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Por J. P. Enrique
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Israel y Marruecos. Palestinos y saharauis

    Israel tiene un plan perfectamente trazado y con el guión escrito, pasito a pasito va expulsando cada vez a más  palestinos de sus  territorios para construir el Gran Israel.

    Todo comenzó cuando en1948 se fundó el estado judío tras expulsar  a 700.000 palestinos y dotarse de unas leyes que les permiten  apoderarse de las propiedades abandonadas que dejaron atrás los palestinos sin derecho a volver a recuperarlas.

    En aquellos momentos, los judíos gozaban, tras la II Guerra Mundial, de la comprensión internacional por lo que sufrieron, y Naciones Unidas aprobó que se instalaran en el 54% de Palestina, un porcentaje que llegó pronto al 78% y tras la guerra de los Seis Días completó  el 22% restante, anexionándose Gaza, Cisjordania y Jerusalén. También del Sinaí y los Altos del Golán.

    De nuevo, como sucede periódicamente, acaba de estallar una nueva “guerra” (lo llaman así sin que haya dos ejércitos en combate) que ha estallado tras un desahucio (otro más)  y unas marchas  de nacionalistas celebrando la toma de Jerusalén tras la guerra de 1967.

    A partir de esa realidad todo es propaganda en busca de confusión. Nadie en EEUU (su principal protector) y pocos en el resto del mundo se interesan por  el origen de un problema que ha llevado al permanente conflicto. Y la propaganda judía repite  la palabra terrorismo (de Hamás) y habla de su derecho  a defenderse.

    Hamás es un movimiento creado en 1987, precisamente por Israel, para debilitar el poder de Arafat, que ha acabado siendo una organización para defender a los palestinos. Hoy Israel y otros países  lo consideran grupo terrorista.

     Se etiqueta de terrorista a un grupo y una vez etiquetado ya vale todo, sin que nadie se pregunte qué nombre habría que ponerle a la expulsión de cientos de miles de palestinos, a tener la franja de Gaza convertida en una gran cárcel en donde en 360 kilómetros se hacinan 2 MM de personas, en donde no pueden entrar medicinas o comida si Israel no lo autoriza y en donde el poderoso ejército israelí puede arrojar bombas periódicamente con cualquier excusa a escuelas, carreteras que dan acceso a hospitales,  granjas, depósitos de agua, hospitales,… y puede hacerlo con total impunidad con la frase: derecho a defenderse.

    El drama  que sufrieron los judíos no está en el olvido porque cada año aparecen libros, se les hacen homenajes y se ruedan películas que nos lo recuerda. Incluso es delito en muchos países cuestionar el genocidio que sufrieron. Nada parecido sucede con el genocidio de los nativos americanos, el de los armenios,…. Parece que genocidio solo ha habido uno en la historia de la humanidad: el de los judíos,  y en la cifra de muertos (6 MM) se olvida a   otras víctimas como  masones o romaníes que nadie menciona.

    Hoy aquellas víctimas son verdugos de un pueblo, el palestino, al que han expulsado y siguen haciéndolo con crecientes asentamientos de colonos y  utilizando leyes hechas a su medida para echarlos  de Cisjordania.  Todo a la vista de otras naciones que pretenden olvidar  el origen del conflicto: una ocupación iniciada tras el holocausto de Hitler.

    Y desde esa propaganda, Israel se dota de armas atómicas y se victimiza si otros países, como Irán tratan de obtenerlas y manda a sus cazas a destruir supuestas  instalaciones o a matar a un científico. Tiene manga ancha también para bombardear Líbano. Tiene licencia para matar. Y tras sus “acciones” la comunidad internacional  como mucho hace un llamamiento  “al cese de hostilidades por ambas partes” o le pide a Israel  “contención en la respuesta”.

    En su guerra, Israel trata de silenciar a la prensa destruyendo su sede. Si bombardea una escuela es porque allí se refugiaban  terroristas.  Si mueren civiles es porque Israel estaba destruyendo túneles de terroristas. Pasa lo mismo si destruyen una clínica de Médicos Sin fronteras. El resultado es una franja en donde el 90% de los hogares no tienen agua potable, en donde hay continuos cortes de luz, falta combustible, faltan medicinas en sus hospitales. Toda esa violencia se justifica con el “derecho de Israel a defenderse”, repiten una y otra vez.

    Coincidiendo con esta guerra unilateral, injusta y cruel a la que asistimos mirándola con tanta tibieza, otro país más cercano, Marruecos, en donde gobierna un déspota (dueño de 20 palacios y con intereses en todos los sectores económicos más pujantes) que también con el apoyo, fundamentalmente de EEUU, actúa con total impunidad contra el pueblo saharaui.

    Se apoderó del Sáhara (una provincia española)  con el silencio de quienes con tanta pasión hablan ahora de la unidad de España. Hicimos la vista gorda para regalarle al monarca marroquí un suelo rico en fosfatos y una costa con petróleo y bancos de pesca que Mohamed  utiliza para incrementar aún más su fortuna personal.

    En su arrogancia, el monarca se cabreó cuando una patrulla de la guardia civil le pidió la documentación tras adentrarse en aguas españolas y utilizó a  1.600 inmigrantes para lanzarlos sobre España.

    Ahora hace lo mismo enfadado porque en un hospital se atienda a un líder del pueblo saharaui y abre sus fronteras, tras haber cobrado para que actúe como gendarme de Europa (1.000 MM año) e invita a los desesperados,  sin trabajo y sin la esperanza que su régimen les niega, a que crucen la frontera de Ceuta y produzcan un colapso humanitario en esa ciudad.

    El problema se soluciona con el pago de otros 30 MM y seguramente con la exigencia de  que no se celebre  el referéndum aprobado en Naciones Unidas sobre la autodeterminación del S´shara, tal como alentó Trump reconociéndole la adhesión de  ese territorio  a cambio de mantener relaciones con Israel. A eso le llaman diplomacia. Una diplomacia que nada tiene que ver con la justicia y los derechos de los pueblos  oprimidos.

    Dos países Israel y Marruecos actuando con impunidad. Del primero repetimos que es una democracia y le tratamos con algodones y hasta le permitimos participar en torneos europeos de música o deporte sin ser Europa. Del segundo dulcificamos su dictadura y nada nos dicen de su libertad de prensa, de sus opositores encarcelados, de sus abusos policiales…algo que sí sabemos de Cuba y de Venezuela.  Bajo el yugo de Israel y de Marruecos dos pueblos oprimidos, palestinos y el saharauis. A sus líderes que defienden recuperar lo que les arrebataron, a unos  les llaman  “terroristas”, al otro hospitalizado, le tachan como   “terrorista y líder de una banda”.

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