elperiodic.com
SELECCIONA IDIOMA
Valencià
Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

Aquel arte de barro y fuego

    FOTOS
    Aquel arte de barro y fuego- (foto 1)
    Aquel arte de barro y fuego- (foto 2)
    Aquel arte de barro y fuego- (foto 3)

    Este verano ha cumplido treinta años el documental : “L’Alcora, art de fang i foc”, un reportaje audiovisual que sirvió como “discurso” del mantenedor  de aquel año, D. Eduardo Aparici Miralles para la reina de fiestas, la Srta. Mónica Albaro Bachero y su flamante corte de honor. Tuve el honor y el gusto, en esta tierra hostil y cainita, de coordinar aquel inusual proyecto ideado y financiado por Eduardo Aparici Miralles del que hablaré en otra ocasión, pues su obra y mecenazgo me ocuparía todo el espacio, y aún quedaría incompleta…ya que como digo, tuve la suerte de vivir de primera mano aquella aventura con dos profesionales extraordinarios, como lo eran Longino Gil y Juan Manuel Ahís, el primero de la UJI y el segundo del entonces Canal 9.  

    Sobre unos  textos previos, Ferrán Olucha, director del museo de Castellón elaboró un guión  y contó con la voz del locutor de la Cope Raúl Puchol, el documental narra aspectos históricos, costumbristas y festivos de la población, para conjuntar una obra completa en denso contenido y a la vez de corta duración, como exigen los parlamentos breves y concisos que siempre son de agradecer por el público. Pero en este caso, hubiera dado para mucho más pues el poder de la imagen no cansa y mucho del material grabado se desechó por la implacable tiranía de entrar en tiempo.

    En aquel estío de 1990, era alcalde de la villa D. Vicente Sanz Juan, los veraneantes pululaban la playa o los masets. El pueblo estaba patas arriba con calles levantadas, zanjas, albañiles, dumpers a toda pastilla, martillos pilones, etc. hasta vacuna general perruna.  Todo se grabó en vivo y directo, calles y plazas, mercado, iglesias, ermitas, personas, rincones evocadores y entrevistas a personajes populares, incluido el alcalde, y cómo no a las jóvenes festeras, que eran las protagonistas principales.

    Recuerdo el jolgorio del mercado, su colorido y algarabía. Los bares y sus tertulianos espontáneos que actuaron de extras como auténticos profesionales. Recuerdo los “travelings” con mi Suzukui Samurai por las calles del casco viejo, de cómo se iban acumulando escenas y documentos, y también las caras de sorpresa de los profesionales que descubrían una Alcora desconocida, pero muy sugerente y atractiva.

    Muchos de los reflejados, sobre todos los mayores, ya no están como no está su patrocinador. Igual que algunos rincones y casalicios, tampoco resistieron el envite de la modernidad de los últimos años, por eso este documental de tres décadas tiene tanto valor. Retrata a una sociedad viva en un momento puntual de su historia, ya irrepetible. Como le dije al hijo del protagonista a Eduardo Aparici Monfort en cierta ocasión, guarda bien el material original grabado, que contiene más del 80 por ciento de lo no montado, que es un documento de muchísimo valor etnográfico e histórico.

    Aquel verano del 89 fue movido, pues el boca a boca corría que se las pelaba por el pueblo. Estuvimos dos semanas grabando material audiovisual por cualquier rincón aprovechable, que eran muchos. Además Eduardo en sí mismo era ya una atracción, empresario de éxito estaba implicado a tope con el mecenazgo local con jugosos patrocinios varios: Futbol, balonmano, actos culturales, semana santa, taurinos, la ruta de la música, etc.

    Así que llegado el gran día, viernes de presentación y baile de gala, se montaron dos pantallas gigantes a ambos lados del escenario y transcurrió el acto de proclamación en su formato habitual, sólo que  a la hora del parlamento del mantenedor, Eduardo subió al escenario, y de manera escueta explicó el por qué y cómo, de aquella aventura singular. Nadie había hecho nada parecido en la historia de las fiestas, él era así de sorpresivo e innovador, hasta si se me permite, de rompedor. De pocas palabras pero bien dichas y puestas en su sitio. 

    Acabada su pequeña explicación, se apagaron los focos y comenzó el documental. Imagen, voz, música con altos decibelios…se hicieron tan cortos los treinta minutos que parecieron un instante. La plaza de España se levantó al unísono en un sonoro aplauso y el rostro de los lugareños era de honda satisfacción, doy fe por haber estado allí, como testigo privilegiado. Pocas veces vi a aquel hombre de canas prematuras tan feliz, como en esa noche mágica. Aquello había sido un rotundo éxito. Una apuesta temeraria, una rotura de moldes pero funcionó y muy bien. Creó escuela, pues las últimas presentaciones siguen las pautas de aquella lejana primigenia, hoy treintañera.

    Gracias Eduardo Aparici Miralles por muchas cosas, pero en especial por delegarme aquel loco proyecto que forjaste en tu mente.  Guardo esa cinta de VHS como oro en paño. Allí tengo horas de entrega, de juventud y mística de mi pueblo natal, destilada al máximo. Las festeras gozaron de unas fiestas que hoy no lo serán por circunstancias consabidas. Fueron inmortalizadas en ese documental. Todo transcurrió como en un sueño vital, gozoso y amable. Allí justo,  en ese material con soporte técnico profesional, hay documentos de personas como los parroquianos del bar Hispano con José a la cabeza. Espontáneos callejeros. Autoridades. De los alfareros hnos. Nomdedeu y su viejo taller, con proceso artesanal, explicación y  calda incluida en su horno moruno. Cerámica de Aranda, documentos, monumentos, paisanos y paisajes. Casi todo lo que era y fue hace treinta años.

    Con el tiempo las cosas cambiaron y la miel se convirtió en hiel. Y las cenizas del tiempo aventadas por los demonios de siempre, cubrieron la pátina amable y noble del amante enfervorizado que lo dio todo a cambio de nada. No obstante queda el recuerdo indeleble de lo bueno, y la gratitud hacia la buena gente que siempre pasa dejando huella. 

    Elperiodic.com ofrece este espacio para que los columnistas puedan ejercer eficazmente su derecho a la libertad de expresión. En él se publicarán artículos, opiniones o críticas de los cuales son responsables los propios autores en tanto dirigen su propia línea editorial. Desde Elperiodic.com no podemos garantizar la veracidad de la información proporcionada por los autores y no nos hacemos responsables de las posibles consecuencias derivadas de su publicación, siendo exclusivamente responsabilidad de los propios columnistas.
    Subir