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Por María José Navarro
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Heredar: ¿tortuoso trámite o gran putada?

    Por esa cuestión vital que es la de ir cumpliendo años y hacerse mayor, se ha dado la circunstancia que entre mis amigas, así como en mi propia familia, hemos sufrido el fallecimiento de personas cercanas a nosotras y que nos ha llevado a tener que tramitar eso tan farragoso, llamado herencia.

    Si no has pasado por el trance, parece que el recibir una herencia pueda ser algo sencillo, ya que se trata de un asunto que, en muchas ocasiones, la persona en vida registra ante notario cómo y de qué manera quiere repartir sus bienes entre las herederas, por lo que, presumiblemente, debería ser algo de puro trámite. Sin embargo la cosa se complica cuando hay que empezar a pagar impuestos por algo que aún no has recibido… si es dinero en efectivo, se puede pagar con él, pero si lo que se recibe son bienes inmuebles la cosa va tomando un cariz diferente, pues tendremos que pagar antes de poder hacer nada con ellos, lo que lleva a tenerse que endeudar si no dispones de unos ahorros que te ayuden a cubrir todos los pagos a los que te tienes que enfrentar.

    En uno de los casos, la fallecida era una mujer divorciada y sin hijos, por lo que su vivienda debía repartirse entre las hermanas, que tuvieron que hacer frente al pago de los impuestos correspondientes antes de poder ponerla a la venta, lo que obligó a una de ellas a renunciar a su parte, por no tener ninguna posibilidad económica para ello… En este caso, el resto de hermanas asumieron el coste de la deuda y cuando cobraron no se olvidaron de la que había tenido que renunciar, dándole un final feliz a esa cita que dice “¿Qué es una familia? Lo que queda después de repartir una herencia”…

    Sin embargo, en el otro caso, el amor fraterno falla (algo bastante común en estos procesos) y nos encontramos con que, ante el fallecimiento de la madre, que deja un piso y una casa de cien años en el pueblo, una de las partes pretende quedarse con el piso, rechazando la tasación que un experto hace de ambas propiedades a petición de la otra parte, para que el reparto sea equilibrado. Ante la insistencia de que debe de haber una tasación, la hermana en discordia “ocupa” el piso, dejando así al hermano en una situación compleja, en la que no le cabe otra opción que litigar contra su hermana… Decir, que ante el fallecimiento de la madre y posterior apertura de testamento, al hermano, que está en paro desde que comenzó la crisis y que sobrevive con el subsidio por desempleo para mayores de 55 años, le quitaron la prestación durante un mes, como si eso de heredar fuera algo inmediato y te pudiera alimentar a ti y a tu familia…

    En el caso de nuestra familia, el trámite ha sido tortuoso pero mucho menos ingrato que el de mis amigas, pues hemos tenido que reunirnos en repetidas ocasiones las personas herederas con lo que ello lleva de trastorno para las que viven fuera, pero no ha habido mayores problemas salvo para quien ha heredado un bien inmueble y que deberá hipotecarse para poder pagar los impuestos correspondientes.

    Esto, que nada tiene que ver con esas grandes fortunas con las que todo el mundo sueña y para las que el PP y Ciudadanos piden la eliminación de los tributos (hay que quedar bien con los amigotes), me lleva a reflexionar sobre el debate existente de si impuesto de sucesiones sí o impuesto de sucesiones no, y es que, entendiendo que debe haber un control y una contribución económica al recibir una herencia, pues los impuestos son la base de nuestro sistema, no parece justo que haya quien debe renunciar a ese patrimonio familiar, pagado y consolidado por sus antecesores, al no poder hacer frente a esas cargas fiscales, que en algunas ocasiones son más que excesivas. A mi modo de ver, se debería flexibilizar el sistema para que, al menos las personas con rentas más bajas, pudieran recibir esos bienes, que en definitiva son suyos, sin tener que endeudarse de por vida.

    Aunque siempre queda aquello de “Come a gusto y placentero y que ayune tu heredero” y que tal vez sea la mejor opción ante eso a lo que no queremos enfrentarnos y que a todos nos ha de llegar, pues como dice el refrán “En este mundo no hay nada cierto, salvo la muerte y los impuestos”.

     

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    04/08/2018 08:08
    Herencias

    Entiendo que se deban pagar impuestos, puesto que son la base de nuestro Sistema de Bienestar, pero deben ser coherentes y asumibles. La herencia es un patrimonio, muchas veces sentimental, que perpetúa el recuerdo de nuestros seres queridos y nos enorgullece conservar su legado. Como bien dices, en ocasiones la carga de impuestos que conlleva la aceptación de herencia es tan gravosa y tan poco coherente que nos lleva a renunciar al legado familiar, más cuando simplemente por figurar como heredera o heredero pierdes otros derechos de supervivencia como el subsidio de desempleo, que si ya de por sí es precario (430 euros al mes no dan ni para vivir sola/o), te lo retiran como medida cautelar por si eres capaz de comerte los ladrillos y puedes prescindir de la ayuda mínima de supervivencia. Que el Estado se quede con gran parte de nuestra herencia es algo cuestionable y que haga pagar impuestos antes de recibirla solo incrementa las desigualdades entre ricos y pobres.

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