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Por Santiago Ríos
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Travesuras de la historia

    Los amigos son el complemento que engrandece la formación de las personas. Con ellos compartes conocimientos, vivencias esporádicas e incluso alegrías y llantos. Pero no debemos abusar del regalo de la amistad, ya que si se convierte en una obligación, al momento se puede llegar a ser esclavitud o convertirse en conflicto de intereses.

    Con uno de los más dilatados en el tiempo, hemos juntado lecturas, experiencias, pensamientos e inquietudes, con el fin de disfrutar de la cultura que otros muchos nos dejaron. Fruto de nuestras charlas, surgió la idea de recopilar aquellas pequeñas cosas que habían tenido la osadía de picar nuestra curiosidad y hacérselas llegar a ustedes. Al pasarlas al lenguaje escrito, las hemos denominado como simples travesuras de la historia. Esperamos que no les aburran.

    Nosotros los valencianos, relacionamos todos los años a través de nuestras fiestas más célebres, las fallas, la fecha del 19 de marzo con el rito del fuego y lo hacemos en un ambiente festivo, en el que exaltamos el humor y la belleza, panorama éste radicalmente distinto al que rodeó a otro acontecimiento de enorme trascendencia que sucedió en Francia hace siete siglos y que unió alrededor del fuego de una picota, esa misma fecha 19 de marzo, con las llamas no ya de las fallas, si no de la pira más tristemente célebre de la Historia.

    Tras los desastres producidos por la Revolución Francesa (1789), los caballeros del Temple fueron acusados de ser la mano invisible que llevada por un oscuro deseo de venganza, movía los hilos que arrastraron al pueblo hacia la barbarie. Dicha sospecha estaba basada en los sucesos acaecidos en 1314, año en el que la Orden del Temple, fundada por caballeros de la cruzada en Jerusalén, en 1119, fue abolida por disposición de Felipe IV el Hermoso, monarca francés que ambicionaba para sí el dinero y los bienes de dicha orden, a la que debía 500.000 libras y 200.000 florines, contando para ello con el apoyo y la bendición del débil Papa Clemente V.

    Según los fiscales, los caballeros templarios, conocidos durante las primeras cruzadas como “Pobres caballeros de Cristo”, exigían corrompidos por las inmensas riquezas libres de impuestos que habían logrado reunir, la sodomía de los nuevos miembros. Celebraban misas negras en las que adoraban a Bafomet, una figura andrógina del diablo adornada con descomunales cuernos de chivo y se apropiaban de forma indebida, del dinero procedente de los tesoros del Rey y del Papa. Aquel mismo año 1314 fueron condenados a la hoguera el Gran Maestre Jacques de Molay y su preceptor en Normandía, Geoffroy de Charnay, junto con otros dos caballeros del Temple.

    Molay maldijo, mientras ardía en la hoguera el 19 de marzo de 1314, año así mismo trascendente, como veremos en la segunda parte de este relato, tanto al monarca francés como al Papa, afirmando que fallecerían ambos en menos de un año, tal y como acabó sucediendo en realidad. El Papa Clemente V fallecía un mes más tarde, víctima de una cruel enfermedad intestinal y Felipe IV, pasados tan solo ocho meses de la ejecución de Molay, moría en un desgraciado accidente de caza.

    Pero parece ser que la maldición de Molay llegó mucho más lejos, yendo a caer sobre las cabezas de los reyes de Francia en 1793, año en el que todos los miembros de la familia de Luis XVI fueron encarcelados, pasando a vivir a partir de entonces, como prisioneros, precisamente en la torre del Palacio del Temple, un malhadado día 13 de agosto. 13 = símbolo de la mala suerte y el nombre del mes de agosto viene de Augusto, gentilicio que a su vez proviene de la palabra augurio. Resumiendo: 13 de agosto = malos augurios.

    Malos augurios a los que seguramente Luis XVI estaba ya acostumbrado, dado que durante su boda con Maria Antonieta se produjo una avalancha de gente en medio de la muchedumbre que le costó la vida a 136 personas. También en la ceremonia de proclamación del zar Nicolás II de Rusia que sería fusilado junto con toda su familia por los comunistas, se produjo una avalancha en la que murieron pisoteados por la muchedumbre, centenares de mujeres y niños. Digo que parece ser que estaba acostumbrado a los malos augurios, porque cuando el pueblo estaba pasando más hambre, debido a los desproporcionados privilegios de la nobleza que aparte de poseerlo casi todo, estaba eximida del pago de impuestos, se produjo un auténtico diluvio que inundó buena parte de los campos de Francia en 1787.

    La puntilla llegó con la granizada del día 13 de julio de 1788, que echó a perder las cosechas de todo el oeste de Francia, lo que triplicó el precio del pan y causó el cierre de numerosas panaderías. El pueblo se estaba muriendo de hambre, pero Luis XVI que aparte de ser un hombre sencillo y austero era una bellísima persona, era demasiado débil para enfrentarse a los plutócratas y recortar los privilegios de la nobleza. El muy incompetente se encerraba en su taller de relojes, y se olvidaba de los gravísimos problemas, empezando por la hambruna, de sus súbditos. Tanto es así que incluso un día tan trascendente como lo sería el de la toma de la bastilla, 14 de julio de 1789, quedó resumido en su diario con la palabra: “Nada”.

    Llegada la hora de la verdad, se puso a hacer un acertijo, mientras esperaba en prisión la llegada de su abogado Malesherbes, que le haría sabedor de pésimas noticias, el resultado del acertijo resultó ser la palabra: VÍCTIMA. La votación acerca de la sentencia en su contra tuvo lugar a lo largo de la noche del 15 al 16 de enero de 1793, tras una arenga, en la que el joven Saint Just afirmó que “No se puede reinar y conservar la inocencia”. El resultado fue de 360 votos a favor de la cadena perpetua y 361 a favor de la ejecución inmediata. Entre estos últimos votos se encontraba el del Duque de Orleáns, conocido como Felipe IGUALDAD, primo del rey, y que al IGUAL que el monarca al que había traicionado, acabó en la guillotina.

    Y es que el pobre Luis XVI debió de llegar a este mundo con el paso cambiado, ya que a partir del mismo día de su nacimiento comenzó a hacer acto de presencia, una cadena de casualidades tan sofisticadas que si el propio Bafomet se hubiese ocupado de prepararlas personalmente, no hubiese podido hacerlo mejor; y si menciono a Bafomet, es porque, tanto el demoníaco 666, como la LUISette y la cabeza (Capeto) estaban presentes desde el primer momento, en el nombre y el destino del monarca francés. Para empezar, el aprendiz de caballerizo, enviado por Binet, el ayuda de cámara, para que llevara a Luis XV la carta con la noticia del nacimiento del delfín, quiso correr tanto que acabó cayendo del caballo, por lo que le tocó seguir el camino, lesionado y a pie. En la carta se hablaba de la llegada de un futuro Luis XVI que acabaría descabalgando, en el filo de la luisette.

    En el caso de la luisette, primer nombre dado a la guillotina, debido a que su inventor era un médico llamado Louis, instrumento que posteriormente sería conocido como Petite Louison y finalmente Guillotin, por ser éste el nombre del médico que propuso su utilización a los revolucionarios, arguyendo que lo único que sentían los condenados en el momento de la ejecución era una ligera sensación de frescor que les acariciaba el cuello.

    La palabra cabeza, cortada por la guillotina, estaba también presente por pertenecer dicho monarca a la dinastía de los Capetos.

    El demoníaco 666, escrito en cifras romanas: DCLXVI (De-Capitar-Luis-XVI).

    El desventurado Luis XVI salió de prisión para ser ejecutado el día 21 de enero de 1793. La admirable María Antonieta que se había negado a recuperar la libertad a condición de que abandonara a su familia, permaneció en el palacio del Temple hasta el día 1 de agosto de 1793, sufriendo durante su estancia en él, todo tipo de bajezas y humillaciones. Llevada ante un tribunal digno de una ópera bufa, fue condenada a muerte. Tras subir muy deprisa la escalera del patíbulo, murió con una entereza admirable y perdonando a sus ejecutores, el día 16 de octubre de aquel mismo año.

    Incluso en pleno siglo XX hubo murmuraciones al respecto, cuando otro Borbón, don Alfonso, duque de Cádiz, murió de forma accidental, mientras esquiaba en la estación propiedad de un tal Guillette, sita en Vail, en Estados Unidos, viendo segada su vida por un cable de acero que actuó sobre su cuello, según testigos presenciales, como una guillotina...pero, como hay ocasiones en las que el destino parece empeñado en poner aún más rizos a las cadenas de casualidades, sucedió que entre las tres personas que fueron a recoger su cadáver a América, se encontraba un señor, apellidado precisamente AYER.

    También el año de la muerte de Molay, ocultaba en sus cifras algo trascendente ya que si nos fijamos, observamos que 1134 lleva las cuatro primeras cifras del número trascendente pi, 3’141, o sea del número más caprichoso de la Historia.

    Muchas han sido las personalidades que a lo largo de los siglos han estado relacionadas de una forma u otra con el número pi. Un caso interesante de la antigüedad, sería el del chino Pi Cheng, quien descubrió los caracteres móviles de imprenta entre los años 1.040 y 1.050 después de Jesucristo. En lo referente al pasado siglo XX, el CASO Pi por excelencia sería precisamente el de Pi-casso.

    El valor de p se encuentra ente 3’14 y 3’15,lo cual significa, escrito a la americana, es decir, anteponiendo el mes al día, entre el 14 y el 15 de marzo.

    Veamos algunos ejemplos de personalidades y hechos históricos, determinados por dichas fechas.

    14 DE MARZO:

    1) Fecha del nacimiento de Albert Einstein.

    2) Fecha de la muerte de Karl Marx.

    3) El mariscal Ney se decidió a favor de Napoleón, y contra el rey Luis XVIII, con lo que abrió al Emperador las puertas de París, a su regreso de la isla de Elba.

    15 DE MARZO:

    1) Asesinato de Julio César.

    2) Desembarco de Colón en España, al regreso de su primer viaje a América.

    3) Nicolás II de Rusia, es apresado, y obligado a dimitir.

    Vistos los caprichos relacionados de una u otra forma con la fecha del 19 de marzo de 1134, merece la pena resaltar que existe una teoría, según la cual los caballeros del Temple cayeron en desgracia por ser los guardianes de un terrible secreto, ya que según afirman Andrews y Schellenberger, cuando en el año 1187 Jerusalén fue conquistada por Saladino, los templarios saquearon el Templo, encontrando la tumba de Dios (Jesucristo), lo que les convertía automáticamente en herejes. Según esta teoría, los templarios llevaron consigo los restos de Jesucristo enterrándolo en un lugar secreto.

    Pasados los siglos, el Sacerdote François Bérenguer Saunière encontró en la ciudad de Rennes le Château, bajo el altar de la parroquia unos pergaminos guardados en unos tubos de madera descubriendo sin saberlo el “Secreto de los Templarios”. El joven sacerdote recibió la ayuda de los abates Gélis, Boudet y Saunière, de presbíteros de parroquias cercanas, así como numerosas donaciones millonarias, tras las cuales se dirigió a París, donde adquirió una copia del cuadro "Les berguers d'Arcadie" de Nicolás Poussin, del año 1647.

    Dicho pintor que era adicto a las sociedades secretas, y había reproducido en dicho lienzo un paisaje del Langedoc, pudiéndose leer en él un lema que dice "Et in Arcadia ego",en el que según Andrews y Schellenberger se esconde el buscado "Arca-Die", es decir la tumba de Dios y tras estudiar numerosos pergaminos, las tumbas de los protagonistas y las fortificaciones de los templarios del Langedoc, llegaron a la conclusión de que la tumba del hijo de Dios se encuentra en la ladera del monte Cardou, bajo toneladas de tierra y junto a la carretera de Rennes les Bains, pero para poder realizar excavaciones sería necesario que las autoridades francesas dieran su visto bueno.

    En los años 1915 y 1917 morían Boudet y Saunière de muerte natural tras recibir la visita de misteriosos desconocidos, llevándose consigo el “Secreto de los Templarios“, la última herejía de la cristiandad. Pasadas unas décadas, se complicaron aún más las cosas: el abad Gélis fue hallado muerto a hachazos en su casa parroquial de Coustassa y en 1956 unos obreros que estaban cavando cerca del huerto de la casa de Saunière se encontraron con tres cadáveres maniatados y vestidos con uniforme militar. Por lo visto la clave de todo este maremagnum estaba en un lienzo de Poussin, pero no en el mencionado “Los pastores de la Arcadia”, si no en otro lienzo igualmente famoso del mismo pintor, titulado “EL DILUVIO”.

    Como podemos comprobar, la historia de la humanidad está llena de “casualidades”, aunque más bien deberíamos darle el apelativo, de meras travesuras.

     

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    comentarios 5 comentarios
    Rotovator
    Rotovator
    29/09/2010 05:09
    Sr. Rios

    Una pequeña puntualización. Sin lugar a dudas el cuidado de su tensión arterial depende única y exclusivamente de Vd. y como bien dice, así lo va a hacer. En cuanto al segundo consejo de su Galeno, su bienestar desgraciadamente debo suponer que depende más de terceros que de Vd. solo, y al paso que vamos con este presidente fatuo al frente del gobierno español el de la mayoría de españoles está en peligro. ¡Aunque sea ya pensionista!.

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