La exposición Naturalezas urbanas en la Galería Octubre de la UJI muestra las consecuencias del consumismo en el hábitat
La Galeria Octubre de la Universitat Jaume I de Castelló presenta del 23 de febrero al 23 de marzo de 2012 la exposición Naturalezas urbanas, una muestra temática que reúne la obra artística de Nicolás Llorens, Ana Donat y Julieta, centrada en lo urbano como una civilización restrictiva de lo natural y en las consecuencias implacables que el consumismo deja en nuestro hábitat cotidiano, y que será inaugurada por el rector de la UJI, Vicent Climent, acompañado por el vicerrector de Cultura y Extensión Universitaria, Wenceslao Rambla el jueves 23 de febrero a las 13 horas.
En las fotografías de Nicolás Llorens la huella urbana en la naturaleza queda brevemente anunciada en paisajes que denotan de forma sutil la presencia humana. Por el contrario, en la obra de Ana Donat la naturaleza se muestra encapsulada en vitrinas, en un intento de preservarla contra el olvido conservando los últimos restos salvables de la destrucción irreversible que sufre.
En tercer lugar, los graffitis de Julieta reflejan el desconsuelo con el que los urbanitas contemplan un entorno habitual contaminado sin visos de regeneración. Pero los tres, desde soportes diversos y lenguajes artísticos diferentes, centran su empeño en la añoranza que caracteriza la ausencia por la que la propia ciudad contemporánea se define.
Fotografías, cajas urna y graffiti componen un recorrido artístico que, tanto a nivel mitológico como paisajístico, evidencian en una breve síntesis el prólogo y el epílogo de lo que fue y es hoy nuestra relación con la naturaleza. De manera inadvertida al principio, hasta evidenciar progresivamente la transformación del aspecto de esa realidad natural, estas tres propuestas creativas consiguen liberar una cadena asociativa que nos muestra la aniquilación de un mundo habitable, invitándonos a la reflexión y a la adopción de una postura crítica.
En esencia, todos ellos fraternizan con la desolación inexorable que provoca el encuentro con un paisaje de destrucción, distanciado cada vez más del ciclo vital. Se trata de una experiencia artística compartida y comprometida en recordar que somos un ser vivo, como lo son las plantas y los animales, y es preciso restaurar la unidad escindida entre la naturaleza y nuestro ser originario.
