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Una carroza de Reyes artesanal, hecha a mano, con diseño único y desmontable

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    La Agrupación de Peñas se autoproclama como "creadores de eventos" y esta afirmación se basa en el éxito de sus fiestas, la capacidad de atraer vecinos con la Ruta de la Tapa y, ahora también, con el sello personal que le imprimen a la Cabalgata de Reyes. Su último hallazgo: una carroza única para hacer de esa cabalgata un momento que cambia la cara a padres e hijos. Algo inolvidable.

    La Agrupación de Peñas nació como un movimiento de jóvenes que apoyaban con su presencia la bajada de cajones del 7 de septiembre, día grande del toro en Puçol. Pero de eso hace unas tres décadas.

    Hoy, esos "jovencitos", acompañados de sus hijos —y, en ocasiones, de sus nietos— se han convertido en un movimiento que apoya con su presencia otro tipo de eventos: la Ruta de la Tapa durante las fiestas es el que más auge ha conseguido en los últimos años, aunque sus propias fiestas en octubre también gozan de un merecido prestigio...

    Pero, ya que saben lo que es cuidar hijos —y, en ocasiones, nietos—, no olvidan en su agenda anual un acto del que cada enero son los máximos responsables en Puçol: la Cabalgata de Reyes.

    Este año, además, con el estreno de una carroza de Reyes única, hecha a mano, toda de madera, con diseño artesanal, obra de un componente de las peñas que ha pasado un mes encerrado todas las noches, trabajando solo, para tenerla a punto la primera semana de enero: Ramón Serneguet.

    "En noviembre, desde la agrupación compramos una carroza nueva para utilizarla a partir de este año, pero al verla me pareció muy convencional y decidí desmontarla íntegramente aún antes de estrenarla", confiesa Ramón. "Quería un vehículo único, que dejara boquiabiertos a los niños y por eso me encerré a visualizar algo artesanal, sin ningún elemento prefabricado, todo diseñado en madera y luego pintado a mano".

    Un trabajo artesano pensado para resolver los problemas habituales de la cabalgata: incluye un compartimento secreto para los altavoces y el equipo de sonido; las tapas de las ruedas se desmontan en segundos, por si llegara a pinchar algún día; se puede desmontar la parte trasera en segundos, para poder atravesar el paso subterráneo bajo las vías del tren, en la avenida Valencia...

    "Llevo trabajando un mes, todas las noches hasta el amanecer, y en este tiempo he perdido doce kilos. No lleva mensaje, sólo una firma, MC-33, que es mi marca como artesano... y, por supuesto, he trabajado solo durante todas estas noches, aunque para ello mi mujer y mis hijos han tenido que hacerse cargo del bar del campo de fútbol, al que no he ido a trabajar en estas últimas semanas".

    Con una mezcla de visionario y artista del Renacimiento, Ramón continúa con esta carroza una tradición que comenzó hace años: hacer cada día de Reyes una actividad absolutamente distinta. Así, no es extraño descubrir que ha acudido disfrazado a animar esos días en residencias y, sobre todo, hospitales: "la noche de Reyes en la sala de los niños enfermos terminales es algo que nunca podré olvidar; ver cómo le cambiaba la cara a los padres y sus hijos es algo que me cambió la vida a mí mismo... y me puso las pilas durante el resto del año".

    El estreno de la carroza, curiosamente, contó con un imprevisto: hubo pinchazo, aunque no de la carroza, sino del tractor que tiraba de ella, por lo que la puesta de largo se retrasó media hora... aunque la espera mereció la pena.

    Elegante, cómoda para los participantes, llena de pequeños detalles que avalan su carácter artesanal, la carroza llamó la atención durante el recorrido por las avenidas Molí de Vent y Valencia... pero fue al final de ésta cuando realmente se comprobó las posibilidades que ofrece.

    Al ritmo de Carmina Burana, la mítica pieza de Carl Orff, con nieve carbónica lanzada desde un balcón cercano, Ramón Serneguet y Juan Sebastiá fueron los encargados de desmontar, en apenas segundos, todo el soporte decorativo, para permitir que la carroza pasara bajo las vías, mientras los reyes, a pie, posaban en multitud de fotos con los más pequeños.

    Un momento mágico, de esos que, como dice Ramón, "cambia la vida a los padres y a los hijos... y te pone las pilas durante el resto del año".

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