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Gran devoción en el Vía Crucis por el año jubilar en la parroquia del Sagrado Corazón

Gran devoción en el Vía Crucis por el año jubilar en la parroquia del Sagrado Corazón
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    Ha sido uno de los actos más esperados desde que dio comienzo la Cuaresma. El Vía Crucis extraordinario que tiene como telón de fondo la conmemoración del 50 Aniversario de la Parroquia del Sagrado Corazón y Año Jubilar, contó con una amplia asistencia de devotos que llenaron las calles cercanas a la parroquia por las que discurrió el cortejo: Calles del Barrio de la Punta, Ulpiano, del Mar, Ramon y Cajal, Zoa hasta la parroquia.

    En la tarde-noche del viernes 3 de marzo, las cofradías que tienen su casa en la Parroquia del Sagrado Corazón: La Santísima Vera-Cruz de la Convocatoria y Ntro. Padre Jesus en Samaria; Ntro. Padre Jesús Cautivo “Nazareno”; Ntra. Señora de la Esperanza y de la Paz y Ntro. Padre Jesus Triunfante; La imagen de Santísimo Cristo del Mar en su Ultima Expiación y Ntra. Señora de la Piedad, arrancaron el Vía Crucis con los estandartes de las cofradías participantes a los que seguían las imágenes. Todas ellas con sus costaleros y hermanos de cofradía. Asistió igualmente la corporación con el Alcalde Eduardo Dolón, y los concejales Rosario Martinez, Antonio Quesada, Sandra Sanchez y Maria Jose Ruiz

    Fue algo más que un Vía Crucis, más que un rezo inspirador y profundo que ofrecía el párroco D. Aurelio Ferradiz y los fieles de la parroquia. La mímesis imágenes/fieles convergían hasta tal punto de humanidad que todo parecía un sacrificio antiguo, un recorrido por el dolor hasta el Calvario, sin más mesa de altar que unas andas a merced del frío de una noche de marzo. Los fieles entregaron a Torrevieja un Vía Crucis que desbordó espiritualidad y respeto. Y la ciudad correspondió.

    En el Año Jubilar que celebra la parroquia del Sagrado Corazón, la extraordinaria devoción en el Vía Crucis, se vivió como si el “rigor mortis” de Cristo tensara los aires y nuestros ojos, como si el Sepulcro se alejase cada vez más y más de nuestro rito. Y de manera extraordinaria Cristo mismo decididamente muerto, definitivamente eterno, cruzó ante nosotros en esta noche de marzo.

     

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