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La otra cara de la pandemia

La otra cara de la pandemia
  • Las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han generado tanta inestabilidad como el propio virus

Llegó la hora de cambiar el prisma. De mirar más allá y de dejar momentáneamente a un lado los datos de la incidencia del virus, del número de nuevos contagios, y del porcentaje de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para sumergirse en otro problema derivado de la pandemia. Y es que la epidemia tiene dos caras, una que se conoce diariamente en los medios de comunicación con todo lujo de detalles y con una actualización constante, y otra que si bien no capta tanta atención mediática, está haciendo sufrir tanto o más a los ciudadanos como la propia COVID-19.

En unas semanas donde está tan en boca hablar de la salud mental y de la importancia de cuidar este aspecto, no es mal momento para aprovechar esta oportunidad y este espacio para otorgar visibilidad a esas personas que quizá no han sufrido directamente los efectos de la enfermedad, pero que sí que se han visto azotados por sus consecuencias y no están pasándolo nada bien.

Muchas veces la labor periodística va de empatizar y de ponerse en la piel del otro para entender qué es exactamente eso por lo que está pasando. En esta ocasión a uno le es imposible imaginar el agobio o la frustración que debe sentir ese dueño de un bar al que no le salen las cuentas y coquetea con la bancarrota, ese responsable de una agencia de viajes que se ha visto obligado a colgar el cartel de “se traspasa” en la puerta de su local o ese trabajador de El Corte Inglés, el Banco Santander o CaixaBank, que se ha visto afectado por un ERE y se encuentra ahora en grandes problemas para encontrar un nuevo trabajo con el cual mantener tanto su vida, como la de sus hijos.

Y ya no son sólo tres meros ejemplos, es que a esta lista se pueden añadir muchos más: emprendedores o autónomos que se han visto obligados a cerrar el negocio o proyecto personal de toda una vida, proveedores que sufren impagos porque los locales a los que surten no terminan de remontar, por no hablar de aquellos que aún arrastraban deudas de la crisis de 2008 y que esta nueva alteración económica ha terminado por empujarlos a la lona y a convertirlos definitivamente en personas insolventes.

¿Cómo combatir esta situación?

Aunque pueda resultar evidente, una posible solución puede estar en llevar un detallado plan de ingresos y de gastos que permita examinar y decidir a fin de mes de dónde es posible recortar gastos y aumentar así el dinero disponible. Un consejo para ello es apuntar todos y cada uno de los movimientos que se haga con el capital manejable y así poder tomar decisiones más precisas a la hora de recortar gastos.

Si en cambio la situación financiera es insostenible y no existe la posibilidad de efectuar un análisis como este, siempre existe la opción de buscar una medida más definitiva. La realidad es que, por sorprendente que parezca, desde el año 2015 existe en España una ley que permite la cancelación de todas aquellas deudas que se hayan contraído de buena fe y poder así empezar de cero una nueva vida. Siempre y cuando, eso sí, no sean superiores a los cinco millones de euros, cantidad más que suficiente.

Su nombre es la Ley de Segunda Oportunidad y está sirviendo de salvavidas para muchas familias que no veían tierra dentro del océano de deudas en el que se encontraban sumidas. Imagínense poder empezar de cero después de haber vivido este último año y medio con la soga sobre el cuello. Coger aire y respirar tras noches en vela sin saber qué hacer.

Esto lo permite este mecanismo legal, que traslada al entramado jurídico nacional una idea propia de la cultura anglosajona donde tratan de proteger a los emprendedores otorgándoles un soporte que les permita arriesgarse a fracasar y poder asumirlo sin una gran penalización en materia financiera.

Esta idea se trasladó a España con la Ley de Segunda Oportunidad, una herramienta tremendamente útil que permite tener la posibilidad de tener una bala en la recámara y que está ganando mucha visibilidad a raíz del incremento del número de procedimientos que se viene experimentando desde el inicio de la pandemia.

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