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Por Vicent Albaro
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Mayo cerámico

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    Mayo cerámico- (foto 1)
    Mayo cerámico- (foto 2)
    Mayo cerámico- (foto 3)

    El 1º de mayo del año 1727 comenzaba su actividad la Fábrica de cerámica del Conde de Aranda, conocida en la villa como la “Fábrica Gran”, una magna industria si nos situamos en la época de su construcción que sorprende a propios y extraños, pero que da una precisa idea del carácter y personalidad de su creador: D. Buenaventura Pérez de Alcántara Jiménez de Urrea y Abarca de Bolea, IX Conde de Aranda, y cuya obra continuó con mayor esplendor si cabe, su hijo Pedro Pablo, un ilustrado y grande de España con mayúsculas.

    Esta factoría puso en el mapa a Alcora y le dio proyección internacional, por las muchas y magníficas piezas cerámicas que de ella salieron, que algunas se conservan en los más afamados museos del mundo. Aquella magna obra, nació, creció y como toda obra humana entró en decadencia y desapareció. Pero dejó un sello indeleble en la personalidad lugareña, porque creó escuela y enseñó un sistema de trabajo, totalmente alejado de la alfarería, tejares y ladrilleras, en cuyo gremio se defendían los paisanos, mucho antes de la venida del señor feudal. Porque la “Fábrica Gran”, era llamada grande por su magnitud arquitectónica y organizativa, comparada con otras fabriquitas más pequeñas, que competían, sobre todo al final de su vida esplendorosa, con ella misma, con obras similares a precios más bajos, y de inferior calidad. Es muy largo el tema y ya hay mucha bibliografía, para quien guste profundizar en el tema.

    La cuestión, es que ese sello de la principal industria de la villa, ha llegado hasta nuestros días con mayor o menor lustre, según la época, y es ahora a poco de su centenario, cuando se han abierto todas las puertas para su conmemoración. Por ello, el Ayuntamiento y Diputación junto al Museo de la Cerámica y otros organismos como AMCA, ESCAL, etc. han elaborado un programa muy amplio de actividades, denominado: “Maig ceràmic” que consta de charlas, exposiciones, actuaciones musicales, actividades didácticas, talleres, etc. –el programa completo puede adquirirse en las oficinas municipales- , y crea un hito importante en la población, por la variedad, cantidad y constancia en el conglomerado de actos, novedosos y de calidad que comporta esta iniciativa.

    Por experiencia sé, que hay que redundar mucho en las cosas para lograr un mínimo de quórum, la cantidad y la calidad están reñidas; los actos culturales no suelen ser masivos como otros más ruidosos y movidos, pero son la esencia de las cosas. Son como el alma, que aunque invisible, mantiene latente la impronta de la imperecedera tradición que configuró a través del tiempo, una forma de ser y hacer. La cerámica barroca de Alcora, es el espejo de la excelencia a la que cualquiera está llamado a llegar alto, a cualquiera que tenga inquietudes de mejorar en su faceta vital, quien aspire a superarse cualquiera que sea su ramo. Por la simple razón, de que esta cerámica es única e inimitable. Peculiar, elegante, fina y exquisitamente bella.

    Y a tenor de lo escrito, que nunca ponderará suficientemente ese arte suntuario que se creó y crió por estos pagos, uno se pregunta el por qué la gran masa, no le da esa importancia que realmente tiene. Que sólo una minoría empuja fuerte y con constancia manifiesta, aunque en su descargo, hay que admitir que muchos viven de ello, directa o indirectamente. El resto es muy reacio a entrar en ese mundo de sublimación artística con mayúsculas, tan auténtica y genuina. No voy a valorar esta frialdad propia del arquetipo local, “gelats”, además las modas actuales valoran lo insípido, deslavazado, inacabado, monocromo, gestual, improvisado, esbozado, vulgar, etc., todo lo contrario de la perfección medida, pulcra, colorista, perfeccionista y académica. La ley del péndulo que va y viene con su inapelable y afilada cuchilla modal.

    Pero al final, sumando voluntades y empeños, van jalonándose etapas en el tiempo. Si ya fue un logro importante la creación del Museo de la Cerámica, su mantenimiento y ampliación, ahora mismo, la recuperación de la Fábrica Gran, o lo que de ella queda; es el siguiente paso para hablar a lo grande de este mundo perdido, y milagrosamente recordado que no recuperado. Retomar el complejo artesonado del funcionamiento integral de esta pionera industria, que nos hizo como somos, es apasionante. Volver al solar de los antepasados constituye un orgullo de genealogía para muchos pueblos, y se festeja con profusión y empeño. Esta vuelta al lugar sagrado, también lo es, y además habrá que sanear las impurezas que los siglos le han propinado, es un hito histórico de primer orden, y así hay que verlo. Y como dice el refrán, la ocasión la pintan calva.  Quizás parezca un exceso, pero quizás también, no haya otra oportunidad.

    Lo mismo que es una estupidez y clara falta de visión, la postura tibia e indefinida de algunos prebostes con esta cuestión; también es una locura, querer asumir éste magno proyecto desde la administración local, exigua y muy limitada para la magnificencia probada de esta Empresa. Suerte y al tajo.

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