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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

¡Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es de César!

    Este domingo pasado, escuchando el Evangelio y la frase magistral con la que respondió Jesucristo a los fariseos que le preguntaron si era justo pagar los impuestos, me hice fariseo por un momento y me hice a mí mismo la pregunta:

    “¿Es justo que los españoles paguemos unos impuestos que llegan a ser confiscatorios en muchos casos, a un Gobierno que no respeta ni las Leyes establecidas ni siquiera la Ley de Leyes  que es nuestra Constitución y que es cuestionada y puesta en solfa cada día por los mismos Ministros de ese Gobierno?”

    Al mismo tiempo miré a mi alrededor en la Basílica y conté, para saber cuántos éramos escuchando la palabra de Dios y apenas superábamos medio centenar de personas.

    Inmediatamente me acordé de mi infancia y adolescencia e incluso de mi juventud, en las que había tres o cuatro misas cada día de precepto, desde las ocho de la mañana hasta mediodía en las cuatro Parroquias de Carcagente mas el Colegió de San Antonio de los Padres Franciscanos y el de las Monjas Claretianas de María Inmaculada y nunca vi en ninguna misa, tan poca gente.

    Definitivamente, la mayoría de los españoles hemos perdido la fe en Dios o en sus representantes y mucho más en un Gobierno refrendado por el Rey de España, Felipe VI, a quien juraron o prometieron lealtad y a quien tienen sometido a una presión constante, exigiéndole desde el mismo Gobierno algunos de sus miembros la dimisión, sin que el Presidente del mismo les destituya.

    Es más, ese legal pero indigno Presidente, también le ningunea pretendiendo ocupar él, el lugar que constitucional e históricamente siempre estuvo reservado a su Majestad en algunos actos públicos.

    La parábola de esta semana, me parece una perfecta justificación para que los españoles reaccionemos dentro de nuestras posibilidades y nos percatemos de que se administran infinitamente mejor los  escasos recursos con los que los fieles procuramos ayudar a una Iglesia reducida pero solidaria y a cuyas instituciones (como Cáritas por ejemplo) acuden a diario millones de necesitados en España, para poder saciar parcialmente su hambre y atender a sus necesidades primordiales, mientras nuestro Gobierno multiplica los Cargos Públicos para colocar a sus acólitos socialistas y comunistas y promete una ayuda vital misérrima, que aún están esperando millones de beneficiarios.

    ¿Han visto ustedes alguna vez una cola de pobres y necesitados frente a alguna oficina gubernamental o a algún sindicato de izquierdas?

    Yo al menos nunca les vi.

    Si que les vemos y veíamos, en las colas del paro para renovar papeles y no perder las pagas que cobraban y cobran.

    Lo siento profundamente, pero soy de los que opinan que a los españoles no hay que acostumbrarles a vivir de las subvenciones, sino del fruto de su trabajo.

    Y para eso hay que poner los medios para crear esos puestos de trabajo que con este Gobierno se ha destruido descomunalmente, casi que doblando en apenas dos años el número de parados que no tardaran a llegar a seis millones en pocos meses, cuando se acaben los ERTES y se conviertan en ERES.

    No hay que darles pescado, sino enseñarles a pescar.

    Pero nada de eso entra dentro de las teorías comunistas para someter a un pueblo y de eso les pueden dar las explicaciones que ustedes necesiten los venezolanos que han llegado a España.

    Exactamente ese mismo camino, es el que tienen programado Pedro y Pablo para España, porque de otro modo no se comprende el proteccionismo de Pedro a Pablo en todos los casos de protección judicial y en su apoyo explícito, cuando ha salido a hablar.

    Y este Gobierno de un Frente Popular social-comunista, se ha percatado que las elecciones las gana con los votos de los pobres y desesperados y los de aquellos socialistas y comunistas a los que coloca en las instituciones del Estado y por eso multiplica y eleva a la máxima potencia a los pobres y desesperados y aumenta inconcebiblemente, el número de estómagos agradecidos, incapaces de encontrar acomodo en la empresa privada y competitiva, para acabar en empresas municipales, comarcales, autonómicas o estatales, donde no es necesario ser competente, ya que los méritos son ser serviles y votarles a ellos.

    De algo me ha servido a mí, el Evangelio de hoy.

    Aunque a decir verdad, esas verdades incontrovertibles ya hace tiempo que las sabía.

    Hasta la semana que viene amigos.

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