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Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

El turismo con celofán

    Ya hace mucho tiempo y no recuerdo cuanto, porque los “idus” corren que es una barbaridad, hablaba desde esta gentil tribuna, de las inmensas posibilidades de nuestra provincia en materia turística, esa nueva mina de oro que todos quieren aflorar después de que el resto de actividades y en especial el azulejo, hagan aguas por todas partes. Recuerdo que comentaba las similitudes paisajísticas de la “Provence” francesa o la Toscana italiana, como ejemplos a imitar por sus bellezas naturales, monumentales o rutas gastronómicas para turismo de calidad, sin menospreciar al de costa que ya hace años solaza sus cueros en las magníficas playas castellonenses.

    Afortunadamente hoy en día, la gente está viajada cada vez más, y eso es bueno. Inmejorable diría yo, para quitarse la casposa boina aldeana de mente cerril, para salir del egocentrismo tribal, para disfrutar con otros aires y a la postre, comprobar con sorpresa, cómo saben explotar lo suyo hasta el límite; comprobando con sorpresa, que no es más que lo nuestro, pero que se ha revestido convenientemente con papel de celofán para hacerlo atractivo y comercial. Saben primero, valorar lo suyo, y después venderlo con arte y rentabilidad, que no es moco de pavo. Podría enumerar jugosas anécdotas, como por ejemplo en Canarias, llevarnos en autobús para ver una huerta de naranjos y saborear el perfume del azahar. Eso a unos valencianos oiga, que tiene coña el asunto. O en Palma de Mallorca, visitar una finca de olivos con paredes de piedra seca y sendas empedradas, con vallados de artesanales cancelas hechas con varas de acebuche. Y ver con complacencia alemanes e ingleses, hartarse de hacer fotos a aquellos cuidados muros, que no eran mejores que cualquiera de cualquier ribazo abandonado de nuestros bancales del interior. Acabáramos.

    Así pues hoy en prensa aparece el conseller del ramo Máximo Buch a proclamar que: “Castellón triplicará su turismo extranjero en los próximos tres años” (sic). Pues muy bien, pues ya era hora, pues cojonudo. Pero si es que nuestra provincia lo tiene todo. Y no lo digo yo que por nativo, pudiera ser arte y parte. Lo dicen todos los que se han asentado aquí por circunstancias vitales, de cualquier parte de España y el extranjero. Y una vez probado lo propio, oiga no se van a otro lado, y se quedan tan agustito, en la costa o en el interior. ¿A que le viene a la memoria algún conocido en esta situación? Pues claro que sí, estamos en la “millor terreta del mon”. ¿Pero que le ocurre a esa tierra inmejorable? Pues que anda distraída en otros asuntos y no se ha mirado bien en el espejo, para decirse alto y fuerte, lo guapa que es: Uapísssima de la muerte sstasss. O peor aún, otros le han dicho a lo cenicienta que no da la talla, que es la hermana pequeña, y que no puede competir con otras “belleas del foc y del “caloret” .

    Así que, cuando algún atrevido precursor ha querido ponerla guapa, le ha caído la del pulpo. Pues sus hermanas mayores, más pomposas y crecidas, la ven competidora de pretendientes turistas y eso si que no, que no. Como está de moda eso del “sí o sí”, pues me place el “no que no”. Y te hacen sentir paleto y ridículo porque no interesa un aeropuerto, o una autovía libre de pago, o el AVE o el corredor Mediterráneo, etc. Y van y te boicotean, cachondeíto y más telele para decirnos que los de Castellón, somos el choteo general. Y mira por donde…y si resultara que ese aeropuerto de la “infamia”, llenara hoteles, restaurantes y playas de Vinaroz, Benicarlo, Peñíscola, Alcocebre, Torreblanca, Oropesa, Benicasim, Castellón, Burriana, Moncofa y Almenara.

    Y mira por donde…y si resultara que el interior de Morella y aldeas, la tenencia de Benifassá, si Ares, Villafranca y colindantes, los Ports enteros. Vistabella, Adzaneta, Chodos, les Useres, Lucena, Figueroles, l’Alcora con Araia y la Foia, l’Alcalatén en pleno, vamos los pueblos que rodean al Peñagolosa; y los de la sierra Espadán con Onda de puerta y cabecera. La Mancomunidad del Mijares, vamos… todos los pueblos del interior y no quiero dejarme a ninguno, pues si resultara que se llenaran de gentes con ganas de ver sus muchas bellezas, y comprar productos agroalimentarios como miel, embutidos, vino y aceite, también repostería y artesanía, y todo ello contribuyera a activar otra economía distinta a la conocida. Resultaría que estaríamos ante una revolución que nos sacaría de pobres, poniendo en valor fincas ruinosas y pueblos deprimidos en añeja recesión demográfica.

    Si se dieran a conocer todas las rutas senderistas, deportes de montaña, rincones bellísimos con paisajes que subyugan. Si pusiéramos celofán a todo y lo supiéramos vender bien, como el MIM al Peñagolosa, o la locura de mi buen amigo Manolo Mallol en el Gigante de Piedra y su Tinker californiano. ¿Por qué no? La iniciativa particular ha hecho mucho, alguna pública también, no toda. Todas las ferias ganaderas o de cualquier tipo, fiestas populares ya sean locales o comarcales, muestras etnográficas, museos, jornadas de visitas guiadas, certámenes, festivales, conciertos, etc. que existen o vienen celebrándose hace décadas, fueron precursoras de la movida que se avecina. Entonces, quizás más movidos por un sentimiento de conservación del patrimonio cultural, pero sin dudas ha derivado en un muestrario público de esos valores escondidos e ignorados. Un aparador de inmensa riqueza sacado a la calle con entusiasmo, devoción y afecto.

    Y ahora viene lo bueno, ¿serán capaces los poderes públicos de canalizar y sacar lustre a tanta riqueza material e inmaterial? ¿Entenderán lo del papel celofán? Yo me alegro mucho de los promotores de toda esta movida, de quien o quienes ejecutaron un aeropuerto, aunque me carden por decirlo. Lo pienso y lo siento. Igual que imagino algún día en plena vejez, acompañar a un grupo de franceses a visitar en autobús, mi finca de olivos del Viñé, para mostrarles vetustos “Olivier” centenarios y paredes de piedra caliza gris, en perfecta conformación. Y de paso sacarme algunos eurillos porque sería lo único rentable de la parcela, hasta ese tan feliz, como improbable día. Y decir con orgullo al mostrar el solar de historia y cultura secular: “ Monsieurs et madames, cet lui ci la terre de notres anciennes, la sang chaud de notres grandpères qui donne l’huil d’olive naturel et tres sain”. Sí señor con un par. Ozú qué calor que hace hoy, leñes, que ponentáaa.

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