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Por José Luis Esteban
Andanada de sol - RSS

Pamplona: Una experiencia enriquecedora

    Bullicio, alegría, buen humor, gente por todas partes, todos de blanco y rojo con ganas de pasarlo bien. Frescas mañanas y tardes noches que nos obligaron a comprar la típica chaquetilla de felpa roja. Reencuentro con mi familia, mi prima Mari Jose, mi sobrina Naia y su novio David. Que suerte tengo de tenerlos, son maravillosos, especiales, auténticos. Por supuesto fui acompañado de mi mujer y mi hija y allí celebramos nuestras bodas de plata matrimoniales. Por las mañanas al encierro, a medio día de pinchos y por las tardes a los toros, por cierto, la Feria fue de más a menos. Buena presentación de los toros de Miura, Cebada Gago, Dolores Aguirre, el Pilar y Fuente Ymbro, aunque mucha fachada y poco contenido, bajando de nivel a medida en que aparecían las figuras y transcurría la Feria, finalizando con una bochornosa presentación de los toros de Torrehandilla y Torrehebreros impropia de una feria de San Fermín considerada como la Feria del Toro por antonomasia. Me gustaron la actitud y las ganas de Jiménez Fortes, la firmeza de Javier Castaño, el temple de Nazaré y el pundonor de Padilla. Debo criticar lo baratas que fueron las orejas, se notaba que estamos en crisis, pero afea a una plaza como Pamplona. El tedio de las últimas tardes era recompensado por la alegría, el bullicio y la fuerza de las peñas que contagiaban también a los de sombra, pero lo que quiero contar en este artículo es mi enriquecedora experiencia de cómo viví los encierros este año.

    Por mi afición desmesurada al mundo de los toros y por mi experiencia como médico en enfermería de toros de calle durante veinticinco años, me propusieron estar de médico en el recorrido del encierro de Pamplona. Cuando me lo comunicaron me dio un vuelco el corazón. Me entusiasmó la idea. Soy médico y taurino hasta la médula y ello significaba un homenaje a mis bodas de plata de mi profesión, aunque por otra parte suponía una importante responsabilidad por mi parte debido al enorme respeto que proceso a Pamplona y a sus encierros. Sobre todo porque había sido un sueño y una utopía poder ejercer mi profesión en San Fermín, compartiendo la experiencia con mis compañeros de la Cruz Roja de Navarra e iba a convertirse en realidad. Se me trató como a uno más, como si toda la vida hubiera estado trabajando allí. La amistad y el compañerismo fue sobresaliente.

    El organigrama de atención sanitaria en el encierro se divide en ocho puestos distribuidos de manera estratégica a lo largo de los 850 metros de su recorrido. Cada puesto medicalizado está cubierto por un médico, un enfermero, un técnico de comunicación y un coordinador de zona. Seis socorristas, cuatro técnicos de transporte y demás voluntarios de Cruz Roja y DYA, estando preparadas dos ambulancias por puesto, con su médico, ATS y conductor correspondiente para realizar un traslado inmediato en caso de ser requerido, todo con una coordinación eficaz y excelente, donde cada uno sabe en cada momento cumplir su cometido. Y todo de forma altruista solo con las ganas de poder servir y ser útiles en la organización de los encierros.

     

       

       


    A las seis y media de la mañana ya está todo el mundo reunido en la sede de la Cruz Roja, allí se repasa el plan de actuación, dando las instrucciones pertinentes el coordinador de cada puesto, para dirigirse todos juntos al tramo correspondiente del encierro a pie de calle entre los dos vallados de seguridad media hora antes de que suene el chupinazo. Media hora de tensión y de últimas instrucciones. La espera se hace lenta, todo está preparado y suena el cohete. Todo el mudo en su sitio, muchos corredores en la calle y los toros ni se ven. Pasan en dos segundos, pero dejan una estela de contusionados y heridos a su paso, que la correcta coordinación hace que sean todos perfectamente atendidos en un tiempo récord.

    Al finalizar el encierro nueva concentración en la Sede de la Cruz Roja, ya tranquilamente tomando un café con leche para comentar lo ocurrido, valorando lo que se ha hecho bien y repasar posibles fallos para corregirlos.

    La verdad es que ha sido una experiencia enriquecedora con una excelente satisfacción profesional y humana, a la que quiero agradecer a la coordinadora de la Cruz Roja Begoña, a los coordinadores y ATS que me acompañaron en mis puestos de Ayuntamiento y Mercaderes los días 12 y 14 respectivamente, y sobre todo a mi sobrina, la Dra. Naia Mendoza, médico forense de Pamplona, que fue la que hizo posible que mi sueño se convirtiera en realidad.

    El San Fermín concluyó con el “Pobre de mí” y ya falta menos para el próximo San Fermín.

     

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