de los viveros exóticos. Y tercero, porque hacen fruto, y de ese fruto se alimenta la fauna alada y terrestre de ese entorno natural colindante al río, solaz de lavaderos públicos y cercano a la fuente histórica de la Pelejana. Fuente salutífera por cierto, donde lavaban las mujeres las ropas y las saneaban de las terribles y crueles enfermedades contagiosas que ha sufrido nuestra población a través de los siglos. Por cierto, la fuente sigue enterrada entre el zarzal y como perdida para la vista humana, puede que sea lo mejor, al menos así se conservará.

    Es el futuro pulmón, (que ya lo era antes de entrar las máquinas) lugar de cría del ruiseñor, currucas y alcaudones, de mirlos y gorriones, y también de jilgueros, verdecillos y verderones. Por ello plantar árboles para su cría es deber de los regidores sensibles con el paisaje y el medio ambiente. También árboles de fruto para su alimento y conservación, sin olvidar los arbustos de bayas que aseguren esa alimentación estacional, y para más inri el colmo de los colmos, crear una fuente o estanque permanente que sea accesible para toda la fauna que pulule por ese bello rincón. Sin dudar de la buena voluntad de los ediles, cualquier aportación puede ser válida si está hecha como ésta, con la mejor y más sana intención.

    Hace ya muchos años que casi no hay gorriones, han desaparecido las casas viejas con sus tejas morunas y oquedades para sus crías; además con tanta barrendería, tampoco quedan migas de pan por el suelo, ni corrales para que roben el pienso a la fauna doméstica. Hace años estuvieron a punto de desaparecer los vencejos del casco antiguo por falta de lugares de anidación. El concejal del ramo que era un servidor, instaló en los aleros del viejo colegio de las monjas, hoy escuela EPA, cajas nidos para que estas aves viajeras tuvieran casa y procrearan, las seguí y al principio recelaban, hoy crían de maravilla y la colonia de vencejos está asegurada. Pero se podrían instalar más y no solo en edificios públicos, sino en los particulares, todo es cuestión de sensibilidad y verdadero amor a los animales.

    Si en el nuevo pulmón de las Hermanas Ferrer Bou, se cuida un poco el detalle arbóreo y se crea una micro zona, no solo retornará el esplendor que tuvo, sino que se superará y además habrá logrado su finalidad integral. Un espacio humano para los vecinos y un entorno vivo para la fauna salvaje, como siempre lo había sido hasta su urbanización y deforestación. Que impere el sentido común y si es posible, el buen gusto. Siempre será de agradecer por quienes buscan ese lugar de solaz y recreo que nos evite las angustias de la vida, de las que nunca podremos huir pero sí al menos, intentar mitigar.

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