Medio Ambiente invierte cerca de 400.000 euros en la recuperación del faro de les illes Columbretes
Un total de 2.410 personas han podido visitar el faro entre los meses de entre junio y septiembre
El faro también servirá para la gestión de la reserva marina y natural así como para la investigación científica
Todos los visitantes a la isla entre junio y septiembre –un total de 2.410 personas- han podido conocer de cerca este importante elemento patrimonial de las islas, recuperado para el uso público.
Además, la restauración del faro permitirá su utilización para la gestión de las reservas marina y natural y, en especial, para las actividades de seguimiento e investigación científica relacionada con las islas Columbretes.
Estas obras de rehabilitación están incluidas en el proyecto general de obras en l'Illa Grossa, y que incluyen la rehabilitación del edificio del faro, la adecuación integral del entorno del faro y la reparación del camino de acceso existente entre la escala de puerto Tofiño y la escala del Rossí.
Visitas al faro
Los visitantes al faro acceden por la puerta sur, donde se puede observar una de las antiguas puertas del faro restaurada. A la derecha se accede a la sala de visitas que, aunque aún no posee el equipamiento definitivo, muestra algunos paneles informativo y una recreación de una de las estancias del faro.
En esta sala se pueden obtener folletos de la Reserva Natural y de la Marina y desde la misma es posible disfrutar de las vistas a la bahía. Otro punto de interés es la base de la torre, perfectamente restaurada. La salida del faro por la puerta sur da acceso a la terraza, desde la que pude verse el antiguo aljibe que aún hoy día es utilizado y las vertientes de la pared norte de la isla, en el cual aparece un bosquete de la endémica Medicago citrina.
Historia del faro de Columbretes
En el mes de octubre de 1856, bajo la dirección del ingeniero Mojados, se inició la construcción del faro de Columbretes. Las obras se prolongaron durante tres años hasta que en diciembre de 1859 fue inaugurado el que muchos fareros consideraban el peor destino de la península debido a su aislamiento.
Los fareros fueron los primeros habitantes de las islas, donde permanecieron hasta el año 1975, fecha en la que el faro se automatizó. Las condiciones de aislamiento, la falta de medicinas y el frecuente retraso en el suministro de víveres hacían muy dura la vida de los primeros habitantes.
De aquella época encontramos, además del faro, otras edificaciones emblemáticas como son las casernas, aprovechadas actualmente como vivienda de los guardas y el pequeño cementerio donde, sobretodo, descansan los restos de bebés, hijos de aquellos fareros pioneros.
