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Club Trotafons, 15 años cuidando del mar... Y de la vida que alberga

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    La llegada del buen tiempo es siempre una alegría para el Club Trotafons, que ya puede contemplar la infinidad de bellezas naturales y arqueológicas que brinda el fondo del mar. Este 2020 la agrupación cumple 15 años... Y piensa celebrarlo haciendo lo que más le llena: sumergirse, observar, respetar y concienciar sobre la infinidad de especies marinas que habitan este pedacito del Mediterráneo.

    Tras 15 años surcando los mares —o, mejor dicho, sus fondos—, el Club Trotafons ha podido ser testigo de la infinidad de tesoros naturales que yacen en el silencio más absoluto pero, a la vez, muy cerca del bullicio de nuestras vidas. No solo naturales, y es que a tan solo unos metros de la costa de Puçol se pueden encontrar piezas arqueológicas que ayudan a reconstruir la historia de la humanidad.

    La mayoría, fragmentos sin demasiado valor. Pero de vez en cuando topan con algún tesoro histórico, como el ánfora íbera de 2.400 años de antigüedad que los buceadores salvaron del expolio hace un año y que ya se puede contemplar en el Museo Arqueológico de Sagunto.

    En su interior todavía albergaba lo que en otra vida fue su tapón de madera, algo que «la hace valiosísima», apunta Ximo Huerta, presidente del Club Trotafons y descubridor de la pieza, junto con su compañero Fernando Diego. Un cordoncito en su asa indicaba que estaba a punto de caer en el mercado negro, algo que, además de ilegal, es una auténtica lástima, pues «una pieza como esta, en casa de cualquiera, pierde todo su valor... Salvarla y poder visitarla ahora es todo un privilegio».

    Además de velar por estos fragmentos de historia, los miembros del Club Trotafons también se dedican a cuidar las especies marinas que habitan nuestras costas. «Pertenecemos al grupo ARCA de Mar», comenta Huerta, unas instalaciones del Oceanográfico dirigidas a mantener, estudiar y curar ejemplares de tortugas marinas, «y también al rescate de mamíferos».

    De este modo, cuando se aproximan demasiado a la costa o quedan barados, la entidad informa al club para que actúe rápidamente: «Nos ponemos los neoprenos e intentamos mantener al animal con vida y controlado hasta que llegan los veterinarios, que se encargan de rescatarlo y curarlo».

    Una labor de concienciación

    Pero estos amantes del mar no solo se dedican a actuar, sino también a que los demás actúen. «La concienciación es nuestra pequeña batalla porque, además de disfrutar del buceo, nos gusta cuidar del medio ambiente». Primero, evitando a toda costa que su actividad recreativa pueda dañar el entorno, advirtiendo a los nuevos miembros de la importancia de flotar «sin tocar nada».

    Y segundo, con multitud de actividades para todos los públicos encaminadas a transmitir sus conocimientos, amor y respeto hacia los oceános. Una de las más importantes y representativas del club es la actividad que realiza cada año por motivo del Día Internacional del Medio Ambiente y el Día de los Océanos —5 y 8 de junio, respectivamente—: charlas divulgativas en colaboración con el Oceanográfic, limpieza de la playa de Puçol, escolleras, zona dunar y fondo marino... «Y, para terminar, la suelta de una tortuga marina».

    Toda una labor de concienciación que, tristemente, todavía es esencial: «me está dando mucha pena ver fotografías de guantes, mascarillas y demás en escolleras, zonas de buceo...». Basura que pasa a formar parte de los ecosistemas marinos y deteriorar los hábitats naturales.

    La llegada de la pandemia impedirá este verano realizar la actividad en su fecha habitual, entre el 10 y el 12 de junio. «Creo que la haremos a finales de septiembre o en octubre», comenta Ximo Huerta, con la esperanza de que esta costumbre «no se pierda».

    Pero a pesar del golpe duro que ha supuesto el coronavirus, el Club Trotafons ha gozado de un año repleto de éxitos que todavía tiene pendiente celebrar: exposición del ánfora en el Museo Arqueológico de Sagunto, participación en el Congreso de Vigilantes Marinos celebrado en Málaga... Todo, además de sus actividades divulgativas e inmersiones en el mar.

    «En enero y febrero no teníamos problema para bucear, al menos, los que tenemos trajes adecuados para soportar el frío», apunta Ximo: «pero durante el confinamiento no hemos salido». Eso sí, han sabido aprovechar el tiempo en casa, realizando reuniones a través de videoconferencias... E incluso votaciones para la junta directiva: con algunas nuevas vocalías, Ximo Huerta ha vuelto a salir elegido como presidente. «Al final las nuevas tecnologías han llegado a nuestro club», bromea.

    Un club que ronda los 30 socios y que, inaugurado el 1 de febrero de 2005, deseaba celebrar su décimo quinto aniversario realizando «actos para la gente del pueblo, darse a conocer una afición tan bonita...». En definitiva y a pesar de los contratiempos, el año ha sido gratificante «y muy divertido», apunta Huerta, recordando sus entrenamientos en la piscina e inmersiones en el mar.

    Pero aún les quedan cosas por hacer. De hecho, esperan inagurar próximamente el Aula Blava de la playa de Puçol en colaboración con el Ayuntamiento: un espacio donde todos los vecinos podrán contemplar fotografías de animales marinos realizadas por miembros del club. También se expondrán algunas piezas arqueológicas que, sin suficiente valor como para colocarse en un museo, «es una lástima tenerlas en casa y que la gente no pueda disfrutarlas».

    «Nada estropea más que nosotros»

    En definitiva, un intento más por aproximar las maravillas del mar a las personas, que en muchos casos no son conscientes de hasta qué punto su actividad perjudica los entornos marinos. De hecho, al no haber tráfico marítimo durante los meses de confinamiento, «los animalitos están en la gloria», pues los barcos y radares les perjudican y ahuyentan.

    Así, el fondo marino se ha recuperado ligeramente durante estos meses, apunta Huerta, lo que deja en evidencia que «el peor virus que hay en el planeta es el ser humano... Nada estropea más que nosotros». Y combatir —o al menos, minimizar— estos impactos es y ha sido el objetivo del Club Trotafons desde su fundación en 2005. «Nosotros seguiremos a lo nuestro, que es disfrutar del buceo e intentar promocionar y divulgar el respeto por el medio ambiente».

    Una gran labor que cumple 15 años cuidando del mar, de su biodiversidad... Y de toda la vida que alberga.

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