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Un año sin besos ni abrazos en las residencias valencianas

Un año sin besos ni abrazos en las residencias valencianas
  • El covid obligó a cerrar las puertas de los centros de mayor de la Comunitat Valenciana y los trabajadores se convirtieron en el único contacto de los residentes

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Si hay sectores de la población que más han notado los efectos de la pandemia son las personas mayores que viven en residencias. En el mes de marzo de 2020, las puertas de los centros de mayores de la Comunitat Valenciana se cerraban a las visitas. Empezaba entonces una larga espera, la adaptación a una situación desconocida, el aislamiento para evitar contagios y la puesta en marcha de protocolos y medidas higiénico-sanitarias con el objetivo de que el virus no entrara de puertas hacia adentro.

Los trabajadores de los centros se convirtieron, a partir de entonces, en el único contacto con el exterior. Los mayores encontraron en el personal a la familia que tanto echaban de menos.

De hecho, en compañía de los trabajadores de las residencias, los mayores celebraron sus cumpleaños, continuaron con sus actividades diarias y celebraron como niños la llegada de los Reyes Magos.

Este es el caso de la residencia Novaedat de Estivella, que cerró las puertas el 13 de marzo de 2020 siguiendo las órdenes que llegaban de la Generalitat Valenciana.

Eva Ríos, directora del centro, explica: “recuerdo como si fuera ayer cuando cerramos las puertas. Oíamos hablar del covid en las noticias pero no había ninguna normativa. Todo estaba en el aire”.

No obstante, el centro de mayores Novaedat fue adaptando la forma de trabajar a la nueva realidad que estaba viviendo el mundo.

“Tuvimos que explicar a nuestros residentes qué estaba pasando y llamar a los familiares para comunicarles que no podían acceder al centro”, explica Eva Ríos.

No obstante, “pusimos a disposición de los residentes una tablet para que pudieran comunicarse con sus familiares a través de videollamadas y un teléfono móvil para aquellas personas que por su edad no tenían conocimiento del uso de las nuevas tecnologías, par que pudieran hablar con sus familiares por teléfono”.

Lo hacían con cita previa y se anotaban en una agenda el día y la hora en que la familia iba a contactar con el residente.

La máxima: evitar contagios

Con la pandemia, la pedagogía fue necesaria. “Tuvimos que concienciar a los residentes que debían usar mascarilla y que se debían aislar en sus habitaciones”. En aquel momento, “el desconocimiento de la situación era total”, señala Eva Ríos.

Los mayores dejaron de estar juntos y pasaron a convivir solo con sus compañeros de habitación, de donde salían únicamente para ir al gimnasio o a la enfermería. El objetivo era evitar al máximo los contactos.

Eva Ríos señala el importante trabajo de concienciación que tuvo en todo este proceso la psicóloga del centro. “Afortunadamente, los residentes nos lo pusieron muy fácil porque sabían que lo que les estábamos pidiendo era por el bien de todos”.

A día de hoy, “nuestros mayores conocen lo que ellos llaman el ‘bicho’ y saben perfectamente que deben usar siempre la mascarilla”.

Sólo dos casos positivos entre el personal

La directora de la residencia de Estivella destaca la importante labor en aquellos primeros días para evitar que el virus se colara en el centro. De los 68 residentes, todos han recibido ya la segunda dosis de la vacuna contra el covid, ninguno se contagió y solo dos de los 44 trabajadores dieron positivo.

“Algo habremos hecho bien, cuando la situación no llegó a más, porque de puertas hacia afuera solo nos quedaba que confiar”, apunta Eva Ríos, quien ha explicado que se realizó formación entre el personal sobre el uso de los EPI y sobre el coronavirus.

Una pseudo normalidad pese a la vacunación

Con la vacunación se abre una vía de esperanza para la vuelta a la normalidad, aunque en Novaedat reconocen que la situación sigue sin ser la de antes del covid. Los mayores continúan en grupos burbuja y de convivencia tanto a la hora de comer como para realizar las actividades.

Los familiares ya pueden visitar a los residentes, aunque solo en el patio. “De momento nadie puede entrar al centro”, explica la directora.

Aunque todos, residentes y trabajadores, están vacunados, la normalidad no será tal hasta que los mayores empiecen a disfrutar de su día a día como era el de hace un año.

“Ahora es una felicidad a medias. Pueden ver a sus familiares pero no los pueden besar ni abrazar”, lamenta Eva Ríos.

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