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Jordi Pérez «el Niño de las Monjas», el nuevo torero de Puçol

Jordi Pérez «el Niño de las Monjas», el nuevo torero de Puçol
  • Este valenciano retoma la carrera de torero el sábado 12 de junio en Ávila

El sábado 12 de junio, en Arenas de San Pedro (Ávila), un vecino de Puçol retoma la carrera para hacer realidad su gran sueño: Jordi Pérez, conocido en el mundo taurino como el Niño de las Monjas, quiere ser el nuevo torero de su pueblo de acogida, Puçol, tras una vida que incluye otra acogida por parte de las monjas de San José de la Montaña en Valencia. La suya es una historia casi de película, no muy distinta de la que contaba aquel film protagonizado por Enrique Vera en 1959, titulado precisamente El niño de las monjas.

Tiene 21 años. Nació en Carlet. Tras un periodo agitado de su vida, con una familia desestructurada y la actuación de los Servicios Sociales de la Generalitat Valenciana, acabó a los 11 años en el Hogar de la Congregación de las Madres de Desamparados y San José de la Montaña, en Valencia.

Allí conoció a uno de los profesores que imparte clases en el centro educativo, Fran Durbá. Desde hace años, Jordi Pérez vive en Puçol. La familia de Fran es su familia. Fran es su hermano. Juntos han crecido y aprendido a disfrutar de la vida… y de los toros.

Para hablar de todo ello, ante el momento crucial que vivirá el sábado 12 en Arenas de San Pedro, Jordi ha visitado a la alcaldesa de Puçol, Paz Carceller, en compañía de Paco Durbá. Una presentación formal «a la antigua usanza», para repartir medallas de la Madre Petra de San José, la fundadora de la Congregación de San José de la Montaña, y solicitar el apoyo de su pueblo adoptivo, Puçol, también a través de la presencia en su capilla, antes de cada corrida, de la medalla de la patrona local, la Virgen al Pie de la Cruz.

El mundo taurino tiene sus creencias, sus rituales. Jordi sabe respetar la tradición. Se enfrenta a una segunda oportunidad que todos no tienen ni en la vida ni en los toros. Y quiere aprovecharla a fondo. Porque el Niño de las Monjas estuvo a punto de torear en Valencia, en Fallas de 2020… pero llegó la pandemia y todo quedó parado. Hasta hoy.

La Madre Petra y Puçol, capítulo 2

Aunque falleció en 1906, al inicio de la Guerra Civil la historia se suponía que su cuerpo fue quemado donde estaba enterrada, en el monasterio de su congregación en Barcelona. Pero, de forma aún no aclarada, su cuerpo fue trasladado antes de que saquearan su tumba y la Madre Petra de San José estuvo enterrada en un campo agrícola de Puçol desde 1936 hasta 1983.

Tras una confesión, la investigación llevada hasta el Vaticano y la confirmación oficial, su cuerpo fue finalmente trasladado a Valencia, a la iglesia de San José de la Montaña, la Congregación de Madres de Desamparados que ella fundó en 1881.

La relación de las monjas con Puçol se mantiene y ha ido creciendo con el tiempo, incluso hoy tienen una pequeña capilla y un monumento (en forma de Piedra, lógicamente) en aquel campo agrícola donde se descubrió su cuerpo enterrado.

Una historia misteriosa. Casi de película. Pero solo es el primer acto, anotemos un detalle importante: los dueños de aquel campo son hoy las hermanas Pepa y Pilar Sebastiá y el marido de una de ellas, Paco Durbá… Su hijo, Fran Durbá, imparte clases en San José de la Montaña, en Valencia.

«Empecé a venir a casa de Fran, primero ocasionalmente y luego ya instalado como uno más de la familia. Un día de verano vimos una corrida de toros en televisión y me gustó. Fran fue de los primeros en animarme a que intentara torear, de hecho, es mi mozo de espadas», recuerda Jordi Pérez mientras habla con la alcaldesa, que también tiene sus memorias taurinas, incluso estudió la carrera junto a un tal Vicente Barrera, nombre que seguro no han olvidado los aficionados al ruedo.

Las Madres de Desamparados no veían al principio con buenos ojos que este inquieto chaval se dedicara a los toros, incluso para canalizar sus energías lo apuntaron a un equipo de rugby, pero como sucede en las películas, el adolescente prefería escaparse a ver los toros en cualquier lugar cercano.

Y acabaron cediendo. Mejor dicho, se volcaron con su niño para hacer realidad su sueño.

La madre Elisa incluso le cose los trajes de luces cuando hay que ajustar las tallas o cuando un revolcón deja huella en su uniforme. Sabe lo que hace, porque el presupuesto no da en los inicios para grandes lujos, pero los regalos sí: uno del Fandi y otro de Ponce fueron sus primeros trajes de luces, con los que realizó su formación en la Escuela Taurina de Valencia, de la mano de Juan Carlos Vera.

Anotemos otros dos detalles: la madre Elisa nació en Ronda, precisamente el lugar donde nació la fundadora de su congregación, la madre Petra de San José; y Juan Carlos es sobrino del torero Enrique Vera, quien en los años 50 fue uno de toreros más famosos del cine español, con títulos como Tarde de toros y El niño de las monjas.

«Tras una etapa en la escuela y corridas como novillero sin caballos, debuté en Algemesí, el 26 de septiembre de 2019. Mi gran momento iba a ser la feria de Fallas en 2020, pero se suspendieron los actos por la Covid y he estado más de un año esperando».

El Niño de las Monjas, capítulo 2

Esperando, pero no parado. Jordi ha estado entrenando. Tiene un apoderado en Madrid. Allí acude siempre que puede. A veces sale en coche de Puçol antes del amanecer. Entrena. Recibe instrucciones y consejos. Y regresa a su pueblo a medianoche. Una vida dura. Pero un sacrificio necesario.

«Tengo una peña en Carlet. Pero aquello fue una etapa de mi vida, ahora vivo en Puçol, bueno también en Madrid y sigo yendo al hogar de San José de la Montaña. En todos ellos me han acogido estupendamente y eso me da fuerzas para trabajar cada día».

El joven torero que ha cambiado incluso de nombre. Comenzó como Jordi de las Monjas, en algún momento pensó ser Jordi San José y, finalmente, en el cartel de Arenas de San Pedro aparece como Jordi Pérez, el Niño de las Monjas.

«Nos dedicamos a esto y tras muchas horas de entrenamiento entendemos las reacciones del animal. Pero se pasa miedo. Impone mucho cuando sale por la puerta. Quizá por eso siempre llevo a la madre Petra en el bolsillo y en la capilla de la plaza de toros y ahora quiero llevar también a la Virgen al Pie de la Cruz, patrona de Puçol».

Lo del 12 de junio es, de alguna forma, un nuevo debut, una segunda oportunidad.

Y lo hace con el Circuito de Novilladas con Picadores de Castilla y León. Tres tardes de toros, cada una con tres novilleros. Los mejores pasan a la siguiente ronda, dos semifinales, siempre de tres en tres, siempre en poblaciones castellanas distintas. Incluso hay un desafío ganadero en la primera quincena de julio.

Y si todo va bien, Jordi estará el 24 de julio en la gran final.

Sí, parece la Liga de las Estrellas. Y en el fondo lo es. Para los novilleros participantes es su gran oportunidad de darse a conocer, de triunfar… y al Niño de las Monjas le gustaría, si llega, estar acompañado de su público, sus vecinos.

Por eso, además del intercambio de medallas de vírgenes, en la conversación con la alcaldesa surge una idea: ¿un autobús para la gran final el 24 de julio? Primero hay que llegar. Pero la propuesta está sobre la mesa.

En esta historia de segundas oportunidades, Puçol también tiene la suya.

A finales de julio sabrá si, después de Juan Ávila, por fin Puçol vuelve a tener un torero.

Parece el guion de una película. Algo rocambolesca, sí. Pero todo es real.

Como el Niño de las Monjas: una realidad.

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