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Jorge Cortell, de promesa del baloncesto a combatir enfermedades en todo el mundo

Jorge Cortell, de promesa del baloncesto a combatir enfermedades en todo el mundo
  • La historia de superación de un vecino de Puçol

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Jorge Cortell era una joven promesa del baloncesto cuando descubrió su pasión por la tecnología biomédica. Tras ganarse un sitio en el Pamesa Valencia y disputar varios partidos de pretemporada en la liga ACB, vio cómo su carrera deportiva despegaba… Pero sin él. Tenía las dos rodillas rotas y acumulaba más de cinco cirugías en cada una. No obstante, lo que suponía el fin de una etapa fue, a su vez, el punto de partida hacia una profesión que está ayudando a luchar contra enfermedades genéticas e infecciosas en todo el mundo. Últimamente, desde casa… Y la OMS se ha fijado en él.

Durante todos aquellos meses pasando de quirófano en quirófano por las lesiones de rodilla «vi mucha imagen médica, que me llamó la atención», recuerda Cortell, que se fijaba en cada una de las radiografías, entre otras pruebas. Al comprender que debía dejar el baloncesto, decidió volver a estudiar. «Había hecho empresariales, pero quería algo que me gustara más», comenta, así que se adentró en el campo de la informática, con especialización en imagen médica y satelital. Y acertó.

Al finalizar sus estudios, este vecino de Puçol continuó formándose y aprendiendo de manera autónoma: «monté empresas, aprendí mucho, di clases en la Universitat Politécnica de Valencia durante cuatro años...», explica, aunque en esta última tuvo ciertas confrontaciones por su defensa del software libre, que chocaban con las ideas de la institución. Y, al cerrar aquella etapa, quiso crear una empresa basada en sus principios. «Decidí que debía estar libre de sistemas con copyright y patentes». Y así nació Kanteron.

Al principio, la empresa se centraba en el campo de la imagen médica, aquello en lo que se había especializado el CEO y fundador. Pero todo cambió en Nueva York. Se encontraba al otro lado del charco tratando de expandir su sistema y, en una de las muchas reuniones con hospitales y redes médicas, topó con el caso de una paciente de cáncer de mama recurrente. «Era la segunda vez que lo sufría y no daban con una solución clara para ella», comenta Cortell: «Decidí que había que centrarse en este caso específico». Así que dejó de lado decenas de proyectos para enfocar toda su atención y la de sus trabajadores en esta paciente.

Encontró al amor de su vida

Jorge detectó que los servicios médicos no estaban siendo eficaces: «Había información que no se comunicaba bien entre los médicos, tomaban notas a mano, no se ponían de acuerdo...». El motivo, según él, era que la información que trataban no era digital, por lo que volcó toda su plataforma en diseñar un sistema enfocado a la medicina de precisión y en ofrecer un análisis y un registro de información integral del paciente. Y funcionó. 

El sistema descubrió por qué el tratamiento no funcionaba y qué medicación podría ayudarle en base a sus mutaciones genéticas. «Esta paciente ya no tiene cáncer y además se casó conmigo, así que todo salió bien», bromea Cortell. Y lo mejor es que, a partir de aquel caso, pudieron ayudar a otros muchos pacientes en situaciones parecidas y le permitió combatir enfermedades en otros muchos países. 15, hasta la fecha.

El objetivo principal del especialista es ofrecer a los médicos y hospitales un sistema de medicina de precisión que permita conocer el tratamiento y la dosis necesaria para cada paciente específico, evitando errores, y ahorrando tiempo y dinero. Pero el pasado mes de noviembre dio un paso más allá, presentando en Bangkok, Tailandia, un sistema revolucionario centrado en el tratamiento de enfermedades contagiosas, concretamente, en el dengue. 

Este nuevo enfoque de Kanteron ha captado la atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya que, además de centralizar toda la información en base a un software libre y proporcionar reportes en tiempo real, consigue minimizar el contagio al personal sanitario.

Pero al contrario de lo que cabría esperar, de momento no es posible aplicarlo al COVID-19, ya que debe «pasar procesos tradicionales de certificación que llevan su tiempo», lamenta Cortell. Sin embargo y como reconoce la OMS, sí sería posible aplicarlo ante posibles situaciones similares en el futuro.

Mientras, el especialista busca la manera de seguir contribuyendo al bien común. Y lo hace como todo hijo de vecino: trabajando desde casa. «Hay que mantener el distanciamiento social», alerta, pues «es fundamental para frenar el contagio». Rodeado de pantallas de ordenador, teléfonos y videoconferencias, trabaja contra la enfermedad en todos los rincones del mundo. Comenzando por Puçol, pues el pasado 25 de marzo entregó a Protección Civil Puçol una impresora 3D acompañada de filamento para imprimir máscaras de protección contra la infección.

«Esto poco a poco pasará, pero me gustaría que aparecieran empresas similares para estar lo más preparados posible ante futuras situaciones similares», asegura el que un día fue promesa del baloncesto y que es, hoy, el nuevo fichaje de la OMS para combatir enfermedades en todo el mundo.

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