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El paddle surf llega con fuerza al litoral norte de Castellón

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    Dicen que el único requisito es empezar con ganas y que no existen limitaciones a la hora de practicarlo. Lo que está claro es que el paddle surf ha llegado con fuerza al litoral norte de Castellón. Este es el primer año que la Estación Náutica Benicarló Peñíscola ofrece a través de empresas especializadas la posibilidad de aprender a disfrutar de este deporte con clases en grupo y/o particulares. La experiencia no ha podido resultar más satisfactoria. El paddle surf está de moda.

    Mejorar la condición física y poder darse el lujo de refrescarse cada vez que el sol y el calor aprieten son las dos posibilidades que aúna la práctica del paddle surf. Este deporte está basado en una antigua forma de deslizamiento en la que el navegante utiliza el remo para desplazarse por el agua, mientras permanece de pie en una tabla. Esta disciplina tiene su origen en las raíces de los pueblos polinesios. Mediante su práctica, el deportista está ejercitando los músculos del tronco y potencia el equilibrio, por lo que notará grandes beneficios a los pocos entrenamientos.

    El servicio ha comenzado este verano como una experiencia piloto tras anunciarse en la última fiesta en el mar del mes de mayo. Las zonas donde se practica este deporte en el nivel de iniciación son en el entorno del puerto deportivo de Benicarló y la playa sur de Peñíscola, ya que se trata de áreas resguardadas y con poco oleaje, lo que permite una mayor estabilidad, y garantiza el equilibrio y un aprendizaje más rápido a los alumnos. Y es que el paddle surf no tiene límite de edad, lo pueden practicar tanto niños como adultos, a diferencia del Kitesurf que es un deporte más arriesgado.

    “La única dificultad es mantener la estabilidad porque se trata de un deporte muy sencillo y fácil de aprender y evolucionar”, explica Gerard Sánchez, monitor de la escuela Delta Paddle Surf, quien considera que con un curso de 2 horas ya se puede asumir “autonomía de navegación”.

    “Lo único que exigimos que es que nadie utilice el argumento del no puedo”, apunta. En este sentido, “nos hemos encontrado con personas que han venido a las clases y que no sabían nadar e incluso una vez asistió una persona ciega a la que le teníamos que ir guiando”.

    Lo cierto es que pocos son los que se resisten a su encanto y en cuanto lo han probado sucumben a una segunda, tercera y cuarta sesión. Este es el caso de Ainhoa Saura, quien tras descubrir la existencia de este deporte quiso medirse ante la tabla. El jueves fue su primer día y ya tiene claro que su vínculo con la tabla y el remo acaba de empezar. “Me ha encantado la experiencia porque te proporciona una gran relajación. Es cierto que realizas un gran esfuerzo pero aprendes rápidamente a realizar giros, a remar, y sobre todo no es tan difícil como el surf. Únicamente debes tratar de mantener la mirada hacia arriba, aunque cuesta, y conocer la posición de seguridad, de rodillas”, asegura.

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