Alfalfa de oro
La Generalitat ha certificado la defunción de CEVISAMA al integrarla en Feria Hábitat a partir de 2026. Con un trámite sin diálogo, València (o más bien Alicante) desmantela el único escaparate internacional gestado por la cerámica castellonense. El eufemismo de «reestructuración» no oculta que la feria desaparece y, con ella, la voz propia de un clúster que exporta diseño a 180 países.
El golpe tiene dos caras. Institucional: Castellón, que aporta el 94 % de la producción española, pierde su feria como si fuera un asunto menor. Territorial: los 300 M€ que cada edición derramaba en hoteles, taxis y bares migrarán a la capital autonómica, dejando en la provincia facturas, no beneficios.
Los grandes holdings (Pamesa, Porcelanosa, Argenta) montarán sus Cevisamas privadas, y tienen derecho a ello. Pero si los tres gigantes pueden subsistir, sin embargo, las pymes —que sostienen el empleo en Onda, Vila-real o l’Alcora— precisan un escaparate colectivo y asequible para captar pedidos.
El Consell repite que «nada desaparece, solo se transforma». Falso. Una feria es marca, calendario y red; diluirla entre sofás y menaje supone borrar su identidad. Menos visibilidad equivale a menos contratos y, a medio plazo, a menos hornos encendidos.
Castellón debe exigir un certamen propio, ligero y conectado al circuito mundial. Pero, si el silencio de los pasillos de Hábitat es la única respuesta, será el epitafio de una oportunidad que la Generalitat ha dejado morir. Hay que ser muy burros… todos. Tal vez nos merecemos la “Alfalfa de Oro”.