Por qué el libro «Liberación animal» de Peter Singer no es un libro para la liberación animal (II)
Inicié esta crítica al ensayo donde Peter Singer razona sobre lo que según él deberían ser los derechos que los animales merecen, ensayo que tituló Liberación animal y que en una primera entrega de esta crítica ya dije que no debería llamarse de esta forma porque es todo menos liberación animal lo que en sus páginas propugna.
El problema es grande, porque da igual que en un mercado donde existen miles y miles de libros y cada día se editan cientos más, quizá un libro no tuviera gran relevancia ni deberíamos molestarnos en detenernos en hablar de él. La curiosa casualidad (ironía) es que Liberación animal desde su salida en la primera edición del libro en 1978 hasta la actualidad —en que, se dice, se ha traducido a más de 30 idiomas, y en España, desde donde escribo esto, salió hace poco la última y actualizada edición en 2018, y una siguiente en 2022 (editorial Taurus), con prólogo nuevo de Singer analizando “los avances” que según él ha habido en el mundo en materia de “bienestar animal” desde la salida de su libro— , se ha convertido popularmente en el libro de cabecera del movimiento de defensa animal, cuando no sólo no lo es sino que trabaja por ser todo lo contrario: su contenido ataca el avance del movimiento real de liberación animal porque es bienestarista (en el sentido de bienestarista porque pide que los animales estén en mejores condiciones en sus jaulas y hacinamientos, y que cuando se les mate sea indoloramente, se pide desde quienes propugnan el abyecto y artero “bienestarismo animal”) y asienta a lo largo de todo el volumen la supremacía humana sobre el resto de los animales, cuestión que capitalmente es tremendamente lesiva para los animales, cuya liberación real sólo cursará ayudada por individuos que no se crean más que ellos, ni más inteligentes ni superiores en ningún grado, sino que únicamente crean que los animales deben ser libres en sus hábitats originarios, y nada más. Sin que quienes logren tales fines tengan que utilizar grandes razonamientos o una ideología complejísima para calzarse unas buenas botas todo terreno, poder usar con diligencia una cizalla rompecadenas y otras herramientas destructoras de cierres de portones de encierros animales.
Sí, suena radical. Porque lo es. La liberación animal o es radical o no es liberación animal. La ética animalista, que es vegana y liberacionista o no es ética animal sino una estafa o un sucedáneo (hay muchos sucedáneos de falsos pensamientos animalistas), huye de un montón de cosas de la cultura e ideología humanas cualesquiera que no linden con la anarquía y con el respeto al otro y a la otra, sin pirámides de relevancias inventadas entre razas o especies. Sin letra pequeña. Quienes nos aterramos al comprobar (cuando sufrimos el desvelamiento capital de descubrir lo que se intenta ocultar y falsear de todas las maneras posibles por las maquinarias del poder) la situación de billones de animales secuestrados esclavizados, torturados y asesinados a decenas de miles a diario por el mundo humano, sólo luchamos porque eso pare, y lo haga ya, sin gradualismos. Los gradualismos, los pactos con el sistema y sus políticas que van de la mano de los gradualismos, son la gran trampa que ha empantanado al movimiento de defensa animal para ser un combate detenido en una suerte de espectrogénesis, gente que no avanza porque han adoptado el buenrrollismo de Singer, el tomarse las cosas con calma, el pedir migajas para los animales, el poco a poco que únicamente favorece a los explotadores y a la demanda criminal, porque es, en síntesis: nada.
La defensa propia de los animales nos impele a liberarlos ya, hoy. Ni mañana ni pasado. La moral animalista (si es que se puede decir eso, porque no quiero empezar a rotular nada; rotular ya lo hacen bastante los listillos arteros de los libros baratos de falso amor a la vida) exige ante la agresión continuada y masiva una defensa propia continuada y masiva. Defensa propia significa mucho más de lo que se cree popularmente; de hecho, tal término jurídico abarca también a “los otros”. En ciertos lugares de América se usa “defensa de los otros”, pero en España “defensa propia” ya abraza el defenderse legítimamente uno mismo al verse atacado y además defender a los atacados que no pueden defenderse. Esa defensa propia ha de generarse desde ahora, este segundo, y hasta que el último animal quede libre, del encierro y del golpe humano vil, lujurioso, sádico y maléfico hasta extremos de pesadilla.
Y gente como Peter Singer formula ínsulas oníricas futuras por un lado en un gradualismo que sólo como se ha dicho enquista más la esclavitud del animal, y por otro, haciendo lo mismo, va convenciéndonos —al menos lo intenta, y enconadamente— de que la cosa no tiene tanta prisa, porque al ser utilitarista Singer, cree que hay que trabajar con “la realidad”, generando pactos con los ganaderos y científicos sádicos, ganando terreno en las jaulas, trabajando para lograr leyes que regulen “mejor” el estado de los animales en sus confinamientos hacinados como miles de percheros en un almacén pequeño. Peter es “el hombre bueno”, eso quiere dar a entender, que negocia con los secuestradores, pero se nos coló un secuestrador. Peter Singer es un secuestrador, un carcelero y un asesino hablando con los demás secuestradores, carceleros y asesinos. Él no busca que los inocentes sean liberados, sino que se les trate mejor, en sus encierros y secuestros. Imaginemos la escena de una de tantas películas donde un secuestrador retiene a un puñado de inocentes en un edificio y la policía llama a la figura del negociador. El negociador es un hombre o una mujer sagaz, que sabe meterse en la mente del asesino e intenta mediante pactos liberar a los reos. Imaginemos en esa escena que el negociador comienza en lugar de a pactar la liberación de los secuestrados, a decirle a los bandidos que no encuentra razón para que acabe matando a esas personas que retiene, pero que lo haga sin dolor; o que al menos libere uno, o dos (eso sí, utilitariamente: que libere a los que posean un coeficiente intelectual más alto), y los demás si es su deseo que los mate o torture como desee pero con el menor sufrimiento para las víctimas, con una petición de “al menos mueren menos”. Singer negociador concede a los asesinos que mantienen retenidos inocentes que si se hayan hambrientos no ve él ningún problema en que se cocinen a los menos aptos para nuestra sociedad próspera, a los más tontos, como se ha dicho; Singer pediría, es utilitarista él, que ya que van a cocinar, que compartan con la gente que se arremolina fuera del edificio del secuestro grupal, que probablemente si los secuestrados han sido matados con bienestar de secuestrado, esa gente voyeur adicta a “Crímenes imperfectos” de youtube (quien relata esos crímenes tiene una voz tan dulce que encandila y da sueño, eso es bueno para los insomnes), coman a gusto esa carne que no ha sufrido.
Veamos qué dice en el prólogo a la edición actual revisada por el autor de Liberación animal y así será él mismo quien defina qué busca con este proyecto de libro cuya intención es más aviesa conforme más y más se lo estudia con detenimiento. Uno siente conforme lee por enésima vez al mentiroso y tramposito Peter, que leerle es como leer los más terroríficos cuentos infantiles, de los que dan miedo de verdad, donde el autor busca encrespar y producir miedo y desagradable extrañeza ante algo vil. Pido al lector que lea los cuentos de Perrault en su versión original, son una maravilla en tanto a lo literario; en tanto a lo que se cuenta, son horripilantes, más aun, son malignos e incluso sádicos.
Del nuevo y actual prólogo a la edición de 2022 de Liberación animal, revisada por Peter Singer
Este prólogo del que hablaremos es contemporáneo. El Liberación animal de la edición de 1978 contenía otro prólogo distinto (por cierto, publicado íntegro al final del volumen de la actualidad, para curiosos). Por tanto, en él, en este hoy y después de medio siglo de la salida de su libro, Singer ha tenido a bien escribir unas letras sobre todo para evaluar qué ha pasado en el mundo después de la salida de su libro. Pedro podría muy bien haber enmendado errores de la primera edición, en el presente. No lo ha hecho, ha anotado cosas aquí o allá pero en la misma línea y espíritu del libro cuando nación hace medio siglo. ¿Dije corregir errores? El libro de inicio a fin, excepto la parte expositiva de las torturas reales que se ejecutan con los animales, es irreparable por mano humana, a no ser que sintonices con lo que Pedro dice y cómo lo dice, y quieras mejorar para lograr más luz (oscuridad, en este caso) en esa frase de allá o en este párrafo de aquí.
En dicho 'flamante' prólogo actual Singer anuncia avances que él considera importantes.
Dice:
“Veintisiete Estados y casi 500 millones de personas han acordado abandonar las jaulas de alambre estándar para 2012, otorgando a las gallinas más espacio, acceso a una percha y a una caja-nido en la cual depositar sus huevos”.
Después de ese gran avance (ironía), que sólo manifiesta que a gente que quería seguir comiendo animales se les ha convencido para que firmen con el fin de que los animales tengan más centímetros en sus celdas y así ellos comérselos sintiéndose que han sido “chicos y chicas buenas”, en fin, es como decir: ¡os seguimos comiendo, pero nos preocupamos por vuestro día a día en vuestro atroz encierro, muchachos/as!”. Lo que es verdaderamente vergonzoso y vomitivo. Digo, después de esto, Peter sigue, emocionado, comentando que “Se sucedieron más avances”. ¡Hala!
“Las cosas también han mejorado en la industria del cerdo. Confinar cerdas reproductoras en jaulas individuales fue prohibido en Gran Bretaña en 1998, y la prohibición entrará en vigor en Europa a partir de 2013, salvo las primeras cuatro semanas del embarazo de la cerda”.
Alguien que escriba eso, con unos dedos que son irrigados con sangre de un corazón, alguien que simula preocuparse por los animales por los que dice hablar, y que rubrique eso, eso, como si fuera algo a tener en cuenta, sobre todo me parece lacerante aquello de “salvo las primeras cuatro semanas del embarazo de la cerda”. Pues eso, digo: alguien que escriba eso es imbécil y en el pecho tiene una pelota de tenis flotante.
Estas son las típicas concesiones que hace constantemente el bienestarismo. Hacer como que hace y no hace nada. Es como una reunión de carceleros y jefes de prisiones trabajando mejoras para los presos. No es nada más que eso. En ningún lugar se habla de sacar a esos pobres reos de sus lugares de inmundicia.
Atentos. Nos informa Don Pedro de que:
“McDonald's había estado tratando con activistas durante años acerca de la reducción del sufrimiento de los animales de los que procedían sus productos. De inmediato, otras grandes productoras de cerdo siguieron los mismos pasos”
¡Por supuesto! ¿Cómo no? Así es como poco a poco nació el concepto tan beneficioso para los ganaderos y vivisectores y otros torturadores de animales de “bienestar animal”, gracias a este carcelero vestido de amigo de los reos. De inmediato la industria vio la ventaja que existía en jugar con burbujas de jabón —de ahí nació el “con certificado de bienestar animal”— e incluso poder ganar más porque de ahí surgió también lo de bio y eco. Al fin, conceptos que nada significan porque a los lugares de martirio animal ningún observador exterior acude por ley aunque estos se inventen que para lograr esos certificados, bienestar animal, eco y bio, sus “productos” han sido evaluados por expertos, dicen. Claro, esos expertos son gente de la misma empresa de explotación animal, todo queda en casa. Y todo ello lo ha logrado Singer, él y los posteriores autores que han seguido su estela de hablar de “la liberación animal” cuando hablaban de “mejoras para los reos animales”. Mejoras que, y esto al final es lo más triste de toda esta chabacana trola, jamás se producen.
Porque ¿alguien me puede decir qué cambia en un animal encerrado en total aislamiento y con ausencia de estímulos, en un lugar que apesta a amoniaco y donde no puede tener intimidad NUNCA y donde hay luz artificial día y noche, hasta el momento en que la brutal fábrica determina que cada animal llegó al límite perfecto de su peso y tamaño mediante el engorde acelerado y antinatural al que los someten a todos; que cambia si en ese infierno el animal dispone de unos centímetros más para darse la vuelta, o para dar un paso más, o dos, de verdad creen que podemos aceptar tal engaño de tamaña dimensión malvada y obscena? Y todo ello teniendo en cuenta que aunque creyésemos en lo que dicen, haciendo un acto de fe con tales brutos, de que ese centímetro se le ha dado de más a los reos, por ejemplo a las gallinas cuyo suelo es de alambre y se les suelen enredar los dedos de las patas en dicho alambre y quedan sin poder moverse, unidas al suelo, defecando y orinando y poniendo huevos desde ese punto, muertas y ardidas de dolor completo en vida. De creerlo, que las condiciones de los reos animales no son mejores, como dice tan graciosamente Singer, sino un grado menos horribles (que eso para quien está enfermo y aterrado todo el día no es nada, y si lo es, es esto: un insulto), habríamos de decir qué nos parece: una estafa.
Nuevamente se ha de insistir en que para luchar por los animales ha de hacerse desde la radicalidad. Cuando se pide algo a pocos, se consigue lo contrario a lo que se busca, porque el que ha de darnos ese total mediante pocos, cada vez querrá distribuir, dividir, esos “pocos” a “más pocos”, hasta que el total imaginado y hablado de inicio se diluye y prostituye de tal forma que no se sabe qué se pidió inicialmente, las cuentas no salen. En fin, que es un acto psicótico y enfermo el que propone esta gente el de intentarnos hacer tragar que negocian incesantemente con la industria del crimen animal, que como mafia que es, jamás cejará en sus empeños y fines.
Llama la atención que Singer diga que McDonald's había estado tratando con activistas. ¿Qué nos quiere decir con eso? Los activistas por los animales luchan para su liberación y jamás tratarían con gente de la industria más que para escupirles en la cara y amenazar con liberar a los animales que mantienen secuestrados y torturados y con quemar, una vez estén vacías, sus repugnantes instalaciones del pavor y la sangre y la soledad sin tiempo y el dolor jamás conocido por humano alguno porque el dolor animal es de otro ámbito, el holocausto animal es el crimen más obsceno y mantenido en el tiempo que ha ocurrido en esta tierra. ¿Entonces? ¿Quiénes son esos activistas? Una invención más del mentiroso Peter. Gente del sector, nuevamente, hablando con gente del sector, bromeando, fumando y para casa.
Para entender la rabia y el asco que se siente al leer esas cosas que Singer llama avances, lo voy a trasladar al contexto del nazismo. Hablaré de los animales como judíos y de los matarifes y sádicos que los controlan y martirizan como la gente de las SS. Recordemos que de los judíos que asesinaron las SS se usaron los cabellos, la grasa corporal para jabones, los dientes de oro, incluso la piel para hacer lámparas. Aquí el supuesto, con la analogía mencionada:
Singer ha hablado de que la “federación de amigos y salvadores de los judíos” ha estado gestionando tratos con las SS para que se produzca “la reducción del sufrimiento de los judíos de los que procedían sus productos (jabón, pelucas y oro de sus bocas)”.
¿Qué se siente?
Quiero que sintáis mi asco. Mi desprecio a quien habla así de los animales reos y usados.
Mis ganas de vomitar cuando leo que Singer sigue contando como cosa buena, avances, que “Muchos chef notables, minoritas y proveedores estadounidenses, están, igualmente, alejándose de las peores formas de confinamiento animal”.
Sin palabras. Eso que acabo de transcribir es para leerlo una y otra vez, para comprobar el grado de ignominia de este libro y del corazón de su autor. Dije pelota de tenis su corazón, su pecho está vacío como el de un muñeco, por eso sale siempre en las fotos sonriendo, Peter, el bueno, porque está hecho de goma.
Nos informa muy contento que “los californianos aprobaron, por un sorprendente margen de 63-37 por ciento, una iniciativa electoral que, en su estado, otorgaba a todos los animales de granja el espacio necesario para estirar sus patas y girarse sin tener que rozarse con otros animales ni con los laterales de sus jaulas”.
Quien lee lo anterior recuerda la evolución de las penitenciarías humanas en el mundo. Inicialmente eran lugares tenebrosos donde no había asepsia y donde los presos se encerraban a montones en celdas minúsculas y sin airear, sin acceso al patio ni a ocupaciones durante el día dentro de la prisión. Las prisiones actuales han ido evolucionando según han ido presionando las organizaciones de derechos humanos y, al menos en los países más “evolucionados”, las prisiones ya no son lugares tan cerrados, estrechos y oscuros, sucios y enfermantes. El tamaño de las celdas y el espacio de los presos ha aumentado considerablemente, ha mejorado todo y los patios donde salen cada día a realizar vida social y estirar las piernas no tienen nada que ver con los patios de las cárceles iniciales del mundo y, como digo, en las penitenciarías humanas actuales existen distintos espacios donde incluso aprender oficios, panadería, carpintería, política, payaso, youtuber, existen bibliotecas... No quiero decir que una cárcel humana sea un lugar bueno, sólo expongo que la evolución de las cárceles humanas en el tiempo es la misma evolución que propone y aplaude Singer y su gente para los animales en sus cárceles. ¿La diferencia? De las cárceles humanas buena parte de los presos van saliendo a la libertad conforme cumplen sus condenas. De las cárceles animales sólo salen los reos “con las patas por delante”.
Penitenciarías mejores. No habla Singer para nada de libertad para esos animales de los que se hincha a hablar.
Este párrafo resume su pretensión inicial, que no ha cambiado a lo largo de cinco décadas:
“Todos estos cambios demuestran lo dicho por los defensores de los animales a lo largo de mucho tiempo. En 1971, cuando yo organicé una pequeñísima manifestación en contra de la granja industrial, parecía que nos enfrentábamos a una industria gigantesca que pisotearía toda oposición. Afortunadamente, las ideas y la compasión han mostrado ser lo suficientemente fuertes como para cambiar sistemas en los que viven y mueren cientos de millones de animales”.
Lo dicho: busca “cambiar sistemas en los que viven y mueren...”. Mejoras en las cárceles.
Hace gracia eso de que organizó una pequeñísima manifestación. Vamos, como sin ganas. Son tantas las mamonadas que tira Pedro por la boca que por momentos uno piensa que ha caído en depresión. Salgo fuera, tomo aire. Me digo: aguanta, que tú puedes.
La visión androcéntrica de Singer, especista de todo punto, es tan de túnel que es capaz de en un libro cuyo título es Liberación animal decir cosas como esta:
“La resolución española [prohibir los “experimentos potencialmente dañinos con grandes simios”] constituye la primera aceptación oficial de las implicaciones legales y morales derivadas del reconocimiento y las similitudes entre nosotros y, al menos, algunos animales no humanos”.
En fin, se alegra de que se haya logrado algo tan vago e indefinido como que se prohíban experimentos “potencialmente dañinos con grandes simios” (y porque los simios se nos parecen más que una ardilla o un camello, por eso habla de similitudes), pero no se aflige de que continúen los otros experimentos que el lector debe creer que no son potencialmente dañinos tanto con grandes simios como con cualquier animal que se le ocurre torturar a un vivisector para realizar algo tan alejado de lo serio y de lo que verdaderamente sería la ciencia (si esta tuviera algo de bueno): experimentos (la palabra experimento, como bien dice Javier Burgos, es una total burla, porque no es seria, parece salida del mundo circense).
Y dice además Singer que es esperanzador que se hayan reconocido “las similitudes” entre nosotros y, al menos, algunos animales humanos”.
Similitudes. La gran palabra. Ahí se produce todo. El humano sólo quiere tratar bien y considerar a aquellas criaturas que se le parezcan. ¿No es esto lo más alocadamente estúpido y aterradoramente peligroso que habremos escuchado de una boca que se jacte de ser inteligente?
Con la excusa de lo similar, es desde donde se han perpetrado todos los abusos y las tiranías históricas, de los hombres aplastando a las mujeres, por eso estas pidieron igualdad, arguyendo (no les quedaba otra) que son similares a los hombres, ni peores ni mejores, similares; los negros eran disímiles a los blancos, por eso se les quemaba en cruces y se les desfiguraba la cara con la porra de un poli muy americano y muy pro blanco.
Ese concepto hostil e idiota debería haber sido desterrado del uso en la moral desde hace muchísimo tiempo. Pero el mago Singer lo trae al mundo de la liberación animal.
Con gran interés. Porque es la piedra filosofal de la dominación especista: son distintos a nosotros, luego no son “nosotros” y nosotros somos humanos, superiores: los dominamos.
O sea, que si en lugar de ser como somos, tuviéramos cuerpo y forma de buzón de correos, sólo consideraríamos dignos de nuestro respeto a las cajas de cartón, preferentemente más verticales que horizontales. Se lucharía por considerar a las cajas personas buzones.
Dominados ya, se dice Singer, en definitiva, al menos que la dominación sea algo más soportable. Y se queda tan contento con las patas estiradas sentado en el sofá de su cabeza de alfiler.
Lo más horroroso del libro de Singer es la semilla que ha dejado. La forma de mirar la lucha animal, anormalmente y con presupuestos de carcelero.
Leo una noticia actual y la anoto, la expongo para que se vea de qué hablo. Dice así:
“La Plaza de toros de Pamplona es la segunda más grande de España, con un aforo de 19720 personas. Desde Animanaturalis piden un modelo alternativo como el de los correbous catalanes o el de Portugal, en los que los toros no son sacrificados, e instan a Pamplona a ser pionera en esta transición”.
Transición.
Enhorabuena, Singer. Enclavaste bien profundo un gradualismo que no lleva a ningún lugar y mata toda esperanza, si la tuvieran, en los animales de alcanzar no a situarse en ella sino a poder saber que existe un libro tramposo que habla de ese otro estado natural donde deberían estar llamado “liberación animal”, y en el que si por Singer fuera jamás estarían. Porque libertad, libertad, sólo la merecen por su alto grado de pensamiento abstracto y generación de arte los buzones.
Entrada al libro
Lo único bueno del libro Liberación animal ya dije que son los capítulos iniciales donde se detallan los infiernos de los animales en sus encierros de torturas, porque así el mundo sabe la verdad de sus sufrimientos. Pero ¿de qué sirve toda esta información precisa y pavorosa si a renglón siguiente quien nos da esa información nos habla de mejorar esas torturas para que sean algo menos torturadoras, por decirlo en la forma onírica, pesadillesca y enrevesada a como lo piensa el autor?
Además, toda esa información que en su momento fue valiosísima, ya existe y a porrones en las redes sociales, además en forma de una imagen vale más que mil palabras. En youtube uno puede ver cómo vive una gallina hacinada, un cerdo en la explotación y ver qué hacen los delincuentes legales de los vivisectores y los asquerosos de los pescadores y demás odiadores de animales.
Ahorraré al lector muchas cosas que leo y me molestan de Singer, expresándose en el libro con sus tonterías aquí y allá. Y expondré ejemplos de más bulto y que se repiten, con lo que son más lesivos porque allí están desplegadas las intenciones del autor con su tratado.
Hablando el autor de la vivisección, explica, en un párrafo que merece la pena trasladarlo aquí completo, porque no tiene desperdicio:
“La oposición a los experimentos con animales ha existido desde hace mucho tiempo, pero ha progresado poco debido a que quienes realizan los experimentos, apoyados por las empresas que obtienen un beneficio proporcionando los animales de laboratorio y el equipo, han sido capaces de convencer a los legisladores y a la opinión pública de que la oposición proviene de fanáticos ignorantes que consideran más importantes los intereses de los animales que los de los seres humanos. Pero oponerse a lo que está sucediendo hoy no implica insistir en que se suspendan aquellos experimentos que no cumplan un objetivo directo y urgente, y que en los demás campos de investigación se sustituyan, siempre que sea posible, los experimentos que requieren animales por métodos alternativos que no los necesiten.”
Sin duda este que acabamos de leer es uno de los párrafos más definitorios de lo que es Singer y su obra: Singer concede y concede y concede tanto a la maquinaria de destrucción animal tanto que, insisto, su libro se debería llamar algo así como “Liberación de nuestra obligación moral de tratar bien a todos los animales”.
En su tramposo razonamiento le echa la culpa a la gente que ha luchado enconadamente hasta ahora por que los laboratorios de vivisección se cierren por completo porque, según él, son algo así como una panda de hipis abrazaárboles. Menos mal que llega él, por enésima vez, a poner orden en la sala y explica que nuestra pugna debe pasar por “insistir en que se suspendan aquellos experimentos que no cumplan un objetivo directo y urgente”. Y entonces pone orden, porque los otros eran unos radicales y él, ya se ve, pide con mesura y serenidad. Veamos, ahora en serio. La vaguedad de la frase anterior de Peter es de tal calibre, que exponer algo así, supone declararse uno como aquellos que define como inferiores mentalmente (y a los que dejaría sin el medicamento del dolor porque de elegir les daría tal medicamento a los más inteligentes del lugar), porque no se entiende, si lo que se tiene es un interés positivo (ya no hablemos de si gradualista-bienestarista, personal o venusiano), se exponen razones claras, sean estas cuales sean, pero vomitar constantemente condicionales y humo como “aquellos experimentos que no cumplan...”, “objetivo directo y urgente”...
Ya no por los animales, sino únicamente por rigor expositivo, este libro debería haber sido criticado por gente de las letras, y más aún, por gente del pensamiento y de la filosofía, porque ya sabemos que la filosofía consiste, a grandes rasgos, en decir cosas extrañas revistiéndolas de un halo de seriedad, pero decir pura bobada, como la que lanza Singer de constante, no debería quedar tan impune. Coño.
“se sustituyan, siempre que sea posible, los experimentos que requieren animales”
Lo de “siempre que sea posible” es para pintárselo alrededor de toda su casa a Singer con espray fucsia e imborrable, para que se joda un tiempo, hombre.
Lo de “los experimentos que requieren animales” ya es de traca mayor. ¿Hay experimentos que requieren animales? El libro Liberación animal reconoce que hay experimentos que únicamente estarían al servicio de los humanos, en los que sería adecuado y moral usar animales. Eso... es un delito, es un crimen. Este tipo no tiene dos dedos de frente. Pero es que además, en esta nueva edición actualizada de Liberación animal debería ya haberse dado cuenta Singer, pues ya ha tenido tiempo de que su mente de roca piense algo o le entre un aire, que los experimentos con animales para los humanos no sirven, ninguno sirve, precisamente porque como dice Javier Burgos la palabra experimento ya no es seria, y porque de la misma forma que no serviría embutirnos violentamente una enfermedad que asalta a los caracoles a nosotros para ver qué pasa y salvar a los caracoles (a cualquiera que se le ocurriese algo así se le trataría como loco o idiota o si está en sus cabales, idiota cruel y sádico que sólo busca jugar a realizar daño), no sirve ver qué pasa en los pulmones de un beagle obligándole a inhalar Ducados Negro, para extrapolar esto a los humanos fumadores. Es absurdo. Y estoy con Javier Burgos en la mala hostia que me entra cada vez que observo por enésima vez que la idea de que la vivisección sirve para algo, más allá de para mover ingentes cantidades de dinero y de satisfacer el sadismo de los vivisectores y del número de víctimas que la humanidad reclama para satisfacer a sus dioses (la ciencia es su mayor dios, hoy), me dan ganas de lanzarme a trompazos contra una pared. O de poner “La isla de las tentaciones”, de verdad.
El preocupadísimo Peter Singer en la página 79 de Liberación animal expresa que “Acabar con este desperdicio de vidas y con el dolor de los animales no tendría por qué ser tan difícil si realmente se quisiera hacerlo.”
Hitos de mayor bulto de la anterior frase:
“desperdicio de vidas” (como si hablase de una cadena de montaje de automóviles)
“no tendría por qué ser tan difícil” (parece que hable de acceder por un pasillo demasiado largo a una sala de cine, uno que va con el vaso gigante de palomitas en una mano y en la otra, la caca-cola)
“si realmente se quisiera hacerlo” (ay, Peter, Peter el mentiroso. Tú no quieres dejar de hacerlo, que es lo contrario. Tú buscas que los animales sigan allí, eres uno de todos aquellos que los mantiene allí, eterna y dolorosamente, pequeño gran mentiroso Peter cabrón)
Seguidamente a esa frase que hemos analizado, Sir Pedro dice que “Hasta que hayamos desarrollado alternativas satisfactorias, deberíamos, como un primer paso, conformarnos con prescindir de toda sustancia nueva pero potencialmente peligrosa que no sea esencial para nuestra vida.”
Primero. No hacen falta alternativas a la experimentación animal porque es un orco que se ha montado sin necesidad. Lo que debe haber es una focalización en el verdadero punto a tratar: la prevención de enfermedades, el cuidado de la salud y los hábitos para tener una mejor salud. En resumen, no debemos fumar y beber y comer como vándalos creyendo que si algunas vez necesitamos un hígado de repuesto lo tendremos. Eso es demasiado sencillo para el humano, que de común es dejado y vago y disfrutón y descerebrado. Aquello de que contra todo lo que acrecienta el calentamiento global, de que no poseemos un planeta B, debería también aducirse respecto a nuestro cuerpo y nuestra salud: no tenemos órganos b, no tenemos salud B. Dejemos de dejar la salud de repuesto en manos de otros, o sea la ciencia (o sea los vivisectores y sus máquinas de chichina de animales), y tomemos el rumbo de nuestra vida y propia salud sin esperar que terceros nos solucionen problemas que hemos generado nosotros mismos a conciencia, con “remedios mágicos” extraídos de los laboratorios mágicos por los dioses mágicos de la ciencia mágica. (Como de lo dicho, más larga y mucho mejor lo expone Javier Burgos en la entrevista que le hice hace unos años, remito al lector a que busque en red “La próxima vez que enfermes más te vale ir al veterinario” + El Periodic.
En la página 177, Singer dice:
“La muerte, aunque nunca es agradable, no tiene por qué ser dolorosa. Si todo sucede como se ha planeado, en las naciones desarrolladas donde los procedimientos de los mataderos están regulados por leyes humanitarias, la muerte llega de un modo rápido y sin dolor.”
La primera frase del anterior párrafo bien podría haberla escrito Ed Gein en su diario.
Lo segundo y último, lo dice alguien seco como un espantapájaros.
Voy a estirar las piernas y a tomar aire y ver chemtrails y a pensar un poco, que este salvaje me ha dejado loco.
Os convoco la semana que viene para la siguiente entrega de la crítica a Liberación animal del loco de Peter. Que tengáis una buena semana, buzones.