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Por Ángel Padilla
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«Libertad» de David Fernández Rivera, el diario de un recluso libre

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    «Libertad» de David Fernández Rivera, el diario de un recluso libre- (foto 1)
    «Libertad» de David Fernández Rivera, el diario de un recluso libre- (foto 2)
    «Libertad» de David Fernández Rivera, el diario de un recluso libre- (foto 3)

    "Balas, balas..." es uno de los versos que aparece en el apartado "Luto", que es el 11 de los 12 capítulos en que se divide el poemario "Libertad", de David Fernández Rivera.

    "Libertad" ha sido publicado muy recientemente, en este 2021 en que nos hayamos sumidos en una pandemia brutal y obsesiva que nos tiene a todos peor de ánimo que de costumbre.

    La crítica que he visto hasta el momento sobre esta obra poética del gran poeta gallego David Fernández Rivera, pone mucho énfasis en los poemas visuales, fonéticos, etc. Mas a mí no me interesa eso tanto como lo que el autor quiere expresar con esos constructos visuales añadidos a un texto en que se dice algo muy concreto y rotundo.

    En el poema 9, Adiosol, atención, un verso que es medular: "Ella no está".

    Yo que conozco en profundidad la obra de David Fernández Rivera, sé de la alusión constante a esas "ella" etérea y física a un tiempo. Una ella que es mujer y a la vez fantasma. Como Bécquer, Rivera escribe con constancia versos a una mujer fantasma, o a varias.

    Pero David va más allá, esa mujer no es una mujer muerta o viva, es además una ella de la vida, de la vida del autor, ese "ella" es lo que el autor ha buscado toda su vida desesperadamente, pero no quizá en forma de mujer, que también, sino como la amiga ideal, la escuchadora ideal. Ella mi vida que por fin se gira y me mira, que podría decir David Fernández Rivera.

    Así el poemario Libertad contiene por orden los siguientes poemas: 1 Vacío; 2 Tridente; 3 Espuelas; 4 Sashima; 5 Nashville; 6 Hydra; 7 Pisadas; 8 Agonía; 9 Adiosol; 10 Iceberg; 11 Luto; 12 Infinito.

    Leído de seguido lo anterior ¿ante qué estamos? En primer lugar, son 12 los capítulos, doce los poemas, doce eran los apóstoles de Jesús. En la poética de Fernández Rivera lo crístico además de lo lorquiano aparece sin cesar, pero matizado en otra cosa muy particular, tan particular como la poesía del quizá mayor poeta gallego de la actualidad. Para mí, uno de los más interesantes poetas no sólo en gallego sino en lengua castellana de la actualidad.

    En el poemario asistimos claramente a un sepelio, a la muerte de un hombre, a la muerte podría decirse de todos; es una visión, es un agorero quien nos avisa. ¿Quién muere? Lo más importante que tuvimos -y digo tuvimos porque ya no es así-, la libertad. Por eso a mi juicio el poemario se titula con esa palabra tan extraña a este tiempo, tan fusilada en cada calle cada día delante de todos y por los soldados de todos, por los soldados de los niños, por los soldados de la mujer amable, por los soldados que hay en los enamorados y los profesores añorables, la libertad es vapuleada y lanzada al río con grandes y pesadas piedras. Es el sacrificio diario de esta llamada grotesca y graciosamente civilización. Este mundo de barbarie cada vez más contento con que el plan de los poderosos se lleve a cabo sin molestias ni resistencia: la matanza de lo creativo, la destrucción del amor y lo fraterno, la aniquilación de la libertad, un caballo linchado al día de terraza a terraza estirado por tensas cuerdas.

    En esta prisión, penitenciaría abierta. Platón, otro visionario, la cueva. Y uno que decía ¡por aquí la luz! Y nadie hacía caso. Lo gracioso de Platón es que le iba a la burla Diógenes, rey de los cínicos. Se cuenta que entre alguna de sus travesuras para burlarse del mundo ideado e ideal de Platón una vez entró corriendo al Ágora con una linterna en la mano en pleno día gritando "¡Busco a un hombre!" Los cínicos, hoy murieron casi todos los cínicos, hacen falta cínicos.

    David Fernández Rivera es un cínico, muestra a los creyentes que la virgen a caballo que ven en los cielos es no más que la Muerte y el manto que ven aireado como plata gentil la guadaña abierta en abanicos, y no trae milagros... Nada que vuele sin tener alas trae milagros...

    En este mundo, desde su celda, el reo renegado David Fernández Rivera, otro cristo condenado a la cruz. Esto escribió en la pared de su celda: "Los huesos / del poema / filman / el lienzo / travestido / de la cruz." Una alusión clara a una muerte incluso televisada, o como poco, sabida y consentida por todo el entorno del condenado a pena capital. La traición de la propia poesía queda manifiesta en "los huesos del poema", o sea que el propio poemario es a la vez el diario del último día de un condenado, como la grandiosa novela corta de Víctor Hugo, como un manual para condenados; en "Libertad" el propio narrador es traicionado incluso por su propia palabra, la traición definitiva; el poeta no se fía ya ni de su herramienta, tan horrísono es aquí todo, y colmado de velos.

    Además, yo intuyo que David en este poemario mistérico -porque hoy la verdad no se puede decir con claridad, al parecer- intenta avisar a los demás presos, de dos cosas fundamentales.

    Digo que hoy la verdad ha de decirse de formas distintas porque todo el mundo dice usar la verdad y todos mienten, luego hay que renombrarla o usar otros códigos de vertido de lo veraz, de lo cierto. Porque ya nadie cree en nada y los oídos ya no son la vía única, ya no son la vía, mejor decir. Y si se me apura el corazón tampoco.

    Hay dos cosas de las que se avisa claramente en "Libertad", una la inanidad de todo aquí, la muerte final, envuelta en burla y en visiones de horror que convierten la vida en un acto de teatro insufrible de principio a fin; otra sería un decir con esperanza. Veamos que el poema final se llama Infinito. A través del decir libre, la poesía o cualquiera otra forma, uno puede llegar a ser. Llegar a ser libre esté donde esté. Llegar a sentir, a saborear la libertad.

    El libro puede leerse como una confesión de vida y muerte agónicas, tanto como un alegato a la individualidad, a la búsqueda del paraíso del que se hablan en tantos libros sagrados y obras poéticas, ni más ni menos que aquello que ve el gato con ojos fijos cuando se detiene a mirar la nada en el interior de una casa.

    Moriremos todos, y sin embargo, viviremos todos. ¿Dónde? En la belleza. Ese creo es el mensaje principal de este poemario, que siendo aparentemente nihilista, está lleno de pulmón de vida y de árboles y de cánticos, de belleza extrema al fin.

    ¡Eh, amigo!

    Es como si David en sus últimas horas de ser conducido a la silla eléctrica o al minuto último de su vida natural -que lo conoce por habérsele sido susurrado por un hada frágil y enorme en la noche-, nos dejase el legado, a los demás presos de cómo salir de aquí.

    Los planos de la prisión y del mundo de afuera son los símbolos y constructos de imágenes que los que se creen libres, aquí, llaman poemas visuales. Yo puedo decir, que ya morí hace años como David Fernández Rivera, que son planos, planos de cómo escapar y de cómo llegar a.

    De cómo vivir en.

    De cómo encontrar a.

    "El abismo / araña / los pañuelos / despoblados / del caballo."

    Sí, aquí todo es horror y las cosas más magnas son manipuladas y mutiladas y se nos muestran, a través de una cultura falsa, como enemigas. De ahí las poderosas imágenes de la belleza en desolación que el poeta describe tan pavorosamente en "Libertad". Los últimos versos transcritos, que pertenecen al poema 3 Espuelas, podría decirse que constituyen algunos de los versos más hermosos en lengua castellana. Como esos, muchos y que dejan atónito al lector en el poemario.

    Ella "No baila sola..." (poema Espuelas). Ella "No puede ver..." (poema Nashville).

    En danza ciega, la vida, nos espera para que la guiemos, libre, a donde y de donde fue secuestrada. Una vez David me preguntó ¿tú no sientes que quienes vemos por la calle son, en cierta manera, como muertos? Por supuesto, le respondí que sí.

    De hecho yo no tengo seguro, como apunté más arriba, el estar vivo.

    Las vidas de dos poetas malditos como David y yo son como algo que se nos ha dado a cambio de otra cosa o por azar. Ambos pensábamos que no llegaríamos a mayores, en mi caso que no pasaría de los 45 ni loco. Él veía esa edad ya como un horror. Sin embargo yo ya tengo 51 y sigo escribiendo en este mundo pesadilla, pero encontré a Iratxe, quien está en la puerta de esta prisión, con quien puedo volar lejos de estos muros cada día.

    Ha habido continuas despedidas y continuos retornos, en nuestras vidas. Lector que lees, nunca des por sentado un pensamiento repetido en tu mente largo tiempo, al cruzar una esquina todo puede cambiar. "Un hombre / incendia / la melena / junto al corchete / almidonado / en el adiós." (del poema Adiosol). De nuevo las despedidas, vemos. Y el poeta buscando a su ella: "Ella no está..."

    Mas en la Voz 3 del poema Iceberg se puede leer entre otras palabras misteriosas, una que entendemos: besale, sin acentuar y con la sílaba "sa" en negrita, seguramente en relación con otras sílabas en negrita que aparecen en otras palabras de las tres voces de ese poema, palabras como tureh o in-zhiro. ¿Seguramente? Aquí no hay nada seguro.

    Lo hiciste, David. He leído todos tus libros y, sin duda, este podría decirse que es el más redondo, en cuanto a comunicación completa, en cuanto a la sugerencia, la mayor de las dinámicas mejores del verdadero arte y en cuanto al puñetazo más duro.

    Los poemas son bellísimos y brutales, como todos los tuyos. Elegiste una mayor concisión en estos, lo que les dota de una mayor fuerza, así las imágenes más sobresalientes lo son aún más.

    Para concluir, pido al lector que se haga con esta joya de la comunicación moderna y futura, un libro de poesía de primera línea de la mano de uno de los autores más misteriosos y líricamente brutales que ahora mismo están dando libros.

    "Libertad" viene en una edición bellísima, realizada por Amargord ediciones. Ha sonado la sirena, hemos de volver a los catres y a las celdas. Yo me llevo el libro conmigo, he de seguir descifrando los poemas en relación con los planos entregados cifradamente por el autor, en este libro salvador, en esta carta para todas/os nosotras/os.

    Ahora por fin tengo esperanza. Ahora por fin he visto que uno que dijo que se colgaría en su celda se ha convertido en pájaro aquí dentro, no sé cómo lo logró, seguiré con la obra el tiempo que me lo permita la biblioteca de la prisión, esta prisión no sabe que ha dejado entrar entre sus libros una obra que nos permitirá a todos crecernos alas.

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