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Por María José Navarro
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Ni igualdad de oportunidades, ni integración

    La Conselleria de Educación anuncia la impartición, de manera experimental, de la religión islámica en un par de colegios públicos de Castellón, con el peregrino argumento de ofrecer las mismas oportunidades a la comunidad musulmana de la zona, que a la población católica ¿practicante? del lugar, mientras el nuevo gobierno central, elimina la religión como asignatura evaluable del currículo.

    Un paso adelante y dos atrás… Ofrecer la religión islámica en las aulas no es ofrecer mayores oportunidades ni mejor integración a ese alumnado que la profesa, como tampoco lo es ofrecer la católica para el fomento de valores, como algunos quieren hacernos creer, como si los valores cívicos y morales fueran exclusivos de los creyentes y el resto de los mortales no los tuviéramos.

    Si lo valoramos desde la perspectiva de la laicidad, en ese hipotético Estado Laico en el que deberíamos vivir y no en este descafeinado Estado Aconfesional en el que los poderes fácticos mandan, los lugares públicos deberían mantenerse libres de símbolos religiosos y por lo tanto, nuestras escuelas e institutos también deberían de estar al margen de la asignatura de la religión, de cualquier religión.

    Si es desde el punto de vista de la integración donde ponemos el foco, deberíamos hacérnoslo mirar, puesto que, según un estudio elaborado por profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, basándose en los datos del Informe PISA de 2015, España es uno de los países peor situados en la clasificación de la segregación en la Educación Secundaria según el nivel socioeconómico del alumnado, quedándonos en vigesimotercer lugar entre veintisiete países, poniendo así de manifiesto la falta de equidad de nuestro sistema educativo.

    Esto evidencia que no todas las personas tienen las mismas oportunidades, ya que depende de su nivel económico tener más y mejores opciones, lo que me recuerda a aquella España rancia del pasado, en la que solo los hijos de los “señoritos” tenían opción a algo más que los estudios primarios, mientras que los hijos de las familias más desfavorecidas se quedaban (y se siguen quedando) fuera del sistema.

    En realidad es de esto de lo que se debería estar hablando en nuestro país, de mejorar nuestro sistema educativo con propuestas firmes y que nos permitieran avanzar en la igualdad de oportunidades, y dejar ya de marear con debates como el de la religión, que en el siglo XXI tendríamos que tener más que superado: Los espacios públicos (y las escuelas lo son) han de estar libres de simbologías y las religiones han de ofrecerse en sus espacios naturales, es decir, las iglesias, mezquitas, sinagogas...

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    04/08/2018 08:08
    Religiones

    No se me ocurre ninguna religión que no sea jerárquica y marque la supremacía masculina sobre la femenina, dando poder al hombre sobre la vida y el cuerpo de la mujer. Para qué tantas leyes de igualdad (LO 3/2007) y Pactos contra la violencia de género si después se permite la educación religiosa en las escuelas, o lo que es lo mismo, el fomento del machismo patriarcal que entrañan todas las religiones (al menos las que yo conozco). La violencia simbólica es aquella que se ejerce sobre las mujeres desde su nacimiento con un rol asignado de sumisión y destino procreador bajo la "protección" del patriarca (padre/marido/hermano), limitando las decisiones a las que todo ser humano tiene derecho a tomar por sí mismo. Es la estructura cultural que dice cómo debemos comportarnos y a qué debemos aspirar según tengas vagina o pene. Si nace con pene puede aspirar a lo que quiera, si nace con vagina, a ser el apoyo doméstico para quien tenga pene. Laicismo o perpetuación de la desigualdad?

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