Sin palabras
La idea inicial era dejar en blanco el artículo. Totalmente en blanco. Los 1550 caracteres que me permite el MEDITERRÁNEO escribir cada semana. Y titularlo “Sin Palabras”. Por ser cómo estoy ahora. Pero no puedo derrochar un espacio tan valioso (y tampoco creo que la redacción me dejara).
La corrupción no entiende de siglas, solo entiende de empresas que pagan comisiones y que suelen ser indefectiblemente siempre las mismas. Y eso duele más cuando afecta al único partido que hoy puede acometer la regeneración. Los recientes casos que salpican al PSOE han supuesto una decepción profunda para muchos de sus militantes y votantes. No solo por la gravedad de las evidencias, sino porque contradicen el discurso de ejemplaridad que el propio partido ha defendido como seña de identidad.
He llegado a pensar que incluso podría ser una manipulación por inteligencia artificial. Pero no hay inteligencia que pueda ser tan burra y tan burda.
Durante años, el PSOE ha insistido en diferenciarse de la corrupción sistémica del PP. Y la diferencia es evidente: en el PSOE al que la hace se le expulsa inmediatamente, mientras que en el PP se le defiende por todos los medios. Hasta la extenuación. Sin embargo, la ciudadanía no percibe la diferencia. Con creciente escepticismo piensa que los escándalos afectan a todas las formaciones por igual. Y cuando se responde con negaciones, dilaciones o ataques al mensajero, se refuerza la sensación de impunidad.
El PSOE aún está a tiempo de demostrar que es capaz de enfrentarse a sus sombras. Pero el tiempo corre, y la decepción ciudadana no espera.