TURISMO

La Ruta del Grial, un recorrido por tierras valencianas en busca del Santo Cáliz

CARLOS MEDINA / ESMERALDA SERNA - 07/05/2023

Una ruta de 134 kilómetros por 18 municipios permite conocer este antiguo camino de peregrinaje hasta llegar a la reliquia más codiciada de la humanidad

Desde hace 2.000 años la humanidad busca los objetos y reliquias que fueron testigos del momento trascendental de las últimas horas de vida de Jesucristo, ya sean pedazos de la cruz, de la sábana santa o el cáliz que mojó sus labios poco antes de ser crucificado.

El más deseado a lo largo de la historia ha sido el cáliz de la última cena, objeto sagrado de la cristiandad que se ha mantenido como una de las reliquias más codiciadas por el ser humano a lo largo de los últimos dos milenios.

La historia, entremezclada con la leyenda, cuenta que, con el paso de los siglos la reliquia ha viajado por el mundo, escondida bajo la protección de diferentes instituciones y durmiendo en todo tipo de lugares, desde cuevas recónditas a pequeñas ermitas rurales, grandes monasterios o lujosas capillas reales hasta llegar a su actual ubicación, que según algunos estudios podría ser la ciudad de València.

Una ruta siguiendo los pasos del grial

¿Te imaginas rastrear como un sabueso los pasos del Santo Cáliz en tierras valencianas, pueblo a pueblo, capilla a capilla y monasterio a monasterio? Esto es lo que propone la Ruta del Grial, que recupera el antiguo camino de peregrinaje que recorría Aragón desembocando en la capital del Turia.

Y es que la ciudad de València ya era un sitio de peregrinaje importante en el medievo, en gran medida por el fervor vicentino, y la ciudad contaba con numerosos hospitales donde se cobijaban los peregrinos. Miles de ellos recorrían cada año esta ruta e incluso los Reyes Católicos hicieron lo propio en 1481.

Una ruta turística que todavía se puede recorrer siguiendo el trazado del antiguo Camino Real que conectaba los reinos de Aragón y Valencia por el valle del Palancia y continuando por la Vía Augusta romana que cose el Mediterráneo de norte a sur.

Dos trazados históricos que actualmente coinciden en gran parte con las vías verdes de Ojos Negros y la Xurra, que lo hacen perfecto para recorrerlos a pie o en bicicleta, incluso en familia. Toda una experiencia con la que disfrutar a la vez del deporte, los paisajes, el patrimonio y la historia.

Peregrinos por el Alto Palancia

La propuesta comienza en el altiplano de Barracas, en la frontera con Teruel, y llega hasta la capital del Turia, recorriendo 134 kilómetros y 18 municipios entre frondosos valles y la verde huerta. Está planteada para completarla en 7 etapas, con todo tipo de servicios para el viajero en cada una de las paradas y se puede extender con otra ruta complementaria por los montes de Montanejos y Cirat.

Una de las zonas más bellas por las que transcurre la ruta es la comarca castellonense del Alto Palancia, por donde se desciende hasta la costa de la histórica Sagunto. Por el camino, el viajero debe hacer parada en impresionantes vestigios de un pasado esplendoroso como la cartuja de Vall de Crist o la ciudad amurallada de Segorbe.

Una de las primeras paradas en tierra valenciana es Caudiel, un pequeño pueblo que esconde un tesoro: El antiguo convento indiano de los Agustinos, donde se encuentra la Virgen del Niño Perdido, emparentada con el pueblo de Les Alqueries.

El aspecto monacal del exterior del templo contrasta con su interior, que siguiendo la máxima del horror vacui no deja un milímetro sin ornamentación dorada. Toda una joya a visitar, en especial el lujoso camarín interior.

Otra de las curiosidades de este lugar es la imagen original de la virgen, esculpida en el marfil de un colmillo de elefante. Una pieza de incalculable valor que se encuentra escondida en un lugar secreto y solo sale en contadas ocasiones de su escondrijo.

Gran parte de la Ruta del Grial la marca la historia del monarca Martín el Humano, quien viajaba por la Corona acompañado de sus reliquias, que llegaron así hasta la cartuja de Vall de Crist, en Altura, otra parada a la que llega el viajero tras el paso por una villa de Jérica dominada por su torre Mudéjar, numerosos túneles ferroviarios, hermosos valles y parajes naturales como el popular Salto de la Novia de Navajas.

Esta cartuja, hoy en ruinas, fue en el siglo XIV un poderoso señorío feudal y sus muros fueron testigos del paso de personajes tan importantes como el Papa Luna o San Vicent de Ferrer. Un imponente edificio que fue paradójicamente dinamitado y volado por los aires tras la desamortización, cuando sus nuevos dueños decidieron hacer negocio con cada piedra.

Antes de su destrucción, sin embargo, ya comenzaron a desaparecer algunas de sus riquezas interiores, como un tríptico saqueado por las tropas napoleónicas que ahora se encuentra en el Metropolitan Museum de Nueva York.

De este lugar clave, además, parten varias rutas históricas, como el camino de los Pescadores, con el que los moradores recibían los manjares del mar, o la ruta de las cartujas, que conecta a través de la Calderona con la vecina Porta Coeli.

Siguiendo el curso del Palancia, otra parada imprescindible es Segorbe, donde se puede disfrutar de la única catedral de estilo neoclásico de España. Siguiendo el trazado de sus calles se puede conocer su interesante historia eclesiástica y militar, el origen de los mejores aceites o la historia de los personajes más ilustres de la villa, como el autor de las reglas del ajedrez occidental.

La ruta (cuyos tracks se pueden consultar en wikiloc) continúa valle abajo por las históricas Soneja, Algimia de Alfara, Torres Torres, Estivella, Gilet y Sagunto y continúa por la costa hacia Puçol, El Puig de Santa María, Masamagrell, Alboraia y València, la parada final.

El cáliz: La última parada

Tras llegar a la romana Sagunto la ruta avanza por la huerta valenciana, entre cebollas, naranjos y chufa hasta llegar al Cap i casal, donde el viajero recorrerá el mismo camino que hacían los antiguos peregrinos entre el impresionante patrimonio de la ciudad y todo lo que esconde.

Pero si hay algo que no puede faltar en esta ruta, es la visita a la capilla al Santo Cáliz en la Catedral de València, la última parada de este peregrinaje. Sin embargo, ¿se trata del verdadero grial que tocó los labios de Cristo?

Lo cierto es que la tradición y mucha de la documentación recogida a lo largo de los años lleva a pensar que la copa que se custodia en València podría ser la misma que utilizó Jesucristo en su última cena con los apóstoles.

Alicia Palazón, directora del centro oficial de interpretación Aula Santo Cáliz-Aula Grial, explica que el cáliz de la catedral “coincide en el tiempo con el de Cristo” y sigue las mismas técnicas que utilizaban los orfebres judíos de la época.

De hecho, Palazón señala que en estos momentos “es la única copa del mundo que podría ser el santo cáliz” por sus características y materiales, ya que el resto de los que se conocen o son copias posteriores o no siguen las técnicas judías de la época. De hecho, el Vaticano ha reconocido a València como ciudad Jubilar al considerar la posibilidad de que su cáliz sea el que usó Jesucristo.

Desde 1916 el cáliz está instalado en la antigua Sala Capitular, habilitada como Capilla del Santo Cáliz y precisamente esta exposición pública permanente de la sagrada reliquia hizo posible que se divulgara su conocimiento, muy reducido mientras permaneció reservado en el relicario de la catedral.

Eso sí, hay que recordar que solo es original la copa de ágata pulida, ya que el resto de las piezas del cáliz son orfebrería medieval que se añadió con el paso de los siglos.

Persecuciones, escondrijos y empeños de Roma a València

La historia del cáliz es una historia de 2.000 años de huidas, persecuciones religiosas, empeños, litigios judiciales y carambolas del destino que han acabado con la reliquia en el interior de la catedral de València.

El trayecto de los peregrinos que acaba en la capital del Turia tiene su inicio a cientos de kilómetros, en el monasterio oscense de San Juan de la Peña, ya que este fue uno de los lugares donde estuvo resguardado el cáliz tras el periplo de su huida de Roma en el año 258.

Se cuenta que el Cáliz fue llevado a Roma por San Pedro y que fue conservado por los Papas sucesores a éste hasta San Sixto II, quien para librarlo de la persecución de los romanos a los cristianos, ordena a San Lorenzo, de origen aragonés, que lo llevase hasta estas tierras.

Tras la conquista musulmana de la península, el cáliz estuvo oculto en los Pirineos hasta que fue entregada en el año 1399 al Rey de Aragón, Martín el Humano, un rey que llevaba siempre tras de si su relicario.

Cuentan las crónicas de la época que, tras los litigios judiciales por la propiedad legal de la reliquia, el cáliz llega a València en 1437, en tiempos de Alfons el Magnànim, en un momento en que la capital del Reino era una efervescente urbe y una de las metrópolis más importantes del Mediterráneo.

Y el traslado se realiza por una cuestión financiera: Los reyes de la Corona de Aragón han de pedir un préstamo al Cabildo Catedralicio para continuar sus campañas militares en Nápoles y Sicilia y estos exigen la custodia del Santo Grial y otras reliquias como garantía de la operación.

Desde entonces, ha permanecido en el mismo lugar y es conservado y venerado durante siglos entre las reliquias de la Catedral. De hecho, hasta el siglo XVIII se utilizó para contener la forma consagrada en el “monumento” del Jueves Santo.

Así, el cáliz que la humanidad ha estado buscando durante siglos podría ser el que se encuentra en esta catedral desde los últimos 586 años, salvo excepcionales paréntesis críticos como el de la Guerra de la Independencia o el de la Guerra Civil, en los que tuvo que ser ocultado para evitar su saqueo.

 

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