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Culturarts IVC+R restaura dos tablas góticas de Atzeneta del Maestrat

Culturarts IVC+R restaura dos tablas góticas de Atzeneta del Maestrat
  • Las tablas restauradas son el único testimonio que se conserva de los antiguos retablos medievales de la localidad

  • El estudio iconográfico de una de las tablas ha permitido identificar que uno de los retablos estaba dedicado a San Sebastián

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Culturarts IVC+R restaura dos tablas góticas de Atzeneta del Maestrat - (foto 2)

CulturArts IVC+R ha presentado hoy los trabajos de restauración realizados en dos tablas góticas de la Iglesia parroquial San Bartolomé Apóstol de Atzeneta del Maestrat, una parroquia que posee un patrimonio histórico artístico muy interesante para el conocimiento del arte valenciano. A la presentación de dicha ha asistido esta mañana la subdirectora del IVC+R, Carmen Pérez, acompañada por el diputado de cultura de Castellón, Héctor Folgado, el párroco de San Bartolomé Apóstol de Atzeneta del Maestrat, José Pla, y el alcalde de la localidad, José Barberá.

Se trata de las dos únicas tablas que se conservan de los antiguos retablos medievales que poseía la parroquia: la Visitación de María a su prima santa Isabel y un Pasaje martirial de la vida de san Sebastián, que han sido restauradas por la Subdirección de Conservación, Restauración e Investigación IVC+R de CulturArts Generalitat, y ha contado con la colaboración de la Diputación de Castellón.

Son dos tablas de estilo gótico, de las primeras décadas del siglo XVI, mutiladas, en el caso de la Visitación de María a su prima santa Isabel por la parte inferior, y en el Pasaje martirial de la vida de san Sebastián por la parte superior, por lo que en origen su tamaño debió ser mayor. Esto ha inducido a pensar a los técnicos del IVC+R que se trata de dos tablas procedentes, quizá, de dos retablos, uno dedicado a la Virgen o San Juan Bautista, en el primer caso, y otro dedicado a san Sebastián, en el segundo, siendo en ambos casos escenas de una calle lateral, y posiblemente procedan de la ermita dedicada a estos santos.

Las dos obras se encontraban en un pésimo estado de conservación, pues ofrecían, además de los deterioros propios del paso del tiempo, múltiples repintes y pérdidas de los estratos pictóricos fruto de antiguas intervenciones, los cuales ocultaban y alteraban tanto la policromía como la iconografía original. A ello, había que añadir múltiples golpes y arañazos que sufrían las tablas y que desvirtuaban, aún más si cabe, su fisonomía.

Previamente a su intervención, se realizó un pormenorizado estudio fotográfico con luz natural y ultravioleta, radiografías y análisis físicos y químicos de los materiales constitutivos de las obras. Ya con los resultados obtenidos, y sabiendo que eran unas pinturas al temple sobre tabla que habían sufrido diferentes intervenciones en distintas épocas, y que estas alteraban la pintura original, se decidió eliminar los estucos y repintes añadidos para recuperar la pintura gótica primigenia.

El proceso de restauración ha sido muy laborioso, y ha consistido en la consolidación de la madera para dar estabilidad al soporte de las pinturas, y en la realización de sucesivas fases de limpieza, tanto química como mecánica, para eliminar la suciedad, los barnices oxidados y los numerosos repintes que presentaban. Una vez recuperada la pintura original, se procedió al estucado de las lagunas o faltantes y a la reintegración cromática de éstas de un modo discernible.

En el caso del Pasaje martirial de la vida de san Sebastián inicialmente se pensaba que era la flagelación del Señor, pero un estudio iconográfico de la obra tras la restauración ha permitido identificar esta escena, la cual está tomada de la vida de san Sebastián que se relata en La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, quien describe, además del martirio del santo por asaetamiento por orden del emperador Diocleciano, otro pasaje martirial menos conocido como es su apaleamiento hasta la muerte, y que es el que refleja el pintor en esta tabla.

Así se ve en el centro de la composición a un santo joven, imberbe y semidesnudo, atado a un tronco y rodeado de tres figuras masculinas que le golpean con palos ante la presencia de un grupo de personas y del emperador Diocleciano, del que sólo se aprecia que va montado a caballo, ya que la mutilación de la tabla impide contemplar la escena en su totalidad.

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