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Por J. P. Enrique
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¿Corrupción en Madrid? No la había. Tampoco la habrá con Ayuso

    Díaz Ayuso viene de ocupar cargos políticos con la ex presidenta Esperanza Aguirre. La puso ahí el dedo mágico Casado y la han empujado hasta el sillón  dos manos: la de un partido (Ciudadanos) que vino a sacar a los corruptos de las instituciones y la de otros que quieren imponer el orden (su orden) aprovechando  que tanto el partido de Rivera como el de Casado son muy permeables y se dejan querer por el partido de la bandera roja y gualda. El mismo partido que criminaliza a los inmigrantes cuando son muy pobres y llegan en patera, y venera a quienes llegan en avión o en yate y se instalan en un lujoso chalet de la Costa del Sol construido con dinero procedente del narcotráfico o de la trata de blancas. Todos, los tres amigos de pacto por Madrid, están de acuerdo en que los males del capitalismo son por culpa de los más miserables que no  han sabido labrarse un futuro, como sí han hecho las mafias rusas instaladas en la Costa del Sol.

    Díaz Ayuso se proclama de centro derecha y  liberal, y no tiene nada que ver con el pasado de su partido. Un liberalismo que no lo fue para apoderarse de las Cajas, de la TV y  organismos públicos. Ayuso nada tiene que ver con quienes, con la misma etiqueta centro-liberal  han llenado maletas de billetes con dinero procedente de empresas que pagaban por obtener contratas. Ella apenas conocía a Esperanza Aguirre, a pesar de que era la interlocutora con la trama Púnica.

    Libre de ataduras, ajena a un pasado  negro, en su discurso de investidura ha dicho, con un papel delante para demostrar que sabe leer y que no usa gafas,  que está ahí para luchar contra la corrupción, además de para defender la libertad y para bajar los impuestos. Un anuncio de bajadas que suena muy bien a los oídos de quienes pagan muy poco y que aplauden, desde sus yates anclados en el Caribe,  las clases más privilegiadas mientras piensan  en añadir cinco metros más de eslora a su embarcación con lo que se van a ahorrar.

    Siento  alivio y, vaciando lentamente mis pulmones de aire, me digo ¡menos mal! ¡Menos mal que por fin ha llegado ella a salvar Madrid! Menos mal que llega una mujer que dice estar dispuesta a convertir la capital de España en “un lugar donde vivir en libertad, con seguridad, con conciliación de familia y trabajo, con los impuestos más bajos, y con los mejores servicios públicos”.

    A partir de ahora, el nuevo tripartito de perdedores (como antes se  llamaba a las malas coaliciones de otros gobiernos) va a mostrar otra forma de hacer las cosas. Ahora, con todo el poder en sus manos (Ayuntamiento y Comunidad), la capital de España  dará servicios públicos de “calidad”, de la misma calidad del aire que se respirará en la Gran Vía y la Plaza de Colón. A partir de ahora, en Madrid,  raperos y cantantes serán más libres para marcharse a freír espárragos a otros rincones del suelo patrio. A partir de ahora los Reyes Magos dejarán de ponerse disfraces y se vestirán como Dios manda (solo ellos saben lo que Dios manda). A partir de ahora se darán ayudas públicas a los compradores de viviendas sociales por su labor encomiable de echar a los que pagan muy poco y por llevar a esas viviendas personas con poder adquisitivo más alto. A partir de ahora las escuelas públicas serán más privadas, al igual que pasará con los hospitales,  demostrando así que lo público no funciona y sí funciona, y muy bien, lo privado.

    A Ayuso, los que la quieren mal  la acusan de haber recibido en donación un piso y un bajo comercial previamente a que se declarara en quiebra una empresa familiar que recibió un préstamo de 400.000 euros  de AvalMadrid, una SGR participada por la Comunidad y  Bankia. En el aval estaban como garantías el piso y el bajo comercial, pero la SGR ha estado siete años  sin ejecutar  las garantías, algo que sucede en casos muy concretos, como también sucede que tras dejar de pagar el IBI durante  cinco años esa deuda prescriba.

    De todo ese enredo Ayuso nunca ha sabido nada, como tampoco ha sabido nunca nada de lo que es un alzamiento de bienes (que afecta a quien dona tanto como al que recibe). Es más la lideresa madrileña juraría y perjuraría que alzar bienes es algo así como cantar el cara al sol levantando el brazo derecho con  un monedero  en la mano.

    Díaz Ayuso, tan inocente, tan libre de corrupción, tan ingenua, tan buena,… ella está ahí  como sucesora de Alberto R. Gallardón, Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes, personas todas ellas honorables, honestas y más incorruptas que el brazo de Santa Teresa.

    ¿Corrupción en Madrid? Nunca la ha habido a partir del tamayazo. Tampoco la habrá nunca.

    Lo que se está viendo y escuchando contra ella no son sino  infamias de una oposición resabiada. Y habiendo dicho esto, los suyos repiten que  “ella ya ha dado todas las explicaciones”.

    MI CORREO

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