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Por J. P. Enrique
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Según lo previsto y peor de lo previsto

    Tras dos semanas en el extranjero, he contemplado desde allí, a ráfagas, que Cataluña está en el plano internacional. Televisiones de todo el mundo abrían con ese tema sus informativos y los periódicos la situaban en primera página.

    Imágenes muy repetidas lo han sido las de la violencia desatada en mayor medida por policía y guardia civil que el gobierno llevó hacinados en barcos de risa y los lanzó contra personas que trataban de proteger unas urnas ilegales instaladas para votar en un referéndum sin garantías.

    Me pregunto por qué el gobierno con la torpeza (una más) de sus órdenes producía esas duras imágenes que solo han servido para incrementar el independentismo más de lo que lo ha incrementado en los cinco últimos años. Si la votación no tenía ningún efecto, si era una pantomima… entonces  ¿no hubiera sido mejor dejarles que monten solos el espectáculo sin una violencia que solo ha sido útil para paralizar un cuatro por ciento de las urnas, cargar de argumentos a los separatistas y situar un problema en el plano internacional?

    Hace falta un poco más de inteligencia para hacer política. El problema se ha podrido y cada vez la solución es más difícil. En mi opinión no cabe otra vía que un referéndum pactando el mínimo de votantes y  de la mayoría necesaria  para una decisión tan importante.

    Con los ánimos, ahora mismo, tan caldeados, es el momento de la calma en  línea de cómo lo ha hecho el delegado del gobierno en Cataluña pidiendo perdón por la violencia desatada. También lo es para invitar  al diálogo, algo de lo que se olvidó el Rey en su intervención televisiva.

    Aferrarse exclusivamente a lo que dice el gobierno de Rajoy de “legalidad, legalidad” ¿cómo no se va a actuar de acuerdo con la legalidad? Choca con leyes sacadas de la chistera como la reciente de facilitar que en veinticuatro horas las empresas puedan cambiar su sede social. Choca con el cambio que se hizo en un tris tras de la Constitución, tan sagrada e inamovible,  sin que el pueblo tuviera nada que decir ni que votar. Se hizo siguiendo instrucciones de Merkel con el único fin de garantizar que los acreedores, mayoritariamente alemanes, tuvieran asegurados unos capitales que, irresponsablemente y sin medir riesgos, metieron en España al calor de una burbuja inmobiliaria que les ha sido muy rentable. ¿Se pudo modificar para poner primero el pago de deuda al pago de las pensiones y las necesidades sociales y no puede modificarse ahora para que dentro de cinco años, con tranquilidad, podamos debatir sobre ventajas e inconvenientes de permanecer unidos?

    Haber hablado. Hablar. Los políticos están para eso y para anticiparse a los acontecimientos, no para tumbarse en el sofá ni para echar más leña al fuego. ¡Es que los independentistas no quieren hablar! Vago argumento. Hay que intentar hablar como sea, hasta cambiando de personas y de lenguaje si es necesario.  ¿No habla un policía con el suicida que pretende arrojarse al vacío? ¿No se trata hablar y de convencer al atracador de que deponga su actitud y deje libres a sus rehenes? Si hubieran hablado, si se hubieran anticipado a los acontecimientos, no habríamos llegado a donde  hemos llegado.

    Hoy  todo es mucho más complicado. Unos, fanáticos independentistas, ponen a la gente detrás de ellos, exigiendo crear una república en donde esté resguardada, para ellos y solo para ellos, su mayor renta per cápita. Otros se aferran a que la Constitución es sagrada e intocable y tienen tras ellos a otros fanáticos que predicaron boicots y rechazo a lo catalán y ahora hablan de la unidad de España. Dicen que España puede romperse, que peligra la unidad de España ¿Qué España? ¿Qué unidad? Porque yo he conocido una unidad de España que incluía las provincias de Guinea y del Sahara y esa unidad se rompió. La primera se la regalamos a un horrendo dictador que pactó enriquecerse, matando de hambre a su gente y vendiendo su petróleo a multinacionales americanas y la segunda a otro dictador muy amigo de la realeza española sin que nadie de los que agitan con tanta pasión la bandera roja y gualda se manifestara dando gritos exigiendo la unidad de la patria.

    ¿Debemos llegar a un acuerdo? Claro, pero sin pretender ganar por KO. Hay que estar unidos con la voluntad de estarlo. Hay que reflexionar sobre lo que nos ha llevado hasta aquí y hay que encontrar políticos de nivel (ni vale Puigdemont ni vale Mariano Rajoy) para sentarse en una mesa y pactar. No hacerlo es una gran irresponsabilidad que, ahora sí, puede acabar con más violencia y con muertos. Ya hemos estado muy cerca de apuntar a alguno el pasado día 1 de Octubre.

    Lamentablemente estamos en el peor de los escenarios: asistimos al enfrentamiento entre un independentismo que actúa fuera de la ley encabezado por alguien que viene del partido de la familia corrupta de los Pujol y en la otra parte un partido   imputado por los tribunales y por lo tanto fuera de la ley.

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    comentarios 5 comentarios
    JPE
    JPE
    13/10/2017 07:10
    ¿No puede hablar?

    ¿Un presidente no puede hablar sobre asuntos ilegales? Habló con ZP y Merkel sobre algo ilegal como priorizar el pago a acreedores . Apoyó el cambió de la legalidad y lo hizo legal. Habló sobre... No sigo. ¿Legalista Rajoy? ¡Con la mochila de ilegalidades que arrastra este hombre y su partido!

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