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Carles Alberola regresó a los escenarios en Puçol para ganar dos batallas… con «Waterloo»

Carles Alberola regresó a los escenarios en Puçol para ganar dos batallas… con «Waterloo»
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    Primero la pandemia y después una operación, dos motivos que han mantenido a Carles Alberola prácticamente dos años fuera del teatro en directo, aunque ha mantenido parte de su actividad como escritor y realizador de televisión. El 23 de octubre, tocaba volver a subirse a un escenario, eligió Puçol, una población en la que es muy querido. Llegó, vio y venció… y eso que venía con Waterloo.

    Después de una larga ausencia, con problemas de salud, Carles Alberola volvía a los escenarios el 23 de octubre. Aún en fase de recuperación, con dudas sobre «cómo voy a aguantar sobre el escenario la presión y la responsabilidad ante el público», a las 19.30 horas tenía que subir, por fin, a enfrentarse con el respetable. ¿Miedo escénico?

    Para celebrar su victoria personal, nada mejor que Waterloo, un monólogo que habla de la vida, de la familia, de la amistad… y de «piu de ferro», un personaje del que no podemos desvelar más, pero que fue el encargado de cambiar su vida para siempre, allá por el año 1974, precisamente cuando ABBA acababa de ganar el festival de Eurovisión con la canción que da título a la obra.

    Lo que no esperaba Carles es que la sala entera lo recibiera en pie, con una larga y cariñosa ovación. Tanto que cabía la posibilidad de que se descentrara en el inicio de la obra, aunque, como reconocía su compañero de aventuras y amigo Toni Benavent: «¿No es un profesional? Pues que aguante lo que se le viene encima y que lo demuestre sobre el escenario».

    Sí, Toni supo poco antes de la función que el público de Puçol quería darle un recibimiento especial, por su victoria y por elegir la población donde fue director de la Escuela Municipal de Teatro para su regreso. Y Toni dijo que sí, que adelante.

    Fue una función especial, con los sentimientos a flor de piel.

    Hubo risas espontáneas, contagiosas, que se repetían a menudo por la sala. Sobre todo, en la primera parte del espectáculo. Una fiesta.

    Pero con las obras de Albena ya se sabe que el humor va de la mano del amor y, sobre todo, de los problemas sentimentales. Y llegó la hora del silencio. Literalmente, se podía cortar ese silencio en un salón de actos casi lleno, con más de 170 espectadores.

    Así es Waterloo, como la mayoría de sus obras desde aquel Currículum de 1994, cuando Alberola y Benavent crearon la ya legendaria marca Albena Teatre. Es un truco de prestidigitador que siempre les ha funcionado: tras el humor, la reflexión, la duda, el momento de pensar… unas obras que dejan un poso agridulce.

    Y faltaba el final: otra vez toda la sala puesta en pie, como al inicio de la función, con otra larga ovación… un triunfo inolvidable para los espectadores y también para el «joven» Carles, que volvía a pisar un escenario.

    Y es que este Waterloo no habla de Napoleón y su derrota, sino de ABBA y su triunfo en el Festival de Eurovisión.

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