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El saltinbanqui de la política: Pablo Iglesias

    Recordando a los esperpentos de Valle Inclán, habría que calificar al “eructo político” de un esperpento más, el que acaba de hacer Pablo Iglesias, con su autoproclamación como “socialdemócrata” y el intento de ubicar a Podemos en el terreno de “la nueva socialdemocracia”.

    Y es que, no sabe ya que hacer para reducir y eliminar de la vida política al PSOE. Esta “lumbrera” ha pensado que sacándose de la chistera como si fuera un conejo, el que son “la nueva socialdemocracia”, va a lograr captar los votos del electorado socialista. Esta fantasmada de Pablo Iglesias, no tiene precedente en ningún partido político ni en España, ni en el mundo democrático y civilizado.

    El que en un partido, que presume de apertura a los militantes, así de la noche a la mañana, sin que se haya realizado ningún debate ni tomado ninguna decisión entre los miembros de ese partido, acerca de la súbita “proclamación socialdemócrata“. Ha sido decidida únicamente por el caudillismo de Pablo Iglesias.

    El colmo de la falsificación ideológica que solo la ambición del poder, aunque eso sirva para acabar con el PSOE, y aunque el PP siga gobernando, Pablo Iglesias nos ha mostrado anticipadamente, cual va a ser la actitud de este energúmeno de la política después del 26-J.

    El problema de fondo, - aunque Pablo Iglesias y Podemos, tiene muchos y de fondo -, es que esta súbita “erupción ideológica”, es el abandono de la transversalidad, concepto que esgrimió Iglesia y Podemos utilizándolo en anteriores comicios electorales, con la voluntad de escaparse del encasillamiento en la izquierda, para poder captar votos provenientes de diferentes zonas del espectro ideológico.

    Porque ahora, con la absorción de IU, proclamarse socialdemócrata es la nueva astucia táctica con la que Iglesias pretende situarse en el centro-izquierda. Y para ello, ya ha bautizado “sin padrinos” al PSOE con el nombre de “la vieja socialdemocracia”, con la clara intención de sembrar la confusión y la división en el electorado socialista.

    Pero más bien, se van a encontrar que desde la militancia comunista de IU, ya en desacuerdo con el pacto Iglesias-Garzón, esa reconversión socialdemócrata provoque el rechazo a votar las candidaturas de Podemos –IU el 26-J. ya que el anti-socialismo de IU de los comunistas actuales nunca han ligado con la socialdemocracia, cuyo original desde hace más de un siglo es el PSOE.

    Claro que estas tácticas, de viraje rápido y sin frenos, no van a durarle mucho tiempo – creo yo -. Sencillamente porque los ciudadanos tenemos muy claramente situado al PSOE en el centro ideológico, mientras que en los dos años de vida agitada de insultos y variaciones ideológicas y políticas y programáticas de Podemos, está ya encuadrado en el marco de la extrema izquierda.

    Al menos hoy, porque con tantos saltos, si Pablo Iglesia va a ser recibido por su Santidad el Papa Benedito, no sería de extrañar que a la vuelta del viaje, este líder planteara la “Consagración de Podemos” como fuerza divina para la toma del poder. Todo se podría dar.

    Pero hiendo a lo serio, quien nos iba a decir que la socialdemocracia, a la que tantos revolucionarios de Facebook, de IU y de Podemos han matado y enterrado tantas veces, ahora iba a ser el lugar en donde este Pablo Iglesias, se acomoda sin pena ni gloria. Y por supuesto sin ninguna vergüenza en hacerlo.

    Pero no le valdrán las argucias, la gente los ciudadanos siempre preferimos el original que la copia, que siempre suele salir borrosa.

    Por esa razón los españoles que queremos un cambio real, de progreso y de reformas votaremos a la socialdemocracia original: Al PSOE.

    En todo caso, y después de tanto devaneo que si arriba que si abajo, si asalto a los cielos, si acabar con la casta, Pablo Iglesias nos ha mostrado - quizá sin querer – que algo tendrá la socialdemocracia cuando se coge a ella como si fuera un chaleco salvavidas.

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