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Por Santiago Ríos
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La vida maravillosa

    Termino de leer el libro del célebre paleontólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Stephen Jay Gould, “La vida maravillosa”, donde desde un punto de vista científico, trata de contestar a una serie de preguntas que en alguna ocasión han rondado por nuestra mente. ¿ Que significado tiene nuestra vida.? ¿De dónde venimos.? ¿Por qué estamos aquí.?

    Es un análisis certero sobre la historia de la vida, con un punto de partida en los fósiles de hace 530 millones de años que fueron “casualmente” encontrados en 1909, en Burgess Shale, en Canadá, en la región de la Columbia Británica, por el primer paleontólogo y poderoso administrador de la ciencia norteamericana, Charles Doolittle Walcott.

    Estudios posteriores de Gould, sobre esta antiquísima fauna de animales de cuerpo blando, mostró las infinitas variedades biológicas que sobrepasaban con mucho a los dinosaurios, en su potencial instructivo, sobre la historia de la vida. A partir de sus trabajos, llegó a unas conclusiones que eclipsaron la visión tradicional de la evolución, como un proceso inevitable que desde lo más simple a lo más complejo, debía culminar en la aparición del hombre sobre la tierra. A la evolución de los seres vivos explicadas por las leyes de la naturaleza y por los acontecimientos de la historia, añade la importancia del azar y la contingencia lo que supuso una revolución científica, sobre las ideas que habían sido admitidas como desarrollo histórico de nuestra vida maravillosa.

    La vida como tal y así parece demostrarlo la comunidad científica, surgió al menos hace 3.500 millones de años, aproximadamente tan pronto como el planeta Tierra se enfrió lo suficiente, para permitir la estabilidad de los componentes químicos principales. Añade Gould: “ Incidentalmente, no considero que el mismo origen de la vida sea un acontecimiento al azar o impredecible. Sospecho que dada la composición de las atmósferas y océanos primitivos, el origen de la vida fue una necesidad química. La contingencia surge después, cuando la complejidad histórica entra en el cuadro de la evolución.

    Los fósiles descubiertos más antiguos, son células procariotas de unos 3.500 millones de años de antigüedad que dominaron el mundo durante más de 2.000 millones de años.

    Los animales pluricelulares aparecieron por primera vez, justo antes de la explosión del período Cámbrico, hace unos 570 millones de años, por lo que más de la mitad de la historia de la vida es solamente un relato de células procariotas y solo la última sexta parte del tiempo de la existencia constatada de vida sobre la Tierra, incluye animales pluricelulares.

    Los cosmólogos nos dicen, en sus estudios sobre el astro rey que el sol está aproximadamente a medio camino de la existencia, en su estado actual. Dentro de unos 5.000 millones de años explotará, expandiéndose diametralmente hasta la órbita de Júpiter y absorbiendo a la Tierra. Ya que la inteligencia humana surgió hace sólo un segundo geológico, debemos admitir que la evolución de la autoconciencia requirió alrededor de la mitad del tiempo potencial de la Tierra.

    Ante toda esta abrumadora relación de datos científicos, está nuestra apreciación diaria de la palpable realidad efímera. ¿ Que importancia puede tener nuestra vida, en el minúsculo espacio del tiempo que tenemos asignado ?. Si miramos hacia atrás, en nuestra vida familiar, profesional y social, deberíamos preguntarnos: ¿ Nuestras actitudes personales que han significado, dentro de la vida de nuestro sistema solar ?. Quizás sea el momento de replantearnos nuestra existencia, en este corto espacio de tiempo vital que discurre entre el nacimiento y la muerte. El pasado ya es inmodificable y el futuro no puede depender solo de ti, pero si que está en las manos de cada ser vivo la moldeabilidad del mismo, sin olvidar las palabras del filósofo que nos recuerdan que somos lo que somos, con nuestras circunstancias o tal vez estemos ante la disyuntiva de plantearnos realmente la existencia de un ente superior, una inmensa y desconocida fuente de energía o tal vez, como manifiestan las religiones, de un Dios magnánimo y todopoderoso. Podemos admitir una sola opción, aunque verdaderamente nuestra vida maravillosa o mejor, posiblemente, nuestra nimiedad sea el resultado de la fusión de las tres eternas incógnitas de la humanidad.

    ¿Quienes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Las respuestas, seguramente se encuentran en la vasta inmensidad del universo.

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    comentarios 3 comentarios
    PACO VENTURA
    PACO VENTURA
    28/10/2008 09:10
    Deu provirá

    ¡Hola,Michel! Conten algunes fábules mitológiques que el temps es un antic invent del Sol. Este astre, per la seua naturalea,está obligat a baixar a les profunditats obscures de la terra i després, cada matí, naix purificat i nu per donar la seua llum. Les persones vivim i desapareixem per una llei natural, per tant, ¡Qué fácil es entendre, que la vida es sols un cicle en el temps! i que per viure eternament con el Sol, hi ha que baixar a les profunditats obscures de la terra,per donar la nostra llum al demés de forma desinteresada. Jo entenc, que sols d'eixa manera li guanyarém al temps i viurém eternament. Si així ho fem, viurem en este mon com en la Gloria, i quan ens muigam ¡Deu provirá

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