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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Desde la cara oculta de la luna (II): el respeto por la vida y por la muerte

    Tengo que agradeceros a algunos de vosotros, los ánimos que me habéis infundido con vuestros comentarios a la columna de la semana pasada, estableciendo un estado comparativo entre los valores en los que fuimos educado las personas de mi generación y los que parecen estar más vigentes en la sociedad actual, en la que por momentos nos hacen sentir como desplazados o desactualizados.

    Precisamente por vuestro apoyo y consideración, me voy a permitir evocar algunos valores que para nosotros eran innegociables y ahora parecen carecer de la trascendencia que tuvieron en nuestra época.

    El aborto

    Hasta el último cuarto del siglo pasado, el aborto no solo estaba muy mal visto por la sociedad, sino que tenía consideración de Delito.

    Marcaba muy negativamente a las personas que acababan con las vidas de sus criaturas antes de dar a luz, si se hacía pública la situación, pero la alternativa si se trataba de adolescentes que se quedaban embarazadas de una manera accidental y el padre de la criatura no aceptaba su responsabilidad, era un futuro incierto y problemático para la madre y el bebé, si ella se empeñaba en tenerlo o sus padres la apoyaban razonable y correctamente en ese nuevo proyecto de vida, que todos sabían que no era fácil, pero era el más adecuado al asumir la responsabilidad de sus propios actos.

    En la actualidad, yo no sé exactamente las razones que impulsan en cada caso a cada mujer que aborta, pero sin la menor duda el sentido de la RESPONSABILIDAD no aparece por ningún lado y el AMOR por su hijo no nato brilla por su ausencia, muy probablemente porque esas criaturas no son fruto del amor, sino del instinto del momento, que todos comprendemos y justificamos, pero sólo los que conocen el significado de la palabra RESPONSABILIDAD asumen, mientras que el resto prefieren usar su derecho a la LIBERTAD PERSONAL, para decidir el futuro de ellas y el asesinato de sus hijos.

    Supongo que a muchas de ellas, la pena les perseguirá durante toda su vida pero a otras les parecerá un incidente tan insignificante como la extracción de una muela.

    La diferencia es enorme, pero no para esa mujeres.

    A ellas y a las asociaciones que las defienden y animan a abortar con objetivos inconfesables solo les diré, que afortunadamente para ellas, sus madres no fueron como ellas y en unas circunstancias probablemente peores que las que ellas viven ahora, decidieron darles la vida , educarlas y protegerlas toda su vida, porque la maternidad es un privilegio no un castigo.

    LA ÚLTIMA PERSONA, QUE DEBERÍA NEGARLE EL DERECHO A LA VIDA A UN HIJO, ES SU PROPIA MADRE.

    La eutanasia

    Si en el punto anterior me he mostrado total y radicalmente favorable al derecho a la vida, en este lo voy a seguir haciendo, desde conceptos diferentes y por motivos que explicaré y tratare de razonar sensatamente.

    Nunca votaré ni aprobare una LEY DE LA EUTANASIA, porque nunca me arrogaría a mi mismo el derecho a decidir sobre la vida de nadie y lamentablemente es una situación que si he tenido que afrontar ya, pues mi madre murió a falta de seis meses para cumplir un siglo de vida de una neumonía.

    Mi hermano  que es médico y yo, consultando con el médico que la atendía decidimos que lo realmente importante era poner todos los medios paliativos posibles para que sufriera lo menos posible en lo que le quedaba de vida, pero en ningún caso quisimos acelerar ese proceso natural, que sabíamos que indefectiblemente tenía que llegar.

    Por eso me muestro totalmente identificado con una LEY DE TRATAMIENTOS PALIATIVOS PARA ALIVIAR EL DOLOR, pero legalizar la eutanasia en sí misma, es tanto como dejar en manos de los familiares ascendentes o descendientes, decidir el momento en el que esa persona debe de morir y eso a mí me suena mucho mas a una ejecución que a una muerte digna.

    Es cierto que el mismo enfermo, podría decidir su propio final, pero eso siempre ha existido y existirá.

    Cuando uno no quiere vivir puede acabar con su propia vida, sea por acción o por inanición, pero lo lamentable es pretender convertirnos en jueces y parte del momento en el que algún familiar debe de morir.

    No lo comprendo, pese a haberlo debatido muy a menudo con amigos y conocidos y por eso se me hace muy difícil aceptarlo.

    Por eso siempre me mostraré partidario al:

    Derecho a nacer, vivir y morir dignamente

    Aceptando todos los problemas y sufrimientos que acarrea consigo el hecho de nacer, vivir y morir.

    He intentado tratar el tema desprovisto de matices religiosos y mucho menos políticos.

    Desde el punto de vista moral y ético, expreso lo que siento DESDE LA CARA OCULTA DE LA LUNA.

    Hasta la semana que viene amigos.

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