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Forjando bajo la lluvia una obra de arte para regalar a todo un pueblo

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    Durante el 21 y 22 de marzo se ha celebrado en el Espai Jove de Puçol el primer Encuentro de Forjadores que se celebra en la Comunidad Valenciana. La idea no es nueva. En otras comunidades es algo habitual. Y en algunos países como Francia o Alemania los encuentros y las ferias son lugares repletos de un público ansioso por conseguir auténticas joyas artesanas.

    Aquí, en España, antes éramos líderes del sector. Ahora, hasta lugares emblemáticos como Toledo tienen poco de artesanos y mucho de fabricación industrial. Tampoco las navajas de Albacete son todas producto de la forja tradicional. Ahora importa más el precio y la rapidez que la calidad.

    El concepto artesanal se pierde. Ni siquiera hay una formación profesional reglada en la materia. Por ello tiene más valor lo que hacen estos auténticos maestros artesanos cuando se reúnen para compartir un proyecto, mantener vivas unas tradiciones, enseñar a los que se acercan a ellos.

    Una fórmula tan generosa como anacrónica.

    Lo suyo es un trato más propio de caballeros. Algo tan “medieval” como sus propias herramientas de trabajo. Si se añade a ello un día de lluvia completo —que no les impide continuar con su esfuerzo para cumplir un compromiso y entregar a un pueblo no sólo sus enseñanzas sino también un monumento— la cosa es como para pensársela.

    El trabajo con la fragua, el yunque, el martillo, el hierro y el fuego de Vicente Blasco, Gonzalo Ruiz, José Jaime López, Diego Lóbez, Thomas Mink, Antonio García Verdugo y Germán Azote, maestros forjadores artesanos, ha sido una lección magistral. Algo apreciable sobre todo en las últimas horas del encuentro, el domingo a mediodía.

    Mientras unos finalizaban el trabajo en la fragua y nos explicaban su funcionamiento —incorpora un sistema de ventilación moderno, pero el resto es idéntico al sistema usado hace varios siglos—, otros soldaban los retoques finales a los elementos que componen el monumento que han construido con materiales de desecho: una obra inspirada en el escudo de la población.

    Escucharlos hablar de su trabajo, colaborar y, al final, preparar una torrà de carne que para sí quisieran los mejores restaurantes ha sido un ejemplo de por qué este oficio no desaparece: aunque apenas quede una veintena de maestros forjadores artesanos en nuestro país, están dispuestos a compartir su sabiduría... y eso tiene un valor difícil de superar.

    Lástima que en España no exista ninguna carrera oficial para esta disciplina artística... como para la mayoría de artesanos tradicionales.

    Ni su trabajo ni su comportamiento parecen pertenecer al siglo XXI, ese de Internet, la comida prefabricada y los productos de rápido consumo hechos en cualquier país asiático con mano de obra mal pagada y resultados más que discutibles. Aunque a un precio imbatible, eso sí.

    No sólo han mostrado con generosidad su experiencia y su saber hacer a los que se han acercado durante el fin de semana, no sólo han compartido su esfuerzo, sino que además todo ello lo han orientado a un proyecto en común: tomando como base las cinco estrellas del escudo de Puçol, estrellas que simbolizan la aparición de la patrona en el Cabeçol, juntos han reinterpretado esas estrellas con la palabra Puçol, todo ello aprovechando materiales reciclados.

    Tras dos días de trabajo conjunto, Vicente, Gonzalo, José Jaime, Diego, Thomas, Antonio y Germán exhiben orgullosos en la puerta del Espai Jove el resultado del primer encuentro de forjadores en nuestra comunidad. Lo hacen bajo la lluvia, igual que han trabajado durante el fin de semana.

    Un ejemplo más de su generosidad.

    Un ejemplo de cómo el Arte puede ser el resultado del trabajo en equipo.

    Comparten sus conocimientos con la misma naturalidad con que se reparten las funciones durante el encuentro. Suman esfuerzos, restan tensiones. Los martillazos hacen pensar en gente ruda. Su aspecto también. Hombres anclados en una profesión casi olvidada. Pero que ellos se empeñan en compartir y transmitir. Igual que la han heredado de maestros más veteranos. Generosos. Discretos. Amigos. Maestros artesanos.

    Una lección magistral. Y gratuita.

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